Romper fuente.

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Shoji era un joven que había estudiado en la escuela militar, mismo que al finalizar decidió ser guardia de seguridad pues quería una vida mucho más relajada después de lo vivido en el encierro, razón por la cual ahora estaba cumpliendo con su primer trabajo en uno de los tantos condominios de las mejores zonas de Japón.

Siempre se ha caracterizado por su seriedad y porte intimidante, y, sobre todo, su gran discreción.

Él ha visto y vivido cosas extrañas, pero cuando vio a ese chico peliverde con un vientre tal y como el de una mujer embarazada pensó estar soñando.
Su mente en ese momento se volvió un quilombo, y por primera vez en su vida, quiso ser curioso.

Años en la militar y en la escuela policial le enseñaron a ser perspicaz, analítico y cauteloso; lo cual le resultaba bastante gracioso, pues nunca pensó que se pondría a estudiar y vigilar al pecoso que solía salir poco. Uniendo uno por uno cada una de las cosas que pasaban en el edificio.
Solo le faltaba formar un cuadro repleto de información, fotografías e hilos rojos unidos para ser un lunático con el tema tabú.

«Dos hombres viviendo en el mismo departamento».

Podía haber razones justificables para ello, pero no cuando uno tenía la barriga enorme.

«Dos mujeres mayores que frecuentan el departamento».

No hay que ser un genio para entender, pues ambas tenían similitudes genéricas innegables a los dos jóvenes. Solo podían ser dos madres visitando a sus retoños, ¿qué de extraño puede haber en eso?

«Un chico rubio y ruidoso solía ir con pequeños obsequios que claramente las bolsas no ocultaban lo que podía ser: librerías infantiles, jugueterías populares».

Bien, quizá trabaja para alguna guardería o preescolar y por esa razón ese tipo de compras, pero, siempre salía con las manos vacías.

«Un extraño chico de cabello bicolor de acercó a él con cosas de bebés mientras le preguntaba si eran aptos para un niño que podría tener el mal carácter de su padre».

Bien, ese joven extraño les dio más afirmaciones a sus dudas, después de eso fue el camión de mudanzas que llevaba muebles que claramente eran para un bebé, seguido del mismo joven bicolor que le mostró a lo lejos más bolsas con compras, recibiendo el mensaje que sus ojos heterocromáticos le decían en silencio:

«Espero que le gusten».

Pero todo fue aclarado cuando vio llegar al peliverde, quien, al notar su mirada sobre él, le sonrió y habló por primera vez.

—¿Cómo estás Shoji? — pregunto el joven pecoso, ajustando su bufanda y abanicando un poco su rostro.

—Muy bien, gracias por preguntar... ¿Usted cómo ha estado? Casi no lo veo salir.

—Estoy bastante bien— respondió sonriente, abriendo su abrigo, dejando a la vista esa barriga que lo ha tenido con bastante curiosidad el último par de meses—, y bueno, ya entenderás por qué.

Shoji no dijo nada, solo quedó perplejo ante la imagen mientras en su rostro se dibujaba la incredulidad.

—Es extraño lo sé, y temo decir que no puedo responder a ninguna de las preguntas que te estás haciendo en tu cabeza, pero, ¿no es increíble?

El joven alto y de tez morena asintió al tiempo que se le dibujaba una línea curvada en su rostro, pues Izuku resplandecía de felicidad frente a él.

—Al inicio me daba miedo salir y recibir las miradas juzgadoras, pero a estas alturas, ya nada me importa— lo escuchó decir, notando la sutileza con la que acariciaba su linda pancita de embarazado.

Volver a empezar [BakuDeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora