Capítulo 11: La Decisión Final

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El aire estaba cargado de tensión, como si el universo mismo contuviera el aliento ante la inminente confrontación. Thain se erguía ante mí, sus ojos desorbitados llenos de desesperación y rabia. En mi mano, el sable de luz vibraba, una energía oscura palpitando en su interior.

—Zik, ¡deja que el sable te guíe! —gritó Thain, su voz resonando en la penumbra—. Tienes el poder para ser un verdadero líder. ¿Por qué seguir luchando contra tu destino?

La sed de poder era palpable. Pude sentir cómo el sable me llamaba, prometiendo fuerza y dominio. La voz que resonaba en mi mente, Mátalo, se hacía más fuerte. Pero mientras miraba a Kira, sus ojos llenos de miedo y preocupación, comprendí que no podía dejar que la violencia decidiera por mí.

—No necesito tu poder, Thain —respondí, intentando mantener la firmeza en mi voz—. La verdadera fuerza radica en nuestras decisiones, no en el miedo ni en el control.

Thain rió con desprecio, un sonido que resonó en la sala vacía. —¿Decisiones? ¡Las decisiones no importan si no tienes el poder para respaldarlas! La historia se escribe con sangre, Zik. ¡Y tú lo sabes!

Thain se congeló, sus ojos brillando con una mezcla de sorpresa y enojo. —¿Qué sabes tú de mi historia? ¡Tú no has perdido lo que yo he perdido! ¡No entiendes el dolor!

El sable vibró en mi mano, la voz dentro de mí gritando, Mátalo. Pero yo debía encontrar la fuerza para resistir. —No quiero que nadie más sufra —respondí, sintiendo el peso de mi decisión—. No voy a seguir este ciclo.

Fue en ese momento cuando la tensión alcanzó su punto máximo. Thain, desesperado, se lanzó hacia mí con la intención de acabar con todo. En un instinto de defensa, activé el sable de luz en un movimiento rápido. El brillo rojo iluminó la sala en el momento en que Thain me atacaba, y antes de que pudiera comprender lo que estaba sucediendo, sentí el contacto del sable cortando a Thain en dos.

La sala se sumió en un silencio asombroso mientras su cuerpo caía al suelo, y el sable comenzó a vibrar fuertemente en mis manos, como si celebrara la violencia. El sonido resonó en mi mente, y una ola de confusión me invadió. El sable se calmó repentinamente, dejando claro que había tomado una decisión por mí.

Kira se acercó rápidamente, su rostro lleno de horror. —¡Zik, ¿qué has hecho?! —exclamó, su voz temblando—. ¡No era necesario!

Me quedé paralizado, sin saber cómo responder. —Lo hice por el bien de todos, Kira. Era un enemigo —dije, tratando de justificar mis acciones.

—¡No! —gritó ella, furiosa—. ¡Has matado a tres personas ya! ¡No puedes seguir justificando esto! ¡Has cruzado una línea que no se puede deshacer!

Mientras nuestras voces se elevaban, el holograma del antiguo científico apareció nuevamente, su figura etérea iluminando la sala con su presencia. —Zik, Kira, el sable de luz no es solo un arma. Su poder debe ser manejado con responsabilidad. La violencia solo engendra más violencia.

—¿Qué sabes tú de esto? —interrumpí, sintiendo que la rabia comenzaba a burbujear en mi interior—. Solo quería proteger a Kira.

El holograma continuó: —El sable de luz es una extensión de quien lo empuña. Si lo usas para el odio, solo generarás más sufrimiento. La fuerza de este sable se basa en la conexión que tienes con él y con tu propia humanidad.

Kira se volvió hacia mí, sus ojos llenos de lágrimas. —Debemos aprender a usar este poder con sabiduría, Zik. No puedes dejar que el sable te consuma. Tienes que entender que la verdadera fuerza radica en la compasión, no en la destrucción.

Miré el sable en mi mano, aún vibrando levemente, y entendí que el verdadero desafío no era solo derrotar a Thain, sino enfrentar el camino oscuro que había elegido. La sed de poder comenzaba a deslizarse en mi mente, como un veneno suave y tentador.

Sabía que tenía que encontrar un equilibrio, no solo para mí, sino también para Kira y para todos los que habían sufrido a causa de esta guerra. Sin embargo, una pequeña parte de mí, la parte que anhelaba control y poder, empezaba a considerar que tal vez, solo tal vez, la fuerza del lado oscuro podría ofrecerme lo que necesitaba para proteger a los que amaba.

El legado de ThanatosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora