𝐂𝐀𝐏Í𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟏𝟎

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𝐔𝐍 𝐃𝐄𝐒𝐀𝐅Í𝐎 𝐈𝐍𝐓𝐄𝐑𝐍𝐀𝐂𝐈𝐎𝐍𝐀𝐋

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Aitana

Cuando recibí la llamada para jugar con la selección en un torneo internacional, sentí esa mezcla de emoción y nervios que siempre me acompaña antes de un gran reto. Jugar para el Barça era increíble, pero vestir la camiseta de mi país, escuchar el himno nacional y sentir el peso de las expectativas de toda una nación era algo que no podía compararse con nada.

El torneo se celebraría en Estados Unidos, y la idea de estar lejos de Lidia durante varias semanas me inquietaba un poco. Sin embargo, cuando le conté la noticia, su reacción fue tan positiva que cualquier preocupación se desvaneció.

-¡Es increíble, Aitana! -exclamó, con una sonrisa que iluminó todo su rostro. -Sabía que te convocarían. Estoy tan orgullosa de ti.

-Gracias, amor -respondí, tomándola de la mano. -No sé cómo voy a estar tanto tiempo lejos de ti, pero sé que esto es importante. Te voy a extrañar.

Lidia me miró con ese brillo en sus ojos que siempre tenía cuando planeaba algo.

-No tienes que extrañarme tanto -dijo, y su tono misterioso me hizo fruncir el ceño.

-¿Qué quieres decir? -pregunté, aunque una parte de mí ya tenía la esperanza de lo que significaban sus palabras.

-Te voy a acompañar -dijo simplemente. -Sé que tengo mucho trabajo, pero también sé cuánto significa para ti que esté allí apoyándote. Así que, ya hablé con mi jefe, y puedo trabajar desde allí. Solo necesito una buena conexión a Internet para seguir con el caso.

Mi corazón dio un vuelco de felicidad.

-¿En serio? ¿Harías eso por mí?

-Por supuesto -respondió, como si la respuesta fuera obvia. -Somos un equipo, Aitana. Siempre lo hemos sido, y estaré allí para apoyarte en cada partido.

Así que, unas semanas después, nos encontrábamos en un vuelo hacia Estados Unidos, ambas emocionadas por la oportunidad de compartir esta experiencia. Lidia había sido mi roca durante tantos momentos importantes en mi carrera, y saber que estaría en las gradas, animándome, me daba una fuerza adicional.

Llegar a los Estados Unidos fue un torbellino de emociones. Desde el aeropuerto, donde nos recibieron con banderas y cánticos, hasta el hotel, donde nos alojaríamos durante todo el torneo. Las calles estaban llenas de fanáticos, y el ambiente de fútbol se sentía en el aire. Sin embargo, a pesar de la presión y la intensidad del momento, tener a Lidia a mi lado hacía que todo pareciera un poco más manejable.

La primera noche, después de un largo día de entrenamientos y reuniones con el equipo, finalmente llegamos a nuestra habitación. Era lujosa, con una vista impresionante de la ciudad, pero lo mejor de todo era la compañía.

-Este lugar es increíble -dijo Lidia mientras exploraba la habitación. -Definitivamente, saben cómo tratar a sus estrellas.

Sonreí, observándola moverse por el espacio con curiosidad.

-Lo único que necesito es a ti -respondí, sintiéndome increíblemente agradecida de que hubiera decidido venir. -Esto no sería lo mismo sin ti aquí.

Lidia sonrió y se acercó a mí, envolviendo sus brazos alrededor de mi cintura.

-Y yo no querría estar en ningún otro lugar.

A la mañana siguiente, todo se volvió más real. El entrenamiento matutino fue intenso, con nuestra entrenadora enfocándose en cada detalle. Sentía la presión, pero también la energía de saber que estábamos representando a nuestro país en un escenario internacional. Había algo diferente en jugar con la selección, una sensación de responsabilidad que me hacía querer dar lo mejor de mí en cada movimiento.

𝐃𝐎𝐁𝐋𝐄 𝐉𝐔𝐄𝐆𝐎 • Aitana BonmatíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora