Capítulo 32

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—Ya no le entendí al final —se quejó Nobara—. ¿Porque no quedaron juntos los protagonistas?

—Amiga, tú escogiste la película —me reí.

—¡Yo pensé que era de amor con final feliz! —se excusó.

Mientras Nobara se quejaba del final yo seguí comiendo palomitas.

—Admito que no me gustó que la chica tuviera que pelear contra el amor de su vida por el bien de la humanidad —comenté—. Aunque debes reconocer que hubo mucho humor en la película para tener un final tan amargo.

Mi amiga hizo un mohín.

—Los chistes fueron buenos —admitió.

—Natsuki.

—Nanami —saludé—. ¿Qué pasa?

—Los peces gordos quieren verte.

Asentí.

—Ya vengo —anuncié.

(...)

—¿Hay algo que pueda hacer por ustedes? —pregunté vagamente.

—Esta es una reunión principalmente informativa, señorita Gojo —dijo una de las voces.

—¿Qué me quieren decir? —insistí.

—Nos limitaremos a abrir el sello que aprisiona a Satoru Gojo.

En ese momento supe que todo estaba mal.

—Además, será un asunto de estricta confidencialidad.

—Quiere decir, que usted no podrá comentar esta decisión a ningún miembro de la academia de hechicería.

—De acuerdo, solo para dejar en claro la situación —declaré—. ¿Me están diciendo que no abrirán el sello de Satoru Gojo y además que no diga nada de esto?

—Ahora que usted está como líder en la hechicería no podemos permitir que se vea en una situación de peligro.

—¿Y por eso no abrirán el sello de Gojo? —pregunté.

Es justo lo que papá dijo, a los peces gordos les conviene que él esté sellado, pero me crió con este carácter así que no será tan sencillo. No seguiré sus órdenes.

—Bien, accedo a que no se abra el sello de Gojo —continué—. Pero me niego a no comentarlo con mis compañeros.

Hubo un silencio.

—Si no aceptan esa condición, estaremos en desacuerdo —finalicé—. Y pelearé con cada uno de ustedes hasta que no quede ni su nombre.

Otro silencio.

—Está bien —respondieron—. Tenemos un acuerdo, señorita Gojo.

Sonreí con sarcasmo.

Me levanté de mi asiento y caminé hasta la salida.

—Una cosa más —agregué—. Recuerden que yo tengo la última palabra en las decisiones del mundo de la hechicería, no consultaré a ninguno de ustedes.

Y salí sin dejar que pudiera refutar.

—Tienes la sonrisa egocéntrica de Gojo —me dijo Nanami—. Significa que pasó algo y te saliste con la tuya.

—Vamos a hablar con Shoko, el director y Nobara —anuncié.

(...)

—Malditos peces gordos —gruñó mi amiga—. Cómo mierda de atreven a dejar al profesor Gojo ahí encerrado.

Entre rituales | Megumi FushiguroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora