Hormonas.

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Lo que se reflejaba en el espejo, no era lo que alguna vez conoció de sí mismo.

Iniciando por su abdomen: unos pequeños gorditos que sobresalen de sus costados, sumando a ello el vientre inflamado que, si bien había disminuido, este no desaparecía. Y aunque más de una persona le mencionó que eso llevaría algo de tiempo, el ver la flacidez de su estómago le hacía sentir sus ánimos por los suelos.

Y qué decir de la zona de su pecho, este se había inflamado mucho más, y ni hablar de sus pezones: hinchados, rojos y llenos de costras que no tardarían en ser arrancadas para volver a ser heridas frescas.

Izuku, frunció sus labios al sentir y ver cómo su leche comenzó a salir por cuenta propia, en los últimos días había sido así, derramando leche a cada momento del día.
Al sentir sus ojos escocer, fue que vio más a detalle el desgaste físico que había tenido en las últimas semanas reflejado en su rostro desmejorado.

Grandes y oscuras ojeras que opacaban sus singulares pecas, su piel era pálida y lucía un poco maltratada. Ni cuando trabajaba con Shoto a altas horas de la noche lo llevaron a tener tal aspecto.

Se sentía cansado, se sentía estresado por el tiempo que lleva sin salir de casa y sobre todo por el tiempo en que lleva sin trabajar, pues desde el nacimiento de Kiyoshi, Todoroki le pidió tomarse un año para dedicarse por completo a su hijo.
Quizá la falta de trabajo lo mantenían más desanimado, después de todo para eso estudio arduamente, para eso se esforzó y ahora su perfecto empleo se le podía esfumar con un solo abrir y cerrar de ojos.

Sin darse cuenta, sus lágrimas comenzaron a fluir sobre sus mejillas.

¿Qué le estaba pasando?

¿Por qué se estaba sintiendo de esa manera?

Muy en el fondo, había un sin fin de miedos que amenazaban con salir a flote con la más mínima incitación.

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Cuando término su ducha, lo que menos esperaba Katsuki al salir del cuarto de baño fue encontrar a Izuku parado frente al espejo de cuerpo completo contemplándose así mismo, ni mucho menos aquel líquido salado y cristalino empapar sus mejillas semi teñidas.

Teniendo como reacción ir hasta donde Izuku se encontraba, sujetándolo de los hombros para girarlo con algo de brusquedad, quedando ahora ambos de frente.

En el momento en que el peliverde escucho los pasos del rubio a sus espaldas, seco sus lágrimas con desespero, no tardando en sentir como su cuerpo era girado con rapidez y algo de fuerza, encontrándose con aquel semblante lleno de angustia. Sintiendo el tacto que tuvo Katsuki en el momento en que acunó su rostro con ambas manos.

—¿Estás bien? ¿Te duele algo? ¿Te paso algo? — pregunto, con la preocupación palpando en su voz.

—Estoy bien, no es nada...

—¿Qué no es nada? ¿Entonces por qué estás llorando mientras te miras al espejo?

—Kacchan, estoy bien de verdad— intento sonreír con sinceridad, pero está se rompió en el momento en que intento curvearse, y se maldijo así mismo— deben ser las hormonas— susurró como último.

—No, no es la verdad y ya no puedes seguirlo callando, desde hace días que no te veo nada bien. Te quejas por todo en general.

—¿Y cómo no quejarme? ¡Me siento cansado, me siento débil y sobre todo insuficiente! — exclamó, sin importarle el sonido quebrado de su voz— solo mírame— se señaló así mismo.

—Yo te veo bien— le respondió Katsuki, soltando su rostro y dando un paso hacia atrás—. Te ves hermoso.

—¡No mientas Katsuki! Esto no soy yo, ya ni siquiera sé cómo termine así. Por más que me cuide no veo resultados— gimoteo, sorbiendo su nariz con un poco de fuerza—, sonara ridículo, pero ya ni siquiera me siento atractivo.

Volver a empezar [BakuDeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora