Barriga.

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Al estar más cerca de cumplir los nueve meses de embarazo, Izuku ya tenía una enorme barriga que le impedía ver sus pies, además de cansarse más rápido debido al gran peso que había adquirido.

Como en ese momento en el que mantenía una caminata nocturna con Katsuki, siguiendo al pie de la letra las indicaciones dadas por Kendo e Ibara. Deseando con todas sus fuerzas regresar a las ventiscas de otoño o invierno, pues el calor de la primavera comenzaba a sofocarlo de más.

Tomando asiento en una de las bancas del parque, comenzando con los ejercicios de respiración, soltando un suspiro pesado al ver cómo Katsuki se acuclilló frente a él, tomando sus manos y besando las mismas; entregando la botella de agua que llevaban consigo.

Bebiendo todo el líquido de la botella como si no hubiera tomado agua en varias semanas, pero para su mala fortuna, cuando creyó que estaba mejor, sintió su vejiga ser aplastada por su bebé que bien como una vez Ibara lo dijo: se movía cómo pececito en el agua.

—Necesito ir al baño— mencionó en quejido.

—¿Otra vez? No hay uno por aquí cerca. ¿No puedes esperar?

—No te imaginas la manera en la que este niño está estrujando mi vejiga. Necesito ir al baño ahora.

Ahí estaba de nuevo, ese tono de voz al que ciertamente ya se había acostumbrado. Los cambios de humor si que se volvían cada vez más frecuentes. Podía estar feliz y ponerse a llorar o enojarse de la nada por cosas mínimas.
Mirando a su alrededor, se encontró con la posición perfecta de unos árboles y arbustos, era una gran suerte que ya era un poco más de media noche y no había nadie para mirar lo que Izuku haría a continuación. Bien podrían regresar al otro lado del parque, pero dudaba que Izuku aguantará, si es que sus ganas eran inmensas cómo él decía.

Izuku no dudo en hacer lo que Katsuki le había indicado, era eso o tener un accidente en sus pantalones.
El rubio comenzó a mirar de lado a lado, cerciorándose de que ningún policía estuviera rondando la zona.
Cuando el peliverde terminó sus necesidades, Katsuki le pidió regresar a la banca y esperar mientras él regresaba para acercar el auto.

Izuku suspiro nuevamente con el cansancio apretando su pecho y sus pies hinchados punzando por la distancia transcurrida.
Realmente no podía imaginar que conforme el tiempo avanzaba su embarazo se volvió demasiado agotador y más difícil cada vez
La gran barriga que estaba acariciando con ambas manos en ese momento, disminuyeron sus horas de sueño debido a los constantes movimientos de su pequeño, despertando con dolor en sus costillas cuando el bebé se encaja cerca de ellas. Se la pasaba más en el baño que en otro lugar en la casa, y no podía evitar comer más de la cuenta, pues cuando creía quedar satisfecho, a un par de horas ya se encontraba hurtando el refrigerador o la alacena.

Pero a palabras de Ochako, es algo que superaría con el tiempo, ya faltaba poco y debía aguantar un poco más.

¿Pero qué tanto podía creerle cuando la pobre parecía un zombi?

Realmente comenzaba a respetar a todas esas mujeres que tienen más de un hijo y no se ven tan mal como él en ese momento; un gran valor debieron tener para pasar por el mismo proceso más de una vez. Jurándose a sí mismo que tendrían más cuidado a futuro. Su pequeño sería hijo único.

En el momento en que Katsuki regresó, tuvo que extender sus manos para que esté lo ayudará a levantarse, su trasero sí que se había vuelto pesado; Izuku podría tirarse en el suelo y giraría igual que una pelota.

De vuelta a casa, en lugar de ir directamente a su cama se dirigió a su nueva zona de confort, sí, el baño. Le parecía realmente gracioso, hace unos meses se habían vuelto cercanos y ahora parecían confidentes.

—¿Quieres comer antes de dormir? — Le pregunto Katsuki en cuanto lo vio salir.

—Solo un poco de helado— murmuró, caminando hacia su cama, sosteniendo su espalda con ambas manos.

Katsuki fue directo a la cocina a realizar lo que su "esposo" embarazado le ordenó. Realmente no entendía de dónde le salía tanta paciencia, pero se felicitaba así mismo por tratar de ser empático con los malestares de Izuku.
Tal vez él no era el que cargaba esa enorme barriga, pero no necesitaba hacerlo para saber lo cansado que lucía caminar con ese gran bulto que hace unos meses era más pequeña que un balón de fútbol, y le impedía al pecoso realizar varias actividades que a ojos de otras personas son sencillas.

De regreso a su habitación, se encontró con la pequeña lucha que Izuku estaba teniendo con las almohadas. Suspirando al ver cómo en el momento en que sus esmeraldas lo vieron, estas no tardaron en cristalizarse.

—No llores, Deku— susurró, colocando el helado junto a la lámpara que estaba a un costado de la cama— ¿Qué quieres hacer?

—Por más que intento acomodar las almohadas no me siento cómodo, y mini bombita no deja de moverse, creo que lo estoy lastimando intentando acomodarme — gimoteo al terminar de hablar.

—Bien bien, primero acordemos todo este desorden, ¿de acuerdo? — el pecoso asintió.

Solo se necesitaron dos cambios para encontrar la comodidad del peliverde. Cubriéndolo con la sábana, Katsuki se sentó junto a Izuku, comenzando a acariciar su enorme barriga, para terminar, conversando con su pequeño; sonriendo al ver que este se había tranquilizado.

—Sé que es frustrante— le entregó su helado, ayudándolo a secar sus lágrimas —, pero estamos tan cerca de que este bebé salga, debes soportar un poco más.

—Suena fácil cuando lo dices— reprochó.

—Cierto, pero no estás solo, estoy contigo...

Con un asentimiento, Izuku lo invitó a acostarse junto a él, riendo al ver cómo el rubio cenizo intentaba abrazarlo a él y a su hijo.
Terminando su helado, Izuku se removió un poco, permitiéndole a Katsuki apagar las luces y así ambos intentar dormir. Debían descansar todo lo que les fuera posible.

Después de todo la cuenta regresiva daba inicio en una semana más.

Después de todo la cuenta regresiva daba inicio en una semana más

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