Capítulo 21

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Bill's Pov

Esto parecía una cacería de perros, pero la cacería era tan estúpida como cuando se persiguen ellos mismos la cola. Yo era un perro callejero que se perseguía la cola, con la tonta ilusión de cazarla y devorarla sin saber que eso provocaría un gran dolor. Yo era ese perro y mi cola era el pueblo fantasma, en el que según, aún vive la abuela de Tom. Había conducido casi un día entero, buscando por aquí y por allá, algún letrero viejo o algo, una pista, pero cada vez que parecía haber encontrado algo, me topaba con que no había nada, solo había tierra, llanos y cultivos muertos.

- Maldita sea - Estos eran viajes de no acabar. Había comprado tanques de gasolina llenos para llevar en la cajuela, porque por estas zonas no hay gasolineras o algo donde quedarme varado para pedir ayuda si me quedaba sin combustible, pero aunque fueran 3 tanques los que llevaba en el coche ya había usado dos de ellos. Debía calcular muy bien la distancia, sino me tocaría caminar kilómetros y kilómetros en un camino vacío, en el cual, si no me ponía avispado seguro me pasaban violando o incluso asesinando y esas eran dos cosas a las que ya me había enfrentado mucho el año pasado y que quería dejar atrás.

Estaba por anochecer y me empezaba a poner nervioso, no tenía buena recepción en el móvil, no había recibido o podido hacer llamadas. Georg no había enviado ni un texto, ¡nada de nada!. Mi cabeza iba a mil por hora, me preocupaba el camino, que estaba anocheciendo, no saber nada de Tom, no saber si iba a encontrar o no a su jodida abuela, que ahora mismo solo me sacaba de quicio pensar en ella, todo me abrumaba demasiado que no me había dado cuenta que desde hace... ni sabía cuantas horas, no había tenido una comida real y sustentada.

Salí a la carretera que llevaba a Hamburgo, me había decidido a entrar a la ciudad, de igual forma no estaba muy lejos. Incluso podría quedarme en nuestro apartamento de antes, no lo había decidido hasta ahora, solo era una idea que estaba contemplando.

Conduje sin quitar la vista del camino, cuando sin darme cuenta, me vi en las mismas calles que conocía, las que tantas veces había transitado. Eso solo significaba una cosa, ya estaba cerca del centro de Hamburgo. El apartamento quedaba a, más o menos, una hora de aquí. Me lo pensé varias veces, pero la verdad no me hacía ilusión regresar a el si no era con Tom a mi lado. No me quedaba más que seguir el plan original, acampar en el coche.

Lo bueno de Hamburgo era que, por la alta afluencia de turistas que rentaban carros para recorrer Alemania, habían descampados en los cuales podías acampar para descansar un rato, lo mejor de todo era que habían baños portátiles y pequeñas casetas de comida, podías usar todo lo que había solo por 7 euros, una ganga si a mi me lo preguntan.

Me estacioné entre varios vehículos, ahí donde concurren bastantes personas. Más que por casualidad, lo hacía por no estar solo. Con las cosas que había vivido, más me valía estar acompañado para evitar cualquier "accidente". Estaba entre dos casas rodantes, de esas que ves en las películas americanas, eran bastante guays. Me gustaría rentar una así con Tom cuando fuéramos más mayores y poder conocer toda Alemania.

Salí del coche y entre tanta gente me formé en la fila para comprar pan y embutidos. No importaba donde estuvieras, ese tipo de cosas siempre solían ser de buena calidad en cualquier lugar de Alemania. Observaba todo a mi alrededor, curioseando entre tanta gente, cuando de una de las casas rodantes vi bajar unos ojos que conocía bien.

- ¡Bill! - Me saludó cuando me reconoció a lo lejos.

- ¡Stella! - Le devolví el saludo bastante animado. Stella, mi única amiga de la facultad.

- ¿Qué haces aquí? - Preguntó cuando estuvimos más cerca. Se formó a mi lado y comenzamos a conversar como pericos habladores.

- Estoy de paso, solo tengo coche así que no tenía de otra, pero, ¿y tú?.

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