Entre rituales | Megumi Fushiguro

Capítulo 20

Esta presencia... se activó un ritual de una maldición.

Me preocupaba esa técnica, se sentía poderosa y letal, y yo no estaba cerca de mis amigos, pero también podría sentir en caso de que ellos no pudieran exorcizarla.

Confié en ellos y no me moví de lugar, era parte de dejar que se convirtieran en mejores hechiceros mediante la experiencia.

Bueno... no debe haber problemas, ellos trabajan muy bien juntos, ambos se motivan a ser mejores.

Caí en la cuenta de que Megumi se había cansado demasiado, era lógico que se agotara dado su edad y la falta de experiencia, pero nunca me había tocado verlo, ya que no fue hasta hace unos meses que comencé a ir a misiones en conjunto con ellos.

Desde que tengo memoria las veces que iba con alguien más a una misión, fue con Gojo, pero él jamás se ha cansado en una batalla, y yo tampoco lo había sentido.

Dejé de pensar en cualquier otra cosa cuando bajé la mirada y vi el semblante de Megumi muy tranquilo y pacífico, su respiración era lenta y suave, y memoricé cada facción de su cara porque esta era la primera vez que yo lo veía dormir.

Incluso dormido se ve atractivo.

Después de unos minutos ya no sentí la energía maldita de más maldiciones, Nobara y Yuji las habían exorcizado.

—¿Lo ves Megumi? —le susurré—. Nuestros amigos son hechiceros extraordinarios.

Al poco tiempo llegaron un desgastados, y vi que ambos tenían heridas visibles en algunas partes de su cuerpo.

—¿Qué le pasó a Fushiguro? —preguntó Yuji.

—Solo está cansado —respondí—. Vengan, los voy a curar.

Me levanté en silencio y puse mis manos en el brazo de Nobara, sentí su sangre y energía maldita y me concentré en dejarla sana y salva.

Las cicatrices fueron desapareciendo poco a poco y solo quedaron ligeras marcas que se quitarían con el tiempo.

—¡Me siento como nueva! —exclamó sorprendida—. Gracias.

—De nada —sonreí.

—Ya llegaron...

—¡No nos asustes Fushiguro! —le gritaron.

—Lamento no haber ido con ustedes —me excusé—. Megumi trae un dedo de Sukuna y no podía dejarlos solos.

—Está bien, lo controlamos bastante bien —dijo Nobara—. Hay que sellarlo de inmediato.

—¿Puedo comérmelo? —preguntó emocionado Yuji.

—¡No es comida! —lo reprendió mi amiga.

—Nobara tiene razón, no sabemos lo que ese dedo podría hacerte sin vigilancia —concedí—. Tu cuerpo debe tener un límite para controlar su poder, hay que tener cuidado.

—Aun así, Itadori debería guardarlo —intervino Megumi—. Ni se te ocurra comértelo.

Y justo cuando se lo estaba entregando la boca de Sukuna apareció y se tragó el dedo.

Mierda.

—¡Te dijimos que no te lo comieras! —le gritaron Megumi y Nobara.

—¡No fue mi culpa! —respondió—. ¡Este no copera!

—Qué remedio, ya pasó —intervine—. Tranquilos, Yuji parece estar bien, regresemos a la academia.

—¡Vamos volando! —pidió Yuji.