✰ El choque fue inevitable, el impacto fue suave, pero suficiente para desorientarla, Madeline sintió el impacto y dio un pequeño paso atrás, su bolso resbalando de su hombro. Alzó la mirada para disculparse, y ahí fue cuando todo se detuvo.
Sus ojo...
Después de un par de horas atendiendo a los clientes, estaba cansada y el pupilente le había comenzado a molestar, sintió que necesitaba un respiro y la tensión de haber estado cerca de la chica de ojos azules la había dejado un poco abrumada, y decidió que un pequeño descanso le vendría bien. Con un suspiro, se dirigió al baño, donde podía estar a solas por un momento.
Al entrar, se fue a un cubículo y hizo sus necesidades para después salir y y sin darse cuenta que había otra persona también en el baño, se miró en el espejo y vio que tenía rojo el ojo pero se decidió aguantar y respiró profundamente, recordándose a sí misma que todo estaba bien. Sin embargo, el eco de la risa del grupo en la cafetería seguía resonando en su mente.
Al girar para salir, se encontró de frente con ella otra vez, que estaba lavándose las manos. Madeline sintió cómo su corazón se aceleraba nuevamente, la conexión de su primer encuentro todavía fresca en su memoria.
—Oh, disculpa, no sabía que había alguien más —dijo Madeline, sintiendo un ligero sonrojo en sus mejillas.
La chica sonrió y podía jurar Madeline que era la sonrisa mas bonita que había visto.
—No hay problema, yo solo estoy aquí pa' refrescarme—respondió, sacudiendo un poco el agua de sus manos.
Se quedaron viendo, hasta que la chica le extiende la mano.
— creo que es momento de presentarnos si es que no' vamos a seguir chocando, mínimo pa' saber tu nombre —dijo extendiendo su mano hacia Madeline— Mucho gusto soy María Victoria, pero puede' decime vicky o como tú prefiera'—dijo Vicky soltando una risita—
Madeline sintió un cosquilleo cuando junto su mando junto la de Vicky, y al escuchar su nombre sintió un cosquilleo y como hablaba con un acento.
— Jajajaja si, te pido disculpas por lo de la vez pasada, no veía para donde iba, mucho gusto me llamo Madeline pero me puedes decir Maddy o como tú prefieras —dijo Maddy, soltando una risa y sintiéndose un poco más relajada—
— No hay problema, yo también iba distraía y no veía pa' donde iba— contesto vicky, con un tono amigable.
—¿Vienen de viaje? —preguntó Maddy, curiosa y sintiéndose más segura.
—Sí, venimos por trabajo. Ha sido una semana bastante ocupada, pero siempre trato de disfrutar de los lugares nuevos cuando tengo la oportunidad —dijo Vicky, con una sonrisa tranquila.
— Me alegro que hayas podido disfrutar de Los Angeles, es un lugar muy bello—dijo Madeline, sintiéndose un poco más a gusto.
Madeline estaba tratando de mantener la calma. Había algo en la manera relajada de Vicky que la hacía sentir más cómoda, pero el hecho de que estuvieran solas seguía haciendo que su corazón latiera más rápido de lo normal.
—¿Y tú? ¿Trabajás aquí desde hace mucho? —preguntó Vicky, metiendo sus manos a los bolsillos de la hoodie.
—Hace un par de años ya. Me gusta, es un buen lugar. Tranquilo... la mayoría del tiempo —respondió Madeline, tratando de sonar casual, aunque las palabras le salían con una pizca de nerviosismo.
Vicky asintió con una sonrisa, como si entendiera perfectamente lo que Madeline quería decir.
—¿Y te gusta vivir' aquí en Los Ángeles? no soy de aquí, pero la ciudad tiene lo suyo, ¿no? —preguntó vicky con un acento haciendo que cada palabra sonara aún más cálida.
—Sí, me gusta. Aunque a veces extraño otras cosas... personas —respondió Madeline, desviando la mirada por un momento. No quería entrar en detalles, pero algo en la manera en que vicky la miraba le hacía sentir que no estaba juzgándola.
Miko la observó con curiosidad, pero sin presionar. Luego, sonrió suavemente, inclinando la cabeza un poco.
—Te entiendo, viajar y estar lejos de casa y la familia puede ser... complicao. Pero también está cool descubrir cosas nuevas.—dijo Vicky.
Madeline soltó una risa suave.
—Supongo que tienes razón. Es cuestión de perspectiva, ¿no? — respondió Maddy.
— Así es Madeline —respondió Vicky, con esa chispa en los ojos que Madeline había notado desde que la vio por primera vez.
Madeline al oir como sonaba su nombre en la boca de Vicky le generó un cosquilleo.
Se quedaron viéndose a los ojos en silencio por unos segundos, pero no era incómodo. Madeline sintió una especie de calma, algo que no solía experimentar al conocer a alguien nuevo. Y, sin embargo, sentía que con vicky podía hablar con más comodidad de lo normal.
—Bueno, no te retraso más que seguro tiene muchas cosas que hacer y espero que disfrutes de la ciudad mientras estés aquí —dijo Madeline nerviosa y un poco para romper el silencio y un poco porque no sabía qué más decir.
—acho si, yo tampoco te interrumpo más tu hora de trabajo— respondió vicky con una sonrisa cómplice al notar los nervios de la pelirroja.
Madeline sonrió, y por primera vez en mucho tiempo, sintió que su día no había sido tan rutinario.
— Maria Victoria fue un gusto conocerte y hablar un poco contigo— dijo Maddy, extendiendo su mano con una sonrisa algo tímida pero sincera.
Miko la miró con sorpresa por un segundo, luego sonrió de lado y estrechó su mano.
—Igual, Madeline, espero encontrarnos de nuevo pero esta vez sin chocarnos—respondió vicky, con humor
El apretón de manos fue breve, pero para Madeline se sintió como una especie de cosquilleo en su interior que no esperaba encontrar en un simple baño de cafetería. Ambas soltaron las manos al mismo tiempo, y Vicky le guiñó un ojo antes de dirigirse hacia la puerta.
—Nos vemos por ahí —añadió vicky, mientras salía con una sonrisa despreocupada, dejándola sola de nuevo.
Madeline se quedó un momento en silencio, pensando en lo extrañamente natural que se había sentido esa conversación.
Madeline la observó marcharse, y cuando la puerta se cerró tras ella, se quedó mirando el espacio vacío. Todo el encuentro la había dejado con una extraña mezcla de nervios y emoción. El simple hecho de haber conversado con María Victoria la había sacado de su zona de confort de una manera que no podía explicar del todo. No podía dejar de pensar en sus ojos, en la facilidad con la que habían hablado, como si algo más hubiera estado entre líneas.
Con una sonrisa suave, Madeline respiró hondo y decidió que, quizás, aquel no era un día tan común como había pensado. Y deseo que el universo las haga chocarse otra vez.
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