𝐂𝐀𝐏Í𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟗

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𝐋𝐀 𝐂𝐄𝐍𝐀 𝐂𝐎𝐍 𝐋𝐎𝐒 𝐏𝐀𝐃𝐑𝐄𝐒

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Lidia

La idea de organizar una cena con nuestras familias había estado flotando en el aire durante un tiempo. Aitana y yo llevábamos cuatro años juntas, y aunque nuestras familias se conocían de manera superficial, no habíamos tenido la oportunidad de reunirnos todos en una misma mesa. Era algo que ambas queríamos hacer, no solo para compartir una buena comida, sino para que nuestras familias vieran lo felices que éramos juntas.

La semana previa a la cena fue un torbellino de planes y preparativos. Decidimos hacerla en nuestro apartamento, un lugar que ambas considerábamos nuestro refugio, donde cada rincón estaba impregnado de recuerdos compartidos. La idea de tener a nuestros padres y hermanos bajo el mismo techo, compartiendo historias y risas, me llenaba de emoción, aunque también un poco de nerviosismo.

La tarde de la cena llegó rápidamente. Aitana y yo habíamos pasado el día limpiando, cocinando, y asegurándonos de que todo estuviera perfecto. La mesa elegantemente puesta, con velas, flores frescas, y la mejor vajilla que teníamos. El aroma del guiso que habíamos preparado se extendía por todo el apartamento, mezclándose con el del vino que se estaba aireando en la mesa.

-¿Todo listo? -preguntó Aitana, mientras terminaba de poner las servilletas en la mesa. Su expresión era una mezcla de concentración y emoción.

-Creo que sí -respondí, repasando mentalmente la lista de cosas que habíamos preparado. -La comida está lista, la mesa puesta, y la casa huele increíble. Solo falta que lleguen.

Aitana se acercó a mí y me abrazó desde atrás, apoyando su cabeza en mi hombro.

-Gracias por ayudarme con todo esto. Sé que puede ser estresante, pero estoy feliz de que nuestras familias vayan a estar juntas esta noche.

-Estoy emocionada también -dije, girándome para mirarla a los ojos. -Esto es importante para nosotras, y creo que todos se darán cuenta de lo mucho que nos amamos.

El timbre sonó justo en ese momento, interrumpiendo nuestro pequeño momento de tranquilidad. Ambas sentimos una pequeña descarga de nerviosismo.

-¡Ahí están! -exclamó Aitana, con una sonrisa nerviosa pero entusiasta.

Fui hacia la puerta y la abrí para recibir a nuestros primeros invitados: mis padres. Mi madre, siempre radiante, me abrazó inmediatamente.

-¡Lidia, cariño! ¡Qué bien te ves! -dijo, dándome un beso en la mejilla. -Gracias por invitarnos. Hemos estado esperando esta cena desde que nos lo dijiste.

-Me alegra tanto que estén aquí, mamá -respondí, devolviéndole el abrazo. Mi padre, como siempre, había sido un poco más reservado. Me abrazó también, con una sonrisa cálida.

-Gracias por recibirnos, hija -dijo. -Tu madre no ha parado de hablar de esto toda la semana.

Sonreí y los conduje al salón, donde Aitana se acercó para saludar.

-¡Hola, señores Navarro! -dijo Aitana, dándoles un abrazo a cada uno. -Qué alegría tenerlos aquí.

Mis padres le devolvieron el gesto con cariño.

-¡Aitana, querida! ¡Qué gusto verte! -dijo mi madre. -Gracias por recibirnos en su hogar.

Antes de que pudiéramos continuar con la conversación, el timbre sonó de nuevo. Esta vez, eran los padres de Aitana, acompañados por su hermano. Aitana se apresuró a abrir la puerta, y la escena fue casi idéntica: abrazos, besos y sonrisas por doquier.

𝐃𝐎𝐁𝐋𝐄 𝐉𝐔𝐄𝐆𝐎 • Aitana BonmatíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora