Capítulo 11

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Munich, Alemania. 26 de Diciembre 2004.

Bill's Pov.

- No, Tom. Detente ya, por favor - Destruía todo a su paso, los muebles, platos, vasos, ropa, sábanas. Incluso hacía desastres con la comida. Era como tener un crío de 5 años que no sabe hacer nada más que destruir todo lo que toca. De esos niños que no razonan y solo gritan, golpean, escupen, lloran y lloran y lloran sin parar cuando les dices que no pueden comer caramelos después de las 6 de la tarde porque les puede doler la barriga. Como si una razón justa no fuera suficiente, hacen lo que se les da la gana y bajan a escondidas a tomar lo que quieren, para luego quejarse del dolor. Crees que después de eso van a entender que un "no" a veces es para protegerles, pero no. Siguen y siguen con la misma actitud de mierda de siempre, porque esos niños no se corrigen, no cambian, solo empeoran. Ahora Tom era ese niño para mí y me estaba costando horrores ponerle límites. Él no quería entender, no quería estar en paz, solo quería incendiar todo su paso, en un sentido figurado, y a veces, temía porque fuera algo literal.

- Cállate, me tienes jodido. ¡NO TE SOPORTO!. Déjame ir de una buena vez - Daba golpes a la puerta principal - Maricón de mierda, búscate otro que te meta la polla, pero a mi, D É J A M E  E N  P A Z.

Nicholas había reforzado la puerta principal desde que vinimos a vivir aquí. Solo alguien con una fuerza exageradamente grande podría aflojarla de un golpe, porque era casi imposible tumbarla así como así.

Cuando se dio por vencido se sentó en el sofá a despotricar, a patear la mesita del centro, rompió un florero de plástico y con sus manos deshizo todas las flores, dejando un cochinero en toda la sala.

- Tom, por favor. Habla conmigo, no quiero tener que... - Se levantó del sofá y se fue a su habitación. Escuché un portazo y no salió más.

Desde ayer está insoportable, todo lo destruye, todo son gritos, amenazas, ya no quiere estar aquí y mucho menos conmigo. No sé qué fue lo que hice para que de un momento a otro él explotara de esa forma. Todo me parecía increíblemente extraño, Tom trataba de lastimarme, de sacarme de quicio a base de palabras, insultos y amenazas, pero ya no había vuelto a ponerme una mano encima. ¿No se sentía lo suficientemente fuerte para enfrentarme?. Ya le había probado que yo también le soltaría de hostias si se le pasaba la mano conmigo. Algo no me hacía click en todo esto, hay algo que seguro no estoy viendo.


Munich, Alemania. 27 de Diciembre 2004.

- Que asco me das, si no me dejas salir ahora mismo se me va a pegar lo maricón, eh. O tal vez lo mejor es que yo te enseñe cómo ser un hombre, ¿no crees? - Subió las escaleras tan rápido que no me di cuenta de que se encerró en mi habitación.

- Sal de ahí, idiota - Traté de abrir la maldita puerta, pero estaba atrancada.

- Esto parece de tía - Un sonido de tela rasgándose acabó con el silencio - esto es horrible, maldita sea.

- PUEDES ROMPER TODO LO QUE QUIERAS, ESTÚPIDO, ME DA IGUAL.

Le dejé en mi habitación, si quería destruir todo, le dejaría. Si él no descargaba su ira de esa forma lo siguiente sería yo y la verdad no me apetecía para nada pegarle.

Lo destruyó todo, mi habitación era un completo desastre, todo estaba revuelto, roto, en pedazos, todo, absolutamente todo y con eso mi paciencia.

Cuando pensé que por fin se detendría porque ya no tenía nada más que destruir buscó un nuevo objetivo. Yo, mi dignidad y autoestima.


Munich, Alemania. 28 de Diciembre 2004.

- ¿Te has visto en un espejo?. Es que das asco, eres repugnante y, ahora que lo pienso, es por eso que me tienes aquí encerrado, porque no eres capaz de conseguir a alguien que te quiera por voluntad propia. ¿A cuantos más tienes encerrados?. Estás tan igual, o más, enfermo que yo - Gritaba y gritaba todas esas palabras hirientes y yo ya me estaba cansando. No podía más.

For your hateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora