Narradora
La brisa cálida de Puerto Rico acariciaba la piel de Alondra mientras caminaba por las calles adoquinadas, disfrutando de la vibrante atmósfera de la ciudad. La música de un grupo local resonaba en el aire, y el aroma de la comida callejera le hacía la boca agua. Era una noche perfecta para disfrutar de la vida. Pero, en el fondo, un escalofrío recorrió su espalda, como si alguien la estuviera observando.
Alondra se detuvo en una esquina, sacando su teléfono para revisar la hora. Tenía que regresar pronto a casa. Pero cuando levantó la vista, se encontró con una figura imponente que se acercaba hacia ella. Rai, con su cabello rojo y rizado y una mirada que la atravesaba, se acercaba con un paso firme y decidido.
- Hola - dijo Rai, su voz profunda y seductora - No deberías estar sola a esta hora.
Alondra se tensó. Aunque la mujer era hermosa, había algo inquietante en su presencia.
- ¿Te conozco? - preguntó, sintiendo la necesidad de mantener cierta distancia.
- No, pero lo harás muy pronto - respondió Rai con una sonrisa que no llegaba a sus ojos. Su tono era suave, casi seductor, pero había una amenaza implícita en sus palabras.
Sin poder evitarlo, Alondra dio un paso atrás, su instinto gritando que debía alejarse.
- Lo siento, tengo que irme - dijo, intentando esquivar a Rai, pero la mujer se interpuso en su camino.
- No lo harás - dijo Rai, con una risa que era más bien un susurro amenazante - He estado observándote. Tienes algo especial, algo que quiero tener.
—¿Tener? ¿Qué es? —demandó Alondra, sintiendo cómo su corazón latía desbocado.
Antes de que pudiera reaccionar, Rai se acercó rápidamente y tomó su muñeca, atrapándola con una fuerza sorprendente. Alondra chilló de dolor y intentó liberar su brazo, pero la presión de Rai era inquebrantable.
- Eres mía - declaró Rai, sus ojos llenos de una locura posesiva - Y no permitiré que te alejes de mí.
—¡Suéltame! —gritó Alondra, sintiéndose atrapada en un torbellino de miedo y confusión.
Rai, sin embargo, no se movió. Su sonrisa se ensanchó mientras la miraba con un deleite perturbador.
—No date cuenta. No podrás escapar de mí. Eres solo mía.
Con un movimiento rápido, Rai sacó un pañuelo de su bolso. Alondra, dándose cuenta de lo que estaba sucediendo, luchó con todas sus fuerzas, pero era inútil. Rai cubrió su boca con el pañuelo impregnado de un olor químico que la hizo tambalear. La oscuridad la envolvió rápidamente, y la última imagen que tuvo fue la de Rai, su rostro iluminado por una sonrisa inquietante.
Cuando Alondra despertó, se encontró en un lugar desconocido, en una habitación grande y elegante. Se incorporó, pero se dio cuenta de que sus manos y pies estaban atados. El pánico la invadió, su corazón latiendo frenéticamente.
- ¿Dónde estoy? - gritó, su voz resonando en la soledad.
La puerta se abrió lentamente, y Rai apareció en el umbral, su figura iluminada por la luz del pasillo. Su mirada era intensa, llena de una emoción que Alondra no podía identificar.
- Bienvenida a casa, Alondra - dijo Rai, su tono suave, pero con un aire de amenaza
- Aquí estarás a salvo. Nadie alejarte de mí cuando estás conmigo.- ¡Eres una loca! - gritó Alondra, sintiendo cómo el miedo se convertía en rabia
- ¡Déjame salir de aquí!Rai se acercó, su mirada fija en Alondra, llena de una obsesión inquietante.
- No hay manera de que te vayas. Eres mía. Desde el momento en que te vi, supe que debía tenerte. Y voy a hacer lo que sea necesario para que te quede claro que eres mía.
Alondra sintió que el aire se le escapaba. Cada palabra de Rai era como un peso que la aplastaba. La locura en los ojos de Rai era aterradora, y Alondra comprendió que había cruzado una línea de no retorno.
- Esto es solo el comienzo - susurró Rai, acariciando su rostro con una ternura retorcida - Vamos a ser felices juntas. Solo necesitas entender que no puedes irte. Nunca más.
Alondra se hundió en la cama, sintiendo que cada minuto que pasaba la alejaba más de su antigua vida. Rai había transformado su mundo en un campo de batalla, y no había escape de la locura que la envolvía. En ese momento, entendió que lo que había comenzado como una noche normal se había convertido en su peor pesadilla, y el amor que nunca había conocido se había convertido en una prisión.
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YOU'RE MINE
FanfictionCada paso, cada mirada, cada respiración es mía. No hay rincones donde puedas esconderte, no hay libertad fuera de mi control. Te amo, te poseo, y jamás dejaré que escapes. Eres mía, Alondra, ahora y siempre. Siempre le suplicaba que me dejara ir. Q...