Nauseas.

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Izuku sabía de antemano lo estricto que solía ser Katsuki para la puntualidad, pero nunca imagino que este llegaría mucho antes de la hora acordada y en el lugar establecido, razón por la cual se sintió un poco avergonzado. En sí, también se sorprendió mucho cuando accedió a verlo dos días después de haberlo contactado. Por un momento pensó que pasarían un par de semanas para darle la gran noticia, pero estaba aliviado de que le daría está a los pocos días de haberse enterado.

En el momento en que entró al pequeño restaurante y miró su cabellera rubia, volvió a sentirse nervioso; mejor dicho, se sentía así por muchas razones. Pero en el momento en que esos rubíes lo miraron de vuelta, obtuvo la valentía necesaria para acercarse a él.

Katsuki por su parte, no tardó en colocarse de pie al ver a Izuku acercarse, tomando la silla frente a la suya para retirarla un poco y que el peliverde pudiera tomar asiento. A Izuku le pareció algo divertida su acción, era como si hubiera estado en automático.

—Gracias— lo escuchó decir.

Sonriendo y borrando la misma de inmediato, volviendo a tomar asiento, pero sin alejar la vista del pecoso; antes de que pudieran alguno de los dos hablar, llegó una mesera, quien amablemente tomo su orden.

—Solo quiero un vaso de agua, por favor— dijo Izuku.

—Bien, ¿y usted, señor?

—Un café negro— ordenó, aún sin retirar la vista del peliverde.

—Enseguida traigo su orden.

Cuando la mujer se marchó, Katsuki se removió sobre su asiento y carraspeo su garganta.

—Tu llamada me sorprendió mucho— hablo el rubio.

—Oh, lo siento si moleste. Ya era muy tarde.

—Para nada... me alegró escucharte de nuevo.

Izuku lo miro por unos segundos, sintiendo un ligero ardor en sus mejillas, bajando su mirada para posarla sobre el servilletero que estaba sobre la mesa, llevando su mano a la altura de su rostro y comenzar a rascar la comisura de sus labios con los mismos nervios con los que entró al establecimiento.Katsuki al contemplar sus acciones sonrió ladino, era increíble lo adorable y lindo que se veía en tan solo dos semanas de su último encuentro, incluso juraría que su piel se veía mucho más suave y había un brillo más despampanante emanar de sus hermosas esmeraldas. Pero antes de parecer un lunático por comerlo con la mirada, este volvió a carraspear su garganta y agradeció que en aquel momento la mesera llegara con lo que ambos habían pedido. Procediendo a hablar en el momento en que la joven se marchó.

—Y bien, ¿para qué querías verme? Es, algo raro que estés fuera de la oficina a esta hora y parece que tampoco tienes intenciones de regresar— hablo, mirando a detalle la vestimenta del menor— ¿Pasó algo malo con el bastardo mitad-mitad? — pregunto, frunciendo el entrecejo.

—¿Eh? No no no, para nada, todo está bien con él. De hecho, me dio el resto de la semana libre, dijo que tenía que tomar reposo y una vez mi salud estuviera mejor podría regresar.

—¿Tu salud? — preguntó atónito el rubio, suavizando su gesto y teniendo intenciones de acercarse a Izuku para inspeccionarlo— ¿Te pasó algo? ¿te enfermaste? ¿ya fuiste al médico?

—Estoy bien— respondió lo más tranquilo que pudo para calmar a Katsuki—. De hecho, por eso quería verte, el día que te llame visite a Kendo. Sabes que no soy bueno mintiendo y ni mucho menos soy bueno haciendo bromas.

Al terminar de hablar, Izuku introdujo su mano en uno de los bolsillos de su abrigo, sacando del mismo ambas pruebas, captando de inmediato la confusión en el rostro del rubio cenizo.

Volver a empezar [BakuDeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora