Capítulo 12

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Narra Rai

Observaba a Alondra mientras se sentaba en el sofá, absorta en sus pensamientos, y no podía evitar sentir un profundo interés por ella. Era fascinante cómo había pasado de ser una mujer asustada y vulnerable a alguien que, aunque aún dudaba, comenzaba a mostrar destellos de curiosidad. Su mirada, antes llena de miedo, ahora reflejaba algo más, aparte de miedo, algo que me llenaba de esperanza.

Sabía que mis acciones habían sido extremas, que la forma en que había tomado control de su vida la había marcado. Pero, a pesar de eso, había algo en su forma de ser, en esos momentos fugaces en que me miraba a los ojos, que me hacía sentir que había una luz encendida en su interior. Era un cambio sutil, pero lo podía ver.

Hoy, mientras me preparaba para salir, decidí no presionar demasiado. La vi mirando por la ventana, el sol iluminando su cabello, y por un instante, no pude evitar sonreír. Ella era hermosa, incluso cuando estaba perdida en sus pensamientos. Era un recordatorio de que, a pesar de todo, había algo especial entre nosotras.

- ¿Estás lista para salir? - pregunté, manteniendo mi tono ligero y amigable, tratando de aliviar la tensión que a veces flotaba entre nosotras.

Se giró hacia mí, y vi cómo sus ojos se hicieron un poco brillantes, no lo sé, podría ser mi imaginación. Ahí estaba la chispa. Esa conexión que ambos estábamos intentando ignorar. Su rostro se tornó serio, pero había un pequeño destello en su mirada que no pasó desapercibido.

- ¿A dónde vamos? - preguntó, su curiosidad evidente. Esa pequeña pregunta me llenó de satisfacción; había un interés genuino allí.

- Te voy a mostrar el jardín - dije, tratando de mantener mi voz relajada. Sabía que era un lugar donde podría explicarle algunas cosas sobre esta mansión y, al mismo tiempo, darle espacio para que se sintiera más cómoda. - Es uno de mis lugares favoritos.

Ella asintió lentamente, y aunque podía ver que aún había un rayo de incertidumbre en sus ojos, la forma en que se enderezó y siguió mis pasos era un indicativo de que había un cambio en su actitud.

Al llegar al jardín, el aire fresco y el canto de los pájaros crearon una atmósfera más relajante. Las flores vibrantes parecían danzar al ritmo del viento, y el sol brillaba cálidamente sobre nosotras. Era un lugar mágico, un refugio que esperaba que pudiera compartir con Alondra.

- Es hermoso aquí - comentó, y aunque su voz era suave, había un destello de admiración en sus ojos.

- Me alegra que lo pienses - respondí, sintiéndome más relajada. Este era mi espacio, un lugar donde podía ser yo misma y, tal vez, mostrarle a Alondra que aquí, en este mundo que había creado, había seguridad y belleza.

Mientras caminábamos, me di cuenta de que la distancia que solía existir entre nosotras se iba acortando. Podía sentir su energía, esa nueva curiosidad que emanaba de ella. Y aunque sabía que mis sentimientos por ella eran profundos y posesivos, también había un anhelo de conexión que no podía ignorar.

- Hay algo que quiero mostrarte - dije de repente, llevándola hacia una pequeña fuente en el centro del jardín. El sonido del agua corriendo era relajante y, al mismo tiempo, envolvía el momento en un aura de intimidad.

- Es... encantador - murmuró, y en su voz había un tono un poco desconfiado. Era un sonido casi melódico, como si en ese instante estuviera comenzando a dejar de lado sus temores.

Me acerqué a la fuente y, sin pensarlo demasiado, sumergí mis manos en el agua, salpicando un poco. Era un gesto juguetón, pero también un intento de romper las barreras que existían entre nosotras. Alondra rió suavemente, una risa que resonó en mi corazón como música.

- ¡Rai! - exclamó, intentando alejarse del agua, pero yo me acerqué más, disfrutando de su risa, disfrutando de la vida que comenzaba a cambiar un poco entre nosotras.

- Perdón, no pude evitarlo - dije, sintiendo que el ambiente se había vuelto más ligero. En ese momento, algo se movió entre nosotras. Había una conexión, un entendimiento que no podía describir.

Me atreví a acercarme un poco más, y pude ver cómo sus ojos se iluminaban de una manera que me hacía sentir viva. No había un rastro del miedo que solía habitar en su mirada; ahora había curiosidad y... tal vez un poco de deseo. Era un pequeño paso, pero uno que podría llevarnos a un lugar que nunca habíamos imaginado.

- Quizás podrías enseñarme a jugar con el agua - dijo, esbozando una sonrisa tímida. Era un comentario simple, pero sentí que era un avance significativo.

- Con mucho gusto - respondí, y la sonrisa en mi rostro era genuina. El deseo de acercarme a ella crecía, pero esta vez no era solo por posesión. Era el deseo de compartir, de conectar de una manera más profunda. Ese pequeño momento de complicidad me hacía pensar que, tal vez, había esperanza para ambas.

A medida que continuábamos disfrutando de la frescura del jardín, mi corazón se llenó de anticipación. Podía sentir que había algo más entre nosotras, y que, a pesar de las complicaciones y mi forma de ser, tal vez el amor que estaba creciendo entre nosotras podría ser suficiente para superar todo.

O tal vez me estoy inventando todo esto por mi deseo de que Alondra me ame.

YOU'RE MINEWhere stories live. Discover now