Capítulo 59

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—Cuando la batalla acabó, me tragué lo último que quedaba de Sukuna, de esa forma me aseguraría de proteger a Yuji y eliminar de una vez por todas cualquier posibilidad de querer ejecutarlo —les dije—. Pero bueno... algo tenía que sacrificar para deshacerme de Sukuna de forma definitiva, así que perdí el infinito normal a cambio de usar el caótico para destruirlo.

Sentí un apretón en mi mano por parte de Megumi.

—¿Y qué hay con esas marcas en tu rostro? —quiso saber Ui Ui.

—Es la naturaleza del infinito caótico, al parecer así es como se ve, mi cuerpo cedió ante la técnica ritual y pasé varios meses aislada de todo para poder controlarlo —expliqué—. Las marcas no han desaparecido porque caí en la cuenta de que es necesario el infinito normal para neutralizar por completo al caótico.

—¿Y porque no nos dijiste nada de tu plan? —inquirió Maki.

—Porque no iba a dejar que Yuji fuera sentenciado de nuevo por algo que no pidió.

Mi amigo se encogió y Nobara se acercó a su lado.

—Además... yo de verdad me veía muy mal al inicio de la purificación, bajé de peso y me pareció ver que las marcas se movían... aunque probablemente eso fue producto del cansancio que sentía —recordé—. A pesar de eso estuve moviéndome de lugar cada dos semanas para bueno... para que no me encontraran, aunque los últimos dos meses decidí quedarme en ese lugar porque era muy acogedor.

Esas tardes frescas eran muy especiales.

Miré a papá y le sonreí.

—Claro que pensé en otras formas para deshacerme de Sukuna, pero ninguna acabaría con el de forma definitiva, yo no quería irme... se los aseguro —admití—. La verdad me sentía muy sola y era bastante doloroso tener que resistir la naturaleza del infinito, pero si no los ponía en riesgo valía la pena.

Todos me miraron muy angustiados, sabían que había sido peor de lo que les había contado, pero no quería decirles más detalles.

—Ahora mi único objetivo es recuperar mi infinito normal, estos rayos en mi cuerpo... no son muy agradables —divagué.

—¿Y porque... porque nos dejaste esas cosas? —preguntó Nobara.

Miré a Yuta, a quien me había dado cuenta de que mi amiga confiaba un poco más en él.

—Porque no estaba segura de poder lograrlo —respondió por mi—. ¿No es así, hermanita?

Asentí.

—Así es... me habría gustado volver antes, aunque siendo honesta creí que me tomaría más tiempo —respondí—. Así que una vez dicho esto, les pido a todos una disculpa por haberlos preocupado estos ocho meses.

Y justo cuando me iba a inclinar a modo de disculpa, Megumi me detuvo.

—No necesitas disculparte, al final... todos estamos aquí gracias a ti —objetó—. Y ni te atrevas a refutar nada, todos aquí pensamos igual.

Meneé la cabeza y me di un momento para volver a sentir esa calidez que Megumi siempre me había transmitido.

—¿Alguien quiere hablar de alguna otra cosa? —pregunté.

Nadie dijo nada.

—Muy bien, vamos, te quiero enseñar algo —le dije a Megumi—. Vamos Yuji, Nobara.

—¿A dónde vamos? —preguntó.

—A un lugar especial.

(...)

Entre rituales | Megumi FushiguroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora