𝐂𝐀𝐏Í𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟐

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𝐄𝐋 𝐂𝐀𝐒𝐎 𝐃𝐄𝐋 𝐃𝐄𝐒𝐀𝐏𝐀𝐑𝐄𝐂𝐈𝐃𝐎

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Lidia

Me desperté temprano, como era habitual, y el sonido del despertador me sacó de un sueño inquieto. Aún no había salido el sol, y el cielo estaba teñido de un gris tenue. Me senté en la cama, estiré los brazos y tomé un momento para centrarme. El caso de la desaparición del joven Pablo Martínez me tenía en vilo. Había algo en este caso que me resultaba particularmente perturbador, y la falta de avances me estaba agotando.

Fui al baño y me duché rápidamente, intentando despejar mi mente para enfrentar el día. Cuando salí, el aroma a café ya llenaba la casa, y vi a Aitana en la cocina, preparándose para un día ajetreado. La miré con una mezcla de admiración y preocupación. Ella estaba en el proceso de prepararse para el partido crucial contra el Atlético de Madrid, un rival que siempre traía consigo una presión inmensa.

-Buenos días, amor -le dije mientras me acercaba para darle un beso en la mejilla. -¿Cómo te sientes hoy?

-Buenos días -respondió Aitana con una sonrisa, aunque su expresión denotaba un poco de tensión. -Estoy lista, pero sé que va a ser un partido duro. La preparación ha sido intensa.

-Lo sé -dije mientras me servía un café y un tazón de yogur con frutas. -Pero estoy segura de que lo harás increíblemente bien. Tu equipo tiene todo lo que necesita para ganar.

-Gracias -dijo Aitana, tomándose un momento para mirarme con una expresión comprensiva. -Y tú también, ¿cómo va el caso? ¿Algún avance?

-No mucho -respondí, frunciendo el ceño. -Hemos revisado todas las pistas disponibles y entrevistado a los testigos, pero parece que todo se está cerrando como un callejón sin salida. Pablo desapareció sin dejar rastro, y cada vez que creemos tener una pista, nos lleva a otra dirección.

-Eso suena frustrante -dijo Aitana, mientras comenzaba a preparar su desayuno. -Pero sabes que eres muy buena en lo que haces. A veces, solo necesitas un pequeño detalle para que todo encaje.

-Espero que tengas razón -dije, tomando un sorbo de café. -Estoy haciendo todo lo posible para no dejar ningún cabo suelto. Quiero resolver esto pronto. Los padres de Pablo están devastados.

-Asegúrate de no sobrecargarte -aconsejó Aitana. -Recuerda que también necesitas tiempo para ti. Después del partido, podemos relajarnos juntas, ¿te parece?

-Me parece una excelente idea -respondí, sonriendo. -Vamos a intentar no pensar en el trabajo por un rato después de todo esto.

Después de un rápido desayuno, nos despedimos y salí hacia la oficina. El tráfico era más pesado de lo habitual a estas horas, y me encontré pensando en cómo todo lo que había aprendido y experimentado en mi carrera no parecía ser suficiente para resolver este caso. Mi oficina estaba en el centro de Barcelona, un lugar pequeño pero funcional, lleno de archivos y notas pegadas en la pared.

Me sumergí en el trabajo, revisando los informes de las entrevistas realizadas hasta el momento. Cada página estaba llena de detalles, pero ninguno de ellos parecía ofrecer una pista concreta sobre el paradero de Pablo. Llamé a algunos testigos para hacer seguimientos adicionales y revisé las grabaciones de las cámaras de seguridad de la zona donde se había visto por última vez a Pablo. La frustración crecía a medida que avanzaba, y el peso del caso parecía crecer con cada hora que pasaba.

La mañana se convirtió en tarde, y me sentí un poco abrumada. Tomé un descanso breve para salir a dar una vuelta y despejar la mente. Mientras caminaba por las calles de Barcelona, me encontré pensando en Aitana y en el partido de esta tarde. Sabía que ella estaba dando lo mejor de sí misma, y eso me daba un impulso para seguir trabajando en el caso.

Volví a la oficina con una nueva determinación. A veces, el cambio de perspectiva podía ayudar a encontrar soluciones a los problemas más complicados. Me puse a revisar los detalles de los casos anteriores en busca de similitudes o patrones. En un momento dado, una pequeña coincidencia en los testimonios de los testigos llamó mi atención. Aunque parecía insignificante, me hizo pensar en una nueva línea de investigación.

Mientras la tarde avanzaba, me preparé para una reunión con el equipo para discutir las nuevas pistas que había encontrado. Mientras esperaba a que llegaran, revisé los mensajes en mi teléfono y vi uno de Aitana que decía:

-Ya estamos en el estadio, el ambiente es eléctrico. Espero que todo vaya bien contigo.

Respondí con un breve:

-¡Buena suerte! ¡Te veré desde las gradas! -y luego me sumergí en la reunión.

Los minutos se convirtieron en horas mientras discutíamos los detalles y planificábamos nuestros próximos pasos.

Finalmente, la reunión terminó y me dirigí al estadio para ver a Aitana jugar. Llegué justo a tiempo para el comienzo del partido. El estadio estaba lleno de energía y entusiasmo. Aitana estaba en el campo, con su característico enfoque y determinación. La vi moverse con agilidad, corriendo y manejando el balón con una precisión impresionante. El partido estaba en pleno auge, y me sentí increíblemente orgullosa al verla jugar.

El partido fue intenso, con cada equipo luchando por el control de balón. Aitana se movía con una combinación de fuerza y gracia que siempre me dejaba sin aliento. A medida que el juego avanzaba, me encontré animando y apoyando a Aitana, y me dio la motivación que necesitaba para seguir adelante con mi trabajo.

Al final del partido, el Barcelona salió victorioso, y Aitana se unió al equipo para celebrar. Me dirigí al vestuario para reunirme con ella. La vi salir, sudada pero radiante, con una sonrisa de triunfo.

-¡Felicidades! -le dije, abrazándola con fuerza. -Fue un partido increíble. Estoy tan orgullosa de ti.

-Gracias -dijo Aitana, devolviéndome el abrazo. -Lo hicimos muy bien. ¿Y tú? ¿Cómo va el caso?

-Estoy empezando a ver una posible solución -respondí. -No puedo esperar para resolverlo y finalmente darle a la familia de Pablo la respuesta que necesitan.

-Estoy segura de que lo harás -dijo Aitana. -Ahora, ¿qué te parece si celebramos juntas? Mereces una buena comida y un poco de relax.

-Me encantaría -dije, sonriendo. -Vamos a disfrutar de nuestra noche y olvidarnos un poco de los problemas del trabajo.

Salimos del estadio y nos dirigimos a nuestro restaurante favorito. La cena fue una mezcla perfecta de comida deliciosa y conversación amena. Hablamos sobre el partido y la emoción del día, mientras nos relajábamos en un ambiente cálido y acogedor. Las tensiones del trabajo y las presiones del partido parecían desvanecerse en esos momentos, reemplazados por la simple alegría de estar juntas.

Mientras compartíamos el postre, me sentí agradecida por estos momentos sencillos y por la fuerza que Aitana me daba para seguir adelante. Sabía que, a pesar de los desafíos que enfrentábamos en nuestras respectivas carreras, el apoyo y el amor que teníamos la una para la otra eran lo que realmente importaba.

La noche terminó con una caminata tranquila bajo las luces de la ciudad. Aitana me tomó de la mano, y mientras caminábamos, sentí que todo estaba bien, al menos por un momento. En medio de la incertidumbre del caso y la presión de los partidos, estos momentos compartidos eran el ancla que nos mantenía firmes.

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▪ Perdón, pero yo estoy enamorada de ellas!!

▪ Nos vemos el domingo

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𝐃𝐎𝐁𝐋𝐄 𝐉𝐔𝐄𝐆𝐎 • Aitana BonmatíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora