22-Noche de bodas

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22-Noche de bodas:

“Nunca creí vestir de blanco, doy gracias que estos no sean mis dioses o un rayo me partiría por tal ofensa”.

La corona en su cabeza le pesó tremendamente, el vestido le apretó y no deseaba caminar hacia delante, con cada paso se oía el murmullo de las personas.

«Quisiera caer muerta justo ahora», se dijo esa noche en la que desposó al rey Aegon III.

Esto se gana por sucumbir a sus deseos carnales, no pudo alejar al joven ni esa noche ni las siguientes donde las horas solo eran parpadeo entre masturbación y orgasmos, debe admitir que en cuando a sexo se trata el rey siempre pone su mayor esfuerzo pareciendo casi un joven normal y vivaz.

“En serio metió su lengua inexperta en la intimidad. Su cabeza hundida entre las piernas de la mujer, sus ojos violetas mirando con atención cada reacción por temor de hacerlo mal, si tan solo supiera que con solo esa mirada sufrió al instante un orgasmo derramándose en la boca del joven el cual apenas había comenzado con una chupada lenta e insegura”, Jasn'ham no quería recordar esas cosas mientras caminaba hacia el altar, aunque la imagen de un muchacho cansado y fingiendo dormir la hizo sonreír.

Cuando el joven llega a su límite tiende a tirarse a la cama y fingir que está dormido aunque no lo esté, es algo gracioso.

Su vestido era largo y muy pesado, con un tono blanco con grabados dorados. Lo vio parado con un septo de la fe en lo alto, se puso una capa que Jasn'ham supo iban a juego con su vestido.

Sabe que esos pequeños detalles son realizados por los sastres, al joven no le importa algo como la ropa o combinarla con su esposa, aún así sintió algo cálido en su pecho al notarlo.

Cuando llegó hasta donde el rey se paró firme solo pudo hacer una reverencia, la sonrisa de Jasn'ham fue breve para luego volver a su estado habitual.

—Esposa mía —habló, no es un tono distante como está acostumbrado —. Hoy se ve radiante —alabó para tomar su mano y posarse ante el septo.

Los testigos son señores de alto rango como Lord Tully y el guardián del oeste, vio de reojo al joven con cabellera roja, se veía alto y fornido, con ese rostro digno manchado de pecas.

De pronto un apretón en su mano la hizo llevar su total atención a su rey, Aegon la observó desde el costado con su ceja enmarcada, al parecer ni el esposo ni la esposa tienen su atención en el septo supremo quien ya iba a por la pregunta esencial: “¿Lo toma?”.

Jasn'ham tartamudeo y asintió, no podía creer que se estaba cansado, ella quien se la pasó en cantinas acosando a jovencitos y jovencitas por igual, esa parte el rey no debe saberla nunca pues es muy “apegado a la costumbre”, de seguro tampoco la dejará tener amantes.

—Lo tomo —dijo con seguridad, por un segundo creyó oír un ligero resoplido por parte del joven quien también la aceptó.

Hubo un aplauso, muy real por parte de los allegados y muy falso de los lores más conservadores, Aegon sujetó la mano de su esposa y descendió por las escaleras con su porte elegante y el mentón siempre elevado, Jasn'ham se sintió incómoda ante las miradas inquisitivas, no es una damisela pero no pudo evitar la vergüenza por alguna razón, ¿o acaso es emoción? Por fin se casó, algo que se creía imposible, y no con cualquier hombre sino con el rey Aegon III, rey de siete reinos y de sangre Valyria.

En la mesa se puso tensa, como dicta la costumbre la novia debe abonar la sala antes y esperar a su esposo en la recamara, así Jasn'ham se levantó de su silla y puso su mano sobre el hombro del joven quien parecía más entretenido jugando con su copa que con la conversación en su mesa.

Almirante Lohar (Aegon III) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora