Hilary.
Hoy es el segundo día en el que nos dirigimos a la piscina para el entrenamiento que requiere el reto de esta semana.
Mi nueva niñera es el Teniente Harry Styles. Esta vez se ha ganado bastante bien ese título porque tiene que cuidarme en el agua como una niña pequeña.
No saber nadar me frustra y me aterra a la vez. Lo que es aún peor, soy la única que no puede hacerlo. Todos los demás ayer estuvieron realizando nadado por arriba, mientras que yo la mayoría del tiempo abrazaba a Harry para sentirme protegida. Tenía miedo de ahogarme, él tuvo mucha paciencia conmigo y pudo al menos enseñarme a flotar.
La piscina es profunda, casi como el mar. O bueno, al menos dobla mi estatura. Cualquier descuido significa morir para mí, así que estoy alerta. El miedo a ahogarme, el estrés de aprender a nadar para antes del próximo fin de semana y el olor a cloro, hacen que me duela la cabeza.
Es aquí cuando me arrepiento no haber aceptado ir a las clases de natación que tanto insistían mis papás que tomara. Tal vez en estos momentos podría estar disfrutando del agua, que en realidad me fascina. Puede ser relajante, pero no en grandes cantidades.
Entré con las chicas a los vestidores para colocarnos el traje de baño. Cuando me lo probé por primera vez quede fascinada con el resultado, sin duda hace que mi cuerpo se mire atractivo a la vista de muchos, pude notarlo. Excepto, claro, para la persona que quiero que me mire. Cada vez me doy cuenta que él solo tiene ojos para Emma.
Al terminar espero a las chicas para irnos. Esta vez no me puse mi pantalón deportivo para salir porque ayer me tardé mucho en quitármelo. Estaba atorado a la altura de mis tobillos y era aún más difícil sacarlo cuando estaba consciente de que todos estaban mirándome.
Camino con precaución por la orilla de la alberca para llegar a mi línea asignada, aquí no hay ningún espacio en el cual puedas aprender a nadar sin correr el riesgo de morir ahogada.
Me siento en la orilla. Meto solo mis piernas y el agua esta tibia. Espero a que Harry se meta para que me reciba, ni de broma entraría yo sola. Presiento que no voy a aprender a nadar en un tiempo tan limitado, así que pienso pedirle clases extras a Harry para dominar al menos lo básico.
Harry se posa delante de mí y noto que tiene tatuados unas aves en su pecho. Me gustaría preguntarle qué significan, pero trato de concentrarme en el agua. Me ayuda a entrar en la alberca, sujetándome de la cintura con las dos manos, al principio. Entonces, poco a poco me suelta.
Estoy por mí misma a flote, como me enseño ayer.
Por un segundo entro en pánico y estaba a punto de abrazarme a él, pero se aleja de mí. En este momento podía sentir como mi ritmo cardiaco aumentaba, podría apostar que tengo una mueca en el rostro.
Harry, al notarlo, me ayuda a tranquilizarme. Por un momento dudé que lo lograra, hablaba tan lento que eso no ayudaba, solo hacía que me impacientara más. Aunque, para mi sorpresa, poco a poco lo logró.
—Hilary, estarás bien. Estoy aquí. No tengas miedo —no paraba de decir.
Una vez que pude tranquilizarme, asentí con la cabeza y continuamos con las lecciones. Se acercó a mí para ayúdame a flotar de otra manera, mi cuerpo está completamente tendido sobre la superficie, con su ayuda.
—Relájate —dice y hago lo que me pide. Él está sujetándome, así que no estoy tan asustada.
Aun siento sus manos en mi espalda cuando cierro los ojos. Esta vez no me di cuenta cuando las manos de Harry dejaron de estar en mi cuerpo. El agua choca con mis oídos, siento que la corriente me arrastra.