𝐂𝐀𝐏Í𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟒

89 11 2
                                    

𝐏𝐀𝐑𝐓𝐈𝐃𝐎 𝐄𝐍 𝐄𝐋 𝐉𝐎𝐇𝐀𝐍 𝐂𝐑𝐔𝐘𝐅𝐅

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Aitana

El sol brillaba sobre el Johan Cruyff, y el estadio estaba vibrante con la energía de los aficionados que llenaban cada rincón. La atmósfera era eléctrica, un mar de colores y banderas ondeando mientras nos preparábamos para el partido más esperado de la temporada. Mi corazón latía con fuerza, tanto por la emoción como por la presión que sentía. Sabía que este partido contra el Real Madrid sería una verdadera batalla, y estaba decidida a darlo todo en el campo.

Mientras me preparaba en el vestuario, el entrenador Jonatan nos dio las últimas instrucciones.

-Hoy es el día que mostramos de qué estamos hechas -dijo con firmeza. -Cada pase, cada jugada cuenta. Mantengan la calma, jueguen como equipo y recuerden que cada una de ustedes tiene el poder de hacer la diferencia.

Me miré en el espejo del vestuario, ajustando mi camiseta y respirando profundamente para calmar los nervios. Sentía una mezcla de adrenalina y determinación, y sabía que era el momento de dejarlo todo en el campo.

Al salir al campo, el rugido de los aficionados me envolvió como una ola de energía. La vista del estadio lleno me dio un impulso adicional. Miré hacia las gradas, buscando un rostro familiar entre la multitud. Allí estaba Lidia, con una sonrisa de orgullo en su rostro. Me hizo un gesto con la mano, y eso me llenó de una confianza renovada.

El silbato sonó y el partido comenzó. Desde el primer minuto, se notaba que el Real Madrid estaba decidido a llevarse la victoria. Cada equipo luchaba por el control del balón, y el ritmo era frenético. Sentía la intensidad en cada jugada, pero me concentré en mantenerme enfocada y aprovechar cada oportunidad.

-¡Vamos, chicas! -grité, animando a mis compañeras mientras corría. -¡Podemos hacerlo!

Me movía con rapidez, interceptando pases y buscando las mejores oportunidades para atacar. El balón pasaba entre mis compañeras con una fluidez que reflejaba nuestro trabajo en equipo. Era como si cada jugada estuviera sincronizada con precisión.

En el minuto 30, el Real Madrid logró marcar un gol, y la tensión se palpaba en el estadio. Pero no dejé que eso me afectara. Miré a mis compañeras y las vi igual de determinadas.

-¡No nos rendiremos! -les grité, levantando el ánimo del equipo. -¡Vamos a recuperar el terreno!

El partido continuó y cada minuto parecía alargarse. Mi mente estaba concentrada en el juego, pero no podía evitar pensar en Lidia. Sabía que ella estaba allí, observando cada movimiento con la misma pasión y dedicación que yo sentía en el campo.

Finalmente, en el minuto 75, tuvimos una oportunidad crucial. Me encontré con el balón en el borde del área, y con una rápida maniobra, logré evadir a dos defensoras. Sentí la presión, pero también la claridad en mi mente. Me preparé para el tiro y con un golpe firme, el balón voló hacia la portería.

El estadio estalló en vítores cuando el balón se coló en la red. Me dejé llevar por la euforia, celebrando con mis compañeras y mirando hacia las gradas donde Lidia estaba. La vi saltar de su asiento, aplaudiendo y vitoreando. Su expresión de orgullo y alegría me dio un empuje adicional.

El partido continuó con un ritmo frenético, pero mantuvimos nuestra ventaja. Cada jugada, cada pase, era crucial para mantener la delantera. Nos comunicábamos constantemente, apoyándonos mutuamente para asegurar que el Real Madrid no tuviera oportunidad de remontar.

En el minuto 89, un pase largo me llegó justo en el momento perfecto. Corrí hacia el área y, con una precisión milimétrica, hice un pase a Claudia, quien estaba en una posición ideal para marcar el segundo gol. Claudia no falló, y el balón volvió a encontrarse en la red.

El silbato final sonó y el Johan Cruyff estalló en una celebración frenética. La victoria era nuestra, y el esfuerzo había valido la pena. Mis compañeras y yo nos abrazamos, celebrando con una mezcla de alivio y euforia. Me acerqué a la banda para buscar a Lidia, y la vi corriendo hacia el campo para encontrarme.

Nos abrazamos con fuerza en el campo, y sentí el calor de su abrazo y el alivio de compartir este momento con ella.

-¡Lo hiciste! -exclamó, sonriendo mientras me separaba ligeramente para mirarla. -¡Fue increíble!

-Gracias -respondí, conmovida por su apoyo. -Tu presencia aquí me dio una fuerza extra. Necesitaba verte alentar desde las gradas.

Me dirigí hacia el vestuario, donde el ambiente estaba lleno de celebraciones y risas. Después de una rápida ducha y un poco de tiempo para relajarme, me reuní con Lidia en el área de recepción del estadio. La encontré esperando con una gran sonrisa y un ramo de flores.

-Para ti -dijo Lidia, dándome el ramo. -Lo hiciste increíble, y mereces esto y mucho más.

-¡Gracias! -dije, emocionada mientras tomaba las flores. -Y gracias por estar aquí. Tu apoyo significa el mundo para mí.

Pasamos el resto de la noche celebrando con el equipo y disfrutando de la victoria. La cena en un restaurante cercano fue una oportunidad para relajarnos y compartir la alegría de la victoria. Hablamos sobre el partido, el esfuerzo del equipo y nuestras vidas personales, disfrutando de una noche sin preocupaciones.

A medida que la noche avanzaba, sentí una profunda gratitud por estos momentos de felicidad y tranquilidad que compartíamos. Sabía que, a pesar de las dificultades y los desafíos que enfrentábamos en nuestras respectivas vidas, estos momentos juntas nos recordaban lo que realmente importaba.

Con el corazón lleno de alegría y amor, me sentí agradecida por tener a Lidia a mi lado y por la fuerza que nos daba la una a la otra. Al final de la noche, mientras caminábamos juntas bajo las luces de Barcelona, supe que, a pesar de todo, nuestra conexión era lo que nos hacía verdaderamente invencibles.

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Por aquí otro capítulo más, tenía ganas de actualizar ya.

Mañana tengo huelga, por eso el capítulo.

Tendréis un capítulo por día lo que queda de semana!!

𝐃𝐎𝐁𝐋𝐄 𝐉𝐔𝐄𝐆𝐎 • Aitana BonmatíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora