Narradora
El día apenas empezaba, pero la atmósfera ya estaba cargada de una tensión opresiva. Alondra, aún adolorida por la noche anterior, se levantó de la cama con la sensación de que algo andaba terriblemente mal. La conversación que había tenido con Rai no había servido de nada. La promesa de cambio, la aparente vulnerabilidad de Rai... todo había sido una mentira.
El sonido de pasos fuertes resonó en el pasillo, y un escalofrío recorrió su columna vertebral. Sabía que era ella. Rai. Algo en esos pasos le decía que hoy sería diferente. Peor.
La puerta se abrió bruscamente, sin previo aviso. Rai entró con una expresión que Alondra reconoció al instante: ira contenida, furia incontrolable. Su mirada, aquella que la noche anterior había mostrado un atisbo de humanidad, ahora solo proyectaba frío, vacío, y una peligrosa mezcla de control y caos.
- Ven aquí - ordenó, sin siquiera mirarla.
Alondra obedeció sin cuestionar, sabiendo que cualquier respuesta o gesto podría desencadenar algo mucho más brutal. Se movió con torpeza, el dolor en su cuerpo aún presente, una constante recordatorio de lo que Rai era capaz de hacer.
- ¿Dónde está la chica sumisa que conocí? - preguntó Rai, su tono cargado de veneno
- ¿La que sabía cuál era su lugar?Alondra no respondió. Sabía que cualquier palabra sería inútil. Intentó mantener la calma, pero el miedo estaba ahí, tangible, apretando su garganta.
- ¿Qué? ¿Ahora no tienes nada que decir? - Rai avanzó hacia ella, sus pasos firmes, su sombra devorando a Alondra - Ayer estabas muy habladora, muy... valiente.
Alondra retrocedió un paso, pero Rai ya estaba demasiado cerca. Sintió el agarre feroz de sus manos en su brazo, la fuerza aplastante que siempre usaba para recordarle quién tenía el control.
- Rai, por favor - susurró, la voz apenas audible - No quiero más violencia.
Una carcajada fría escapó de los labios de Rai. La soltó de golpe, empujándola hacia la cama.
- ¿Violencia? - se burló, inclinándose sobre ella - No sabes lo que es la verdadera violencia, Alondra. Lo que te he hecho hasta ahora es nada comparado con lo que soy capaz de hacer.
El corazón de Alondra martillaba en su pecho, y su mente luchaba por mantener la calma. Sentía cómo el terror la invadía, pero también algo más. La desesperación se mezclaba con una resistencia latente, un instinto de supervivencia que le decía que no podía dejarse vencer por el miedo.
Rai se acercó aún más, sus ojos oscuros llenos de una furia que parecía arder desde lo más profundo de su ser. Sus manos apretaban los hombros de Alondra con tal fuerza que pensó que sus huesos podrían romperse en cualquier momento.
- Me perteneces - dijo Rai con voz baja y amenazante - No importa lo que pienses, lo que digas, ni lo que sientas. Estás aquí para obedecerme, ¿entiendes?
Alondra luchó por no sollozar. No quería darle esa satisfacción. Pero las lágrimas ya brotaban en sus ojos, quemándole las mejillas. Intentó mantener la voz firme cuando respondió, aunque apenas podía controlar el temblor de su cuerpo.
- No puedes seguir así... Rai, esto no es amor. Esto es, una obsesión...
Por un segundo, el rostro de Rai se contrajo, pero rápidamente volvió a cubrirse con esa máscara de crueldad que la definía. Sus dedos se clavaron más en la piel de Alondra, haciéndola gemir de dolor.
- Tú no sabes nada de amor - espetó Rai
- Todo lo que sé es que si te dejo ir, me destruirás. Y no lo permitiré.Con un movimiento brusco, la empujo de golpe, haciendo que Alondra cayera sobre la cama. Se quedó allí, respirando con dificultad, mientras Rai la observaba desde arriba, imponente, una sombra de pura violencia.
- Hoy vas a aprender, Alondra - dijo Rai, acercándose lentamente hacia Alondra
- Aprenderás lo que realmente significa pertenecer a alguien. Y cuando termine contigo, no te quedará otra opción que amarme. Porque, quieras o no, soy todo lo que te queda.La puerta se cerró tras ella con un estruendo, quedando únicamente con esa maniática en el cuarto. El aire en la habitación se sentía espeso, cargado de miedo y desesperación. Alondra, aún temblando, se quedó inmóvil por unos minutos, su mente incapaz de procesar lo que acababa de ocurrir.
- Y si no aprendes por las buenas, aprenderás por las malas - comenzó a quitarse su ropa.
El pánico se instaló en su pecho. Sabía que Rai no estaba jugando. Si antes había pensado que la violencia de Rai tenía un límite, ahora estaba segura de que no lo había. Rai podía hacerle cualquier cosa, y eso la aterrorizaba.

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YOU'RE MINE
FanfictionCada paso, cada mirada, cada respiración es mía. No hay rincones donde puedas esconderte, no hay libertad fuera de mi control. Te amo, te poseo, y jamás dejaré que escapes. Eres mía, Alondra, ahora y siempre. Siempre le suplicaba que me dejara ir. Q...