𝐂𝐀𝐏Í𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟏𝟗

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𝐋𝐄𝐒𝐈Ó𝐍 𝐘 𝐑𝐄𝐂𝐔𝐏𝐄𝐑𝐀𝐂𝐈Ó𝐍

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Aitana

Era uno de esos días en el que la energía en el campo de entrenamiento era palpable. El sol brillaba intensamente sobre el Johan Cruyff, y el ambiente estaba cargado de emoción por el partido que se avecinaba. Había trabajado muy duro para llegar hasta aquí, y todo parecía estar en su lugar. Sin embargo, la fortuna tiene una forma extraña de jugar con nosotros.

La lesión ocurrió en la segunda mitad del partido, cuando el Barcelona estaba a punto de cerrar una victoria crucial en la Liga. La tensión en el aire era evidente, y todas estábamos dando nuestro máximo. Sentí cómo mi cuerpo se movía con fluidez, cómo cada pase y cada carrera eran ejecutados con precisión. Estaba en mi elemento, disfrutando del juego.

Pero entonces, ocurrió. En un intento por recuperar el balón, me lancé en una barrida decidida. Todo sucedió en un parpadeo: la contra con la rival, el dolor agudo que se extendía por mi pierna y luego el impacto al caer al suelo. De inmediato, supe que algo estaba mal.

Me incorporé lentamente, tratando de mantener la compostura mientras el dolor se intensificaba. Mi pierna se sentía como si estuviera en llamas, y el grito de dolor que traté de sofocar no fue suficiente para ocultar la realidad. El silbato del árbitro se oyó como un eco lejano mientras el equipo médico se apresuraba hacia mí.

-¿Aitana, estás bien? -preguntó una de mis compañeras, visiblemente preocupada.

-Creo que no -respondí con voz temblorosa, mientras me ayudaban a levantarme. El dolor era casi insoportable, y aunque trataba de mantener la calma, las lágrimas comenzaron a acumularse en mis ojos.

Una vez en la banda, el médico del equipo examinó mi pierna con rapidez pero minuciosidad.

-Vamos a llevarte a que te hagan una radiografía -dijo, su tono profesional no ocultaba la preocupación. -Parece que podrías tener una lesión en el ligamento.

El resto del partido transcurrió en un torbellino de emociones. A pesar de mi intento de estar tranquila, el dolor y la preocupación eran demasiado grandes. Desde la sala de emergencias del estadio, me enviaron a una clínica cercana para realizar una evaluación completa.

Durante el trayecto en ambulancia, mi mente estaba en un caos. Sabía que el diagnóstico podría significar semanas, si no meses, fuera del campo. A lo largo del viaje, sentí una mano cálida tomar la mía. Miré hacia arriba y vi a Lidia, que había llegado a mi lado con la rapidez de siempre.

-Estoy aquí contigo -dijo Lidia, su voz serena y calmada en medio del caos. -Vamos a ver qué dicen los médicos y a enfrentar esto juntas.

El proceso de las radiografías y los exámenes fue lento y exhaustivo. Lidia se mantuvo a mi lado todo el tiempo, ofreciéndome consuelo y apoyo constante. Finalmente, el diagnóstico llegó: una rotura parcial del ligamento de la rodilla. Los médicos me explicaron que necesitaría una cirugía y una extensa rehabilitación.

Lidia y yo salimos de la clínica con un panorama claro pero desafiante por delante. A pesar de la gravedad de la situación, su presencia me dio fuerza. Mientras esperábamos el transporte de regreso a casa, ella me miró con determinación.

-Sabes que vas a superar esto -dijo Lidia, tomando mi mano. -Tu fortaleza es increíble, y sé que te recuperarás más fuerte que nunca.

-Lo sé -respondí, tratando de mantener una actitud positiva. -Pero esto será difícil. No solo por el dolor físico, sino por lo que tendré que perderme.

𝐃𝐎𝐁𝐋𝐄 𝐉𝐔𝐄𝐆𝐎 • Aitana BonmatíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora