Emma.
El agua se siente cada vez más fría.
Abro los ojos debajo del agua y los veo a todos apostados alrededor del tanque transparente en el que estoy sumergida, mirándome. Algunos de ellos alarmados, otros buscando la forma de sacarme.
He estado soportando no respirar por demasiado tiempo y no sé cómo lo estoy haciendo, ni siquiera sé cuánto llevo aquí metida, solo que se ha sentido como una eternidad.
Siento como mis pulmones arden, mi corazón late con fuerza y mis músculos están entumecidos.
Unas manos fuertes me tomaron de los brazos y tiraron de mí a la superficie. Yo jadeo por aire y toso un par de veces.
—¿Cómo lo hice? —pregunto, aun respirando con dificultad.
—Estabas alterando tu ritmo cardiaco y tus pulmones estaban a punto de explotar —dijo la doctora, con toda la seriedad y garabateando algo en su libreta.
—Wow! ¿En serio? —dije, mi tono demasiado emocionado. O lo más emocionado que una chica a medio morir puede sonar.
—Emma, esto no es un juego. No vuelvas a hacer algo así solo por una apuesta —dijo la doctora. Se refería a la apuesta que habíamos hecho Dylan y yo hace unos momentos —.Ahora sal de ahí para que podamos evaluarte y descartar cualquier herida interna de la que no nos estemos dando cuenta.
Una persona detrás de mí me ayuda a salir del agua y me doy cuenta que se trata de Styles. Luce bastante preocupado, como el resto de los guardias. Todos estaban aquí antes para saber cómo estaba, pero Hilary ya se fue y con ella esta Becky y Parker en alguna parte del laboratorio.
Harry me pasa una toalla y yo seco mi cara. Entonces, Tomlinson empieza a regañarme. No le pongo mucha atención, solo continuo secando mi cuerpo, poniendo cuidado en mi cabello.
—¿Ya terminaste? —le pregunto a Tomlinson, cuando se queda callado por un instante.
—¡No puedes tomarte todo esto a la ligera! —dice él.
—Obsérvame.
Le agradezco a Harry por la toalla y camino lejos de ellos, aun en el escaso top deportivo y los shorts de licra. Aunque esta todo mojado, me pongo la camiseta encima y me encuentro con Dylan.
Él me ofrece una disculpa, por haber provocado todo esto de la apuesta.
—De cualquier forma te gané, idiota —dije. Ambos reímos, eliminando la tensión.
—Por casi un minuto. Eso debería de estar en un libro de records o algo —dijo Dylan.
Habíamos apostado que él haría mi cena por una semana o que yo lo besaría en frente de todos. Gracias al cielo, pude ganar. Aunque a costa de casi morir ahogada.
Se suponía que teníamos que aguantar la respiración debajo del agua para saber que tan bien estaban nuestros pulmones.
Antes, nos habían sacado sangre de nuevo para registrar cualquier cambio respecto a la primera vez y lo escalofriante fue que tomaron dos muestras. Aun me siento mareada por toda la sangre que perdí, tal vez esa es la razón por la que estoy tardando tanto en estabilizarme.
—Termina tu suero —dijo la doctora Shaw con voz firme, cuando la alcance, indicando al bote que yo había dejado a medio terminar en una de las mesas del laboratorio.
—No lo necesito —dije.
—Lo necesitas —la doctora me envió una mirada enojada. Parece que será parte de la lista de las personas a las que he sacado de quicio.