𝐍𝐔𝐄𝐕𝐎𝐒 𝐂𝐀𝐒𝐎𝐒, 𝐍𝐔𝐄𝐕𝐎𝐒 𝐑𝐄𝐓𝐎𝐒
ღღღ
Lidia
El día comenzó temprano, como casi todos mis días desde que empecé a trabajar en la Unidad de Homicidios. La alarma sonó a las seis de la mañana, y aunque mi cuerpo estaba acostumbrado, hoy sentía un peso adicional en el pecho. Había algo en este nuevo caso que me mantenía en vilo, una sensación inquebrantable que no lograba sacudirme desde que recibí la llamada la noche anterior.
Me levanté con cuidado para no despertar a Aitana. La miré un momento, mientras dormía tranquilamente, ajena a las tensiones que revoloteaban en mi mente. Siempre me había fascinado cómo podía estar tan calmada y en paz, incluso en medio del caos de nuestras vidas. Me incliné para darle un beso en la frente, un gesto rutinario que me recordaba lo afortunada que era de tenerla a mi lado.
La cocina estaba en silencio cuando llegué. El aroma del café recién hecho comenzó a llenar el espacio, brindándome una pequeña dosis de energía de enfrentar el día. Me senté en la mesa, mi portátil abierto frente a mí, con los informes esparcidos por la mesa, como un rompecabezas macabro que necesitaba resolver. Este nuevo caso era particularmente inquietante: un homicidio sin aparente motivo, sin testigos, y con un rastro de evidencia que parecía más una burla que una pista real.
La víctima era una mujer de unos cuarenta años, hallada en su apartamento con signos de lucha, pero sin indicios claros de quién podría haberlo hecho y por qué. Había sido estrangulada, pero el asesino no había dejado ni una huella, ni un rastro de ADN. Solo un par de guantes de cuero en la escena del crimen, que parecían colocados deliberadamente como si el asesino quisiera que los encontráramos.
Mis pensamientos se interrumpieron cuando escuché los pasos suaves de Aitana acercándose. Alzó las cejas cuando me vio con los ojos fijos en los informes.
-¿Ya estás con eso? -preguntó, frotándose los ojos mientras se acercaba a mí. -No has dejado de pensar en ese caso desde que te llamaron anoche.
-Lo sé -suspiré, sin apartar la vista de la pantalla. -Hay algo en esto que no encaja, y no puedo quitarme esa sensación. Es como si me estuviera perdiendo algo, algo importante.
Aitana se inclinó y me dio un beso en la cabeza antes de sentarse a mi lado con su taza de café.
-Eres la mejor en lo que haces, Lidia. Si hay algo que falta, lo encontrarás. Pero no olvides de cuidarte en el proceso, ¿vale? No quiero que te consumas por esto.
La calidez en su voz me hizo sonreír. Aitana siempre sabía cómo calmarme, cómo recordarme que, aunque mi trabajo era importante, mi bienestar lo era aún más.
-Lo sé, lo sé -respondí, volviendo a mi café. -Solo necesito algunas horas más para revisar todo. Hay algo en esos guantes... no sé qué es, pero siento que es la clave.
Aitana me miró con una mezcla de preocupación y comprensión.
-Solo prométeme que te tomarás un descanso cuando llegues a un punto muerto. A veces, desconcertar un poco puede darte la claridad que necesitas.
-Lo prometo -dije, sabiendo que era un compromiso que probablemente me costaría cumplir. -¿Tienes entrenamiento hoy?
Ella asintió.
-Sí, bastante temprano. Nos estamos preparando para el partido del fin de semana. Es contra la Real Sociedad, así que será duro.
-Confío en que lo harás genial -dije, tomando su mano. -Y estaré allí, en las gradas, como siempre.
Aitana sonrió, esa sonrisa que siempre lograba hacerme sentir que todo iba a estar bien, incluso cuando el trabajo se volvía demasiado pesado.
-Gracias, amor. Nosotras también podemos con esto. Tú con tu caso y yo en el campo. Somos un buen equipo.
Después de que Aitana se fuera al entrenamiento, me dirigí a mi oficina en el centro de Barcelona, y me sumergí por completo en el caso. Las horas pasaron volando mientras revisaba las fotografías de la escena, los informes forenses, las declaraciones de los vecinos... pero cada pieza parecía más desconcertante que la anterior. Los guantes eran un punto de obsesión para mí. Eran de cuero fino, costosos, y claramente no pertenecían a la víctima. Pero estaban allí, dejados casi con elegancia en la mesita de la entrada, como si el asesino quisiera asegurarse de que los encontráramos.
«¿Por qué dejarlos?», murmuré para mí misma, repasando las posibilidades. «¿Por qué algo tan incriminatorio, pero sin una sola huella? Esto no tiene sentido...»
Me interrumpió un mensaje de texto en mi teléfono. Era de Aitana
-¿Cómo va todo? Espero que no estés trabajando demasiado. Te quiero.
No pude evitar sonreír. Su apoyo, incluso a distancia, siempre lograba darme un impulso de energía.
-Va lento, pero voy avanzando. ¿Tú cómo vas? Te extraño -respondí.
-Entrenamiento duro, pero necesario. Te veré pronto en casa, ¡no trabajes demasiado!
Dejé el teléfono a un lado, sintiéndome un poco más ligera. La tarde avanzó con llamadas al equipo forense y a algunos testigos que, lamentablemente, no aportaron nada nuevo. El cansancio empezaba a acumularse, pero mi mente seguía trabajando a mil por hora, buscando ese pequeño detalle que pudiera romper el caso.
Finalmente, cuando el sol comenzaba a ponerse, decidí que era hora de cerrar la jornada. Aitana tenía razón: necesitaba un descanso. Empaqué mis cosas y me dirigí a casa, dejando el caso en la oficina por primera vez en días.
Cuando llegué, Aitana ya estaba en casa, estirada en el sofá con un libro en la mano. El ambiente era tranquilo, y solo el sonido suave de la música de fondo llenaba el espacio.
-Hola -dije suavemente, tratando de no interrumpir demasiado su momento de paz.
-Hola, amor -dijo Aitana, cerrando el libro y mirándome con una sonrisa. -¿Cómo fue el día?
-Intenso -admití, mientras me dejaba caer a su lado. -Pero creo que hice algunos avances, al menos en mi mente. Solo necesito un poco de distancia para ver las cosas con claridad.
-Me alegra que hayas decidido parar por hoy -dijo, acariciando mi brazo. -No quiero que te quemes con este caso.
Me recosté contra ella, dejando que su presencia me envolviera en una sensación de calma que no había sentido en todo el día.
-Gracias por ser mi recordatorio constante de que hay más en la vida que el trabajo.
-Siempre -dijo Aitana, con una ternura que me hizo sentir agradecida por tenerla en mi vida. -Y cuando todo se ponga difícil, estaré aquí para ti. Eso nunca va a cambiar.
Nos quedamos allí, en silencio, disfrutando de la compañía mutua. Sabía que el caso seguiría esperando por mí mañana, pero en este momento, todo lo que me importaba era el tiempo que pasábamos juntas, el apoyo y el amor que compartíamos. A veces, los retos más grandes no estaban en el trabajo, sino en recordar que había vida más allá de él. Y con Aitana a mi lado, sentía que podía enfrentar cualquier cosa que se me presentara.
Esa noche, nos fuimos a la cama sabiendo que los días venideros serían duros, pero que nuestro vínculo era lo suficientemente fuerte como para superar cualquier adversidad. Y mientras me acurrucaba junto a ella, sentí que, a pesar de las dificultades, todo estaría bien mientras nos tuviéramos la una a la otra.
ღღღ
🌹🌹🌹
▪ Por aquí un capítulo nuevo!!
▪ Deciros que podéis encontrarme en ig (ffutfem), ahí encontraréis muchas cosas relacionadas con las historias y futuras... por si queréis pasaros.
▪ Nos vemos en el siguiente
🤍🤍🤍
ESTÁS LEYENDO
𝐃𝐎𝐁𝐋𝐄 𝐉𝐔𝐄𝐆𝐎 • Aitana Bonmatí
FanfictionLidia Navarro y Aitana Bonmatí no eran la pareja convencional. Ella, una criminóloga brillante, con una mente afilada para desentrañar los misterios más oscuros de la humanidad; y Aitana, una de las estrellas del Barcelona, apasionada por el fútbol...