Capítulo 2: Tormenta de Cambios

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El sable de luz vibraba en mi mano mientras la tormenta de arena se desataba en el horizonte. Con cada ráfaga, sentía que un nuevo poder despertaba dentro de mí, y a la vez, una creciente ansiedad me invadía. Sabía que debía regresar a la estación, pero el cielo oscuro y el viento rugiente me desafiaban, como si el universo se resistiera a dejarme ir.

Monté en mi deslizador, el viento golpeando mi rostro mientras el motor gruñía contra la tempestad. Mis pensamientos se entrelazaban con los susurros del sable. "Más allá de este lugar, hay algo más..." resonaban en mi mente, pero la ruta era cada vez más incierta. Me esforcé por mantener el curso, pero la tormenta era implacable, me empujaba y arrastraba como un juguete.

"Debo volver," pensé con desesperación, "debo demostrar que soy más que un simple reciclador." La vida en Nokra-7 había sido una serie interminable de días grises, y ahora que había tocado el poder, no podía dejar que todo se desvaneciera.

Mientras el deslizador luchaba contra los embates del viento, vi vislumbres de mi futuro, fugaces y confusos. Imágenes de mí empuñando el sable en una batalla, liderando a otros hacia la libertad, desafiando a Thain. "¿Es esto lo que quiero?" me pregunté. La duda era un veneno en mi mente, pero el sable me prometía respuestas. "Libertad y venganza..."

Finalmente, logré salir de la tormenta, aterrizando en la estación de reciclaje con el corazón palpitante. La familiaridad del lugar me recibió como un abrazo frío. Las sombras de las ruinas eran un recordatorio de mi pasado, de lo que había sido. Sabía que Thain estaría esperándome, y no podía permitir que descubriera mi secreto.

Entré en la estación, el sable oculto bajo mi abrigo. La mirada de Thain me encontró de inmediato. Era un hombre corpulento, un depredador en un entorno de presa. Su expresión era de desdén, como si supiera que algo había cambiado en mí.

—Zik —gruñó, su voz resonando en las paredes metálicas—. ¿Dónde estabas? No me digas que te quedaste vagando en la tormenta.

No podía dejar que supiera que había encontrado algo valioso.

—Fui a buscar chatarra, como siempre —respondí, evitando su mirada.

—Mejor que no hayas vuelto con las manos vacías. Hay rumores de que han estado buscando nuestro tipo de recursos. Si no trabajas, no comes, ¿entiendes?

Mi cuerpo se tensó ante sus palabras. "Esto es un ciclo que no puedo romper," pensé, pero el sable en mi mente parecía resonar con fuerza. Había algo más grande en juego, algo que no se limitaba a la vida de un basurero espacial.

Mientras Thain se alejaba, mis compañeros de trabajo notaron mi mirada diferente. Algunos murmullos empezaron a surgir a mi alrededor.

—¿Zik? —dijo Kira, una joven de mi edad—. ¿Qué te pasa? Te veo... diferente.

"¿Diferente?" Era cierto, algo había cambiado en mí. El sable en mi mano sentía un peso diferente, como si esperara que lo usara. Pero la pregunta seguía ahí: "¿Qué haría con ese poder?"

Decidí mantener el sable en secreto un poco más, pero sabía que no podría ocultarlo para siempre. Había despertado algo oscuro en mi interior, algo que me empujaba a explorar la vida más allá de Nokra-7.

Esa noche, me retiré a mi rincón, lejos de los murmullos y las miradas curiosas. En la penumbra, sostuve el sable de luz, observando cómo la hoja roja chisporroteaba suavemente. "¿Quién eres, realmente?" susurré, sintiendo la conexión con el sable. Mientras Zik contempla el sable, escucha un susurro en su mente: "Es hora de liberarte de tus cadenas." 

El legado de ThanatosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora