Ultrasonido.

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—Entonces, ¿a tus padres les emociona el ser abuelos? — pregunto Izuku al mismo tiempo que untaba mantequilla de maní sobre su pan tostado.

Katsuki musito mientras lo contemplaba. Aún le resultaba un enigma el hecho de que despertará en las mañanas y fuera directo al baño a vaciar su estómago, para después rellenar el mismo con lo que sea que se cruzará en su camino. Tal vez era uno de los efectos del embarazo y por eso su apetito iba en aumento.

—La vieja bruja no dejaba de gritar en mi oído, incluso fue todo un desafío convencerla para darte un espacio antes de que pudieran verte.

—Me lo puedo imaginar— sonrió, la idea de tener a la enérgica Mitsuki a su alrededor le daba un poco de nervios.

Y estos estaban justificados, pues pese a que sabía que dentro de él crecía una nueva vida, aún despertaba confundido y se iba a dormir con el mismo sentimiento de inquietud o tal vez incomodidad.

—Fue la que lo asimiló más rápido que todos pienso yo, mi padre aún parece confundido— comento Katsuki de nuevo; tomando un sorbo de su café— ¿Qué hay de tu madre? ¿cómo lo tomó? — pregunto, recibiendo una pequeña risa por parte de su pareja.

—Ya la conoces, una vez le expliqué la situación se volvió un mar de lágrimas. Aunque aún me sigue enviando mensajes con preguntas extrañas conforme a mi condición y de más. Pero a pesar de eso sé que está feliz.

Katsuki asintió y sonrió de oreja a oreja, resultándole un gran alivio que sus padres aún con dudas y confusión aceptarán su nueva realidad.
Ahora el siguiente paso sería:

—¿Cuándo se lo diremos a nuestros amigos? No es una opción ocultárselo a ellos. Lo sabes muy bien.

Izuku solo cabeceo, tomando su vaso de jugo y sorbiendo un par de tragos de este para después colocarse de pie e ir directo al refrigerador, encendiendo las alarmas de Katsuki de forma inmediata.
Antes de que el peliverde abriera la puerta, fue detenido de una manera un poco brusca.

—Solo dime lo que deseas y te lo daré, es muy poco lo que en ocasiones retienes en tu estómago, y si abres el refrigerador por tu propia cuenta pasara lo de la última vez.

Con un puchero formado en sus labios, Izuku camino de vuelta a su asiento, pidiendo con algo de molestia que el rubio cenizo le mencionara cada una de las cosas que había en el interior.
Y se sintió algo aliviado de que Katsuki lo haya detenido a tiempo, pues mientras la puerta permanecía abierta, el inexistente olor de este alcanzó sus fosas nasales, haciéndolo sentir como sus náuseas regresaban; mismas que se disiparon cuando colocaron un enorme plato de curry caliente que Katsuki había hecho el día anterior.

—¿Y bien? — volvió a preguntar el rubio, tomando asiento para así terminar su desayuno.

—¿Y crees que lo tomen tan bien como nuestros padres?

—No perdemos nada al intentarlo. En algún momento se van a dar cuánta que tenemos un niño o niña rondándonos.

—Bien, entonces hagámoslo cuando cumpla los tres meses de embarazo, el único que puede saberlo por ahora es Shoto... es mi jefe después de todo.

Las preguntas comenzaron a bombardear la mente de Katsuki, pero estás mismas se responden con la misma de siempre: miedo. Izuku aún tenía miedo de cómo reaccionaría la gente, además, desde que se enteró del embarazo este no ha dejado de visitar sitios en internet en busca de respuestas para todas las dudas que se acumulaban en su cabeza.

Es difícil estar preparado mental mente para la llegada de un bebé, sin embargo, este se levantaba todas las mañanas con sus mejores ánimos y motivaciones. Cómo ese día, en el que ambos tendrían que ir nuevamente al hospital para una segunda revisión.

Volver a empezar [BakuDeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora