Narra Rai
Desde el instante en que la vi, supe que Alondra era diferente. Había algo en la forma en que caminaba, en cómo su cabello se movía con la brisa, en esa sonrisa que parecía iluminarlo todo... Algo que me hizo sentir viva. Era mía desde el primer momento. Pero ella no lo entendía todavía.
Aquí, en esta habitación, mientras la observo sentada desde una silla, puedo sentir la tensión en el aire. Aún está luchando, su orgullo y su miedo como una barrera entre nosotras. Pero eso está bien. El amor verdadero toma tiempo, y yo puedo esperar.
Me acerco lentamente, tratando de no asustarla más de lo necesario. Quiero que entienda que esto no tiene que ser doloroso, que puede ser hermoso si ella lo permite. Mi amor por ella es inmenso, incondicional, y haré lo que sea necesario para protegerla, incluso de sí misma.
- Alondra, - mi voz es baja, suave, como una caricia - ¿Por qué sigues resistiéndote?
Ella me ignora al principio, su mirada fija en algún punto del techo. Está tan cansada. Puedo verlo en sus ojos. El cansancio de luchar contra algo que es inevitable. Me duele verla así, verla sufrir cuando todo lo que quiero es que sea feliz. A mi lado.
- No te estoy haciendo daño, - continúo mientras me siento a su lado en la cama
- Todo esto es por ti. Porque te amo.Finalmente, gira su cabeza hacia mí, sus ojos llenos de una mezcla de miedo y confusión. Me mira como si no pudiera creer lo que estoy diciendo, como si mis palabras fueran una lengua extranjera que no puede entender.
- Esto no es amor, Rai - murmura con la voz rota - Es control.
Sus palabras me atraviesan, pero no de la manera que ella piensa. No es control lo que busco. Es conexión, una unión perfecta entre nosotras dos. Pero claro, no lo ve aún. Es demasiado joven, demasiado asustada. Pero en el fondo, sé que lo siente. Sé que hay algo dentro de ella que responde a mí, aunque no quiera admitirlo.
- No lo entiendes ahora, - le respondo suavemente - Pero lo harás. A veces, el amor verdadero requiere sacrificios. Yo lo he hecho por ti. Y un día, cuando dejes de tener miedo, verás que esto es lo mejor para ambas.
Se revuelve ligeramente en la cama, sus ataduras limitando sus movimientos. Odio tener que mantenerla así. Pero no tengo otra opción. No quiero que se haga daño, no quiero que cometa un error que arruine lo que podríamos tener. Cuando todo esto pase, cuando por fin acepte lo que es, podrá moverse libremente. Será libre en la forma más pura, sin las cadenas de la duda o el miedo.
- Solo quiero irme a casa, Rai - susurra Alondra, y esa simple frase me hace estremecer.
Me inclino hacia ella, tomando su mano con suavidad. Siento cómo su cuerpo se tensa al contacto, pero no retiro la mano. Quiero que sienta mi calidez, que entienda que no estoy aquí para hacerle daño.
- Esta es tu casa ahora, - le digo - Yo soy tu hogar. Nadie más puede cuidarte como yo lo hago. Nadie más puede amarte como yo lo hago. No puedes irte de algo que está destinado a ser.
La miro a los ojos, buscando ese destello, esa chispa que sé que está ahí, enterrada bajo el miedo. Ella me mira de vuelta, sus ojos llenos de lágrimas no derramadas, y por un segundo, creo ver algo más que miedo en ellos. Algo que se parece a comprensión. O tal vez es mi deseo de que lo entienda lo que me hace verlo.
- Rai, no... - comienza, pero la interrumpo, poniéndole un dedo sobre los labios.
- Shh... - le susurro - No digas nada. No quiero que sigas luchando. Quiero que descanses, que sientas mi amor sin resistencia. Yo te protegeré, Alondra. De todo. Incluso de ti misma, si es necesario.
Me levanto de la cama y camino hacia la puerta, dándole un último vistazo antes de salir. Sé que su corazón está empezando a cambiar. Solo necesita tiempo. Y yo estoy dispuesta a dárselo. Porque cuando amas a alguien de verdad, haces lo que sea necesario para que ese amor florezca.
Y yo sé, con cada fibra de mi ser, que Alondra y yo estamos destinadas a estar juntas.
Solo es cuestión de tiempo.
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YOU'RE MINE
FanfictionCada paso, cada mirada, cada respiración es mía. No hay rincones donde puedas esconderte, no hay libertad fuera de mi control. Te amo, te poseo, y jamás dejaré que escapes. Eres mía, Alondra, ahora y siempre. Siempre le suplicaba que me dejara ir. Q...