Cojín de lactancia.

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Cuando Kiyoshi nació, era un pequeño bebé con un tamaño de 49 cm y un peso de 2.800 kg.
Muy pequeño, demasiado liviano. Pero a su mes y medio cumplido, ese pequeño se había vuelto demasiado regordete.

Por esa razón, Katsuki tuvo que conseguir un cojín de lactancia por internet, ya que cargar al pequeño mientras era amamantado se había vuelto algo cansado e incómodo para Izuku, incluso ha tenido que acostar al pequeño sobre una almohada o en los tantos cojines que le compraron para descansar sus brazos, pero tal parecía que a Kiyoshi le molestaba.

Y cuando el paquete llegó al fin, Izuku era el más emocionado, pues Katsuki había pedido dos: un lindo cojín color azul petróleo y otro naranja azafrán.
Hermosos y cómodos para su vista y tacto, pero, ¿le gustarán a su pequeña bombita?

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—Kiyoshi, ¿por qué no te gustaron tus cojines? Son bastante cómodos— dijo Katsuki, recostándose sobre ambos y cerrando sus ojos.

—Tal vez necesite tiempo, tendremos que acostumbrarlo— comentó Izuku,

—Si tal vez.

El silencio los acompaño en ese momento, solo el sonido de la succión estaba presente.
Katsuki miró al pequeño al ladear su cabeza, dándose cuenta de lo incómodo que comenzaba a verse el pecoso pues su espalda estaba más encorvada y sus piernas cruzadas un poco más elevadas.
Incorporándose en la cama, tomó uno de los cojines y con una sola mirada Izuku captó su intención, bajó sus piernas y levantó un poco el cuerpo de su bebé para que pudiera acomodarlo entre sus piernas.

Al momento de acostarlo, las quejas comenzaron.

—Vamos Kiyoshi, papá Izuku necesita comodidad también.

Un intento fallido por parte de Katsuki al decir eso, pues el pequeño rubio soltó el pezón de Izuku para demostrar su molestia en un llanto ensordecedor.
Ambos se miraron, era un caso perdido, pero, no podían dejar que Kiyoshi les ganará.

No podían dejarse controlar por su pequeño hijo.

Izuku, le pidió a Katsuki que lo cargará mientras él acomodaba mejor el cojín y colocaba una de las mantas favoritas de Kiyoshi encima de este, una vez listo, volvió a pedir al pequeño.

Realmente se les estaba dificultando, pero al final Kiyoshi volvió a tomar el pezón de Izuku y tomar leche de este, aunque el sentimiento no desaparecía, pues por ratos comenzaba a llorar, pero bastante unas palmaditas de Izuku sobre su espalda y pañal para sentirse arrullado, haciendo que se volviera a pegar a su pecho.

Fue un pequeño avance, pero algo era algo y ambos se sentían tranquilos por el logro.

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Día y noche con el mismo procedimiento y una semana después, Kiyoshi ya había aceptado el cojín.
Incluso cuando estaba en la cama con sus padres, le gustaba hacerse bolita en el medio de este, terminando por quedarse dormido.

Les pareció bastante gracioso; al principio no lo quería ni sentir, pero ahora necesitaba uno en su cuna para dormir con más calma y por más tiempo.

—¿A quién le habrá heredado lo quisquilloso? — preguntó Izuku, viendo al rubio mayor de soslayo, mismo que se encontraba revisando su celular; obteniendo un simple bufido de su parte— Me resulta bastante increíble.

—¿Por qué?

—Porque a pesar de que fui yo quien lo tuvo, saco muy poco de mí. Mis rizos, mis pecas y color de ojos.

—Es muy pequeño aún. Además, olvidaste lo dramático y llorón.

—¡¿He?! Pero si de los dos tú eres el más dramático. Sí, eso no es del todo mío.

—Bueno, hijo mío tenía que ser, como dijo mi madre.

Izuku rio, acostándose de lado con su vista puesta en su pequeño que dormía profundamente en medio de ambos.

—Ni para que lo puedas negar, es tu viva imagen— comentó, tomando la pequeña mano del menor para comenzar a acariciarla, sonriendo al escuchar su pequeño suspiro como respuesta al tacto.

Katsuki rio a lo que el peliverde dijo, pues jamás sería capaz de negarlo.
Recostándose de lado tal y como Izuku lo hizo, se tomó el tiempo para contemplar a su más hermosa creación, sonriendo al ver el poco parentesco que tenía con el peliverde.

Tal vez físicamente no tengan un gran parecido, pero, muy en el fondo sabía que sería el niño más puro y bondadoso que pueda existir. Y eso lo sabía por el simple hecho que es hijo de Izuku.

 Y eso lo sabía por el simple hecho que es hijo de Izuku

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