Contracciones.

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En ocasiones las cosas no salen como uno lo planea, en ocasiones todo se vuelve espontáneo. En un abrir y cerrar de ojos, tu calma se puede convertir en pánico.

Si les hubieran contado cómo sucedería, tanto Izuku y Katsuki se hubieran reído a carcajadas, pues todo parecía ser parte de una película dramática.

Realmente Katsuki no imaginó que ese día se volvería toda una locura, iniciando con el hecho de que la madre de Izuku le marcó para informarle que debía irse más temprano a su propia casa, asuntos de trabajo que no podían esperar para el día siguiente; ¿cómo complicar más las cosas? Simple, una repentina junta con los nuevos accionistas fue lo que lo llevó a estar más tiempo del deseado fuera de casa.
Ni siquiera pudo concentrarse en la conversación de la que estaba seguro sería él quien se haría cargo por órdenes de su padre.

Pero es que no podía evitar preocuparse ni mucho menos podían culparlo por ello. A él no le gustaba dejar a Izuku solo, ya que su mente paranoica le pintaba uno y mil panoramas dónde sufría algún accidente y no había nadie para auxiliarlo de inmediato.
Y debido a eso, en el momento en que su padre dio por finalizada la reunión, Katsuki fue el primero en levantarse e irse sin despedirse.

Si bien fue una falta de respeto para el resto, para sus padres fue más que entendible, incluso ellos también se sentían preocupados y se sentían responsables de que su hijo no estuviera haciéndole compañía al peliverde que estaba en su último trimestre; sabiendo lo enfurecido que debía estar, prefirieron no retenerlo y dejarlo marcharse sin más, intentando cambiar el ambiente dentro de la sala de juntas, dando una verdad a medias.

Y para suerte del rubio, Jiro lo estaba esperando afuera con sus pertenencias en mano; casi juraría que la aureola dorada adornaba la cabeza de la joven. Sin más impedimentos, se marchó de la compañía, tomando rumbo a su hogar.

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A grandes zancadas, dio un saludo a medias al guardia de seguridad del edificio, adentrándose al elevador y maldiciendo por lo bajo a la anciana que se equivocó de pisó e iba de vuelta al interior a pasos lentos.

Cuando las puertas se abrieron de par a par, Katsuki salió como alma que lleva el diablo, corriendo por el pasillo hasta la puerta de su condominio.
Y fue en ese momento, en que su cabeza dio vueltas, pues al momento de entrar, lo que menos esperaba era ver a Izuku apoyándose de la pared, encorvado, con respiración agitada y quejándose de dolor mientras el sudor bajaba por su sien.

La mañana para Izuku fue de lo más tranquila, degustando con glotonería los alimentos que su madre le preparaba, siendo regañado por llevar tres rebanadas de pastel comidas

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La mañana para Izuku fue de lo más tranquila, degustando con glotonería los alimentos que su madre le preparaba, siendo regañado por llevar tres rebanadas de pastel comidas.

Pasando parte de la tarde acomodando la habitación del bebé. Cambiando las mantas de la cuna más de una vez, guardando y sacando mantas de acuerdo al clima. Acomodando los cojines y peluches que irían dentro de la cuna; cambiando nuevamente cuando no le parecía, y así sucesivamente.

Incluso tuvo a su madre ayudándole a acomodar la ropa de los cajones. Si no fuera por la repentina llamada que recibió Inko, la pobre seguiría guardando aquello que ya había sacado alrededor de tres veces.

La pobre mujer no quería dejarlo, mucho menos cuando le marco a Katsuki y este le informo que estaba por entrar a una junta. Y a Izuku se le dificultó convencer a su madre para que fuera por los documentos que le estaban solicitando.
Si bien cuando Izuku cumplió los siete meses de embarazo, su madre solicito permiso para ausentarse temporalmente; permiso que se le fue autorizado, aunque en ocasiones debía ayudar revisando correos electrónicos o documentaciones que le llegaban a su hogar para ser revisados y enviados de vuelta a la empresa para la que trabajaba.

Inko a pesar de tener una carrera trunca y siendo madre soltera, consiguió un puesto en una pequeña empresa en el departamento de administración, aún con sus pocas habilidades su jefe le había dado la oportunidad, teniéndole paciencia y orientándola para obtener un mejor desempeño. Teniendo así la gran oportunidad que la ayudaría a solventar todos los gastos de su único hijo después de que su expareja los abandonará. Y por esa razón, Izuku no quería que su madre rompiera la fidelidad y confianza laboral que consiguió con el sudor de su frente durante años.

Cuando su madre salió del departamento, el peliverde regreso a la habitación del bebé, acomodando lo poco que había quedado a fuera; yendo a la mecedora dónde con el pasar de los minutos y balanceo, termino durmiéndose.

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Con los rayos naranjas de sol golpeando su rostro, Izuku despertó, presenciando el silencio de todo el departamento. Con un bostezo se colocó de pie, dirigiéndose a su habitación para tomar una ducha, pero al momento de salir de la habitación, un dolor en la parte baja de su barriga lo hicieron detenerse de golpe.

Contó lo segundos cuando el dolor se detuvo, dando como resultado diez minutos estando de pie en el marco de la puerta cuando otro dolor apareció, entonces lo entendió, eran contracciones.
A pasos lentos intento llegar a la sala de estar donde había dejado su celular, pero el dolor le impedía un poco caminar con prisa y cuando esté se detenía solo quería recuperar el aire perdido. Fue hasta la cuarta contracción que escucho la puerta principal abrirse, no demorando en ver a un agitado rubio que lo contempló anonadado, mismo que reaccionó cuando lo escucho quejarse una vez más.

Arrojando sus cosas, Katsuki corrió a su lado, sujetándolo con fuerza y frunciendo su ceño por la manera en que Izuku apretó su mano.

—¿Qué está pasando? — pregunto incrédulo mientras los nervios enfriaban su cuerpo.

—Ya viene— respondió entre jadeos—. Ve por la maleta.

—¿Ahora? Falta una semana.

—Si quieres podemos esperar hasta ver su cabecita de fuera.

Chasqueando la lengua, Katsuki fue a la habitación del bebé, demorando un poco pues la maleta que habían preparado desde hace un mes no estaba en dónde la había dejado; al encontrarla y tomarla, regresó al lado de Izuku.

—No seas sarcástico en estos momentos— reprochó.

—Entonces ayúdame a caminar y vámonos, esto es demasiado doloroso— se quejó.

—Bien bien, vamos, ¿puedes marcarle a Kendo? —Izuku negó en el momento en que otra contracción lo hizo encogerse. El tiempo entre estás estaba siendo menor—. Lo haré yo.

Con manos temblorosas y con los nervios atorados en su garganta entorpeciendo su voz, Katsuki dio aviso a Kendo, quien le aseguró tener todo listo para su llegada.

Definitivamente no era algo que esperaba al llegar a casa.

Definitivamente no era algo que esperaba al llegar a casa

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