• 9 •

129 14 13
                                    

POV: Maddy

El sonido de la lluvia golpeando la ventana me hizo sentir en pausa, como si el tiempo se frenara solo para que pudiera detenerme y respirar. Todo había sido tan rápido con Vicky. La cena, las risas, la conexión inesperada... pero en medio de todo eso, algo en mí seguía incompleto. Me sentía feliz, sí, pero también estaba esa sensación de vacío que no terminaba de irse y no había señales de que pronto se fuera a ir. Era algo que había aprendido a ignorar pero que seguía ahí, esperando un momento de soledad para recordarme lo que faltaba en mi vida, recordarme que no estoy bien y nunca lo estaré por mas que intente fingirlo.

Mis dedos jugueteaban con el borde de mi taza de té, fría ya, mientras miraba por la ventana. En momentos como este, la única persona con la que quería hablar era con mi abuela. Ella siempre supo qué decirme, cómo hacerme sentir que todo estaría bien. Desde que me mudé, no había sido la mejor nieta. No la había llamado tanto como debería. Y si soy honesta, la razón era simple: el miedo. Miedo a recordar. Miedo a lo que dejé atrás.

Busqué su número en mi teléfono, mi corazón acelerado. Hacía tanto que no hablábamos más allá de los mensajes cortos, que me daba miedo que ella también sintiera que yo me estaba alejando. Pero hoy, no podía más con esa sensación de soledad que me envolvía. Necesitaba escuchar su voz, sentir que, al menos por un rato, había algo constante en mi vida.

Marqué el número. El sonido de los tonos de llamada parecía eterno hasta que, finalmente, escuché su voz cálida del otro lado.

—¿Madeline? Cariño, qué sorpresa —su voz tenía ese efecto inmediato de calidez. Como si el mundo se ordenara con solo escucharla.

—Hola, abuela...—Mi voz salió más suave de lo que esperaba, casi rota. Me mordí el labio. Estaba nerviosa—Solo... te extraño.

Hubo un silencio del otro lado, pero no era incómodo. Era como si ella supiera lo que realmente quería decir sin que yo tuviera que explicar más.

—Yo también te extraño, mi vida —respondió finalmente—. ¿Estás bien? Tienes una voz que no me gusta... ¿qué pasa, Mimi?

Suspiré, intentando encontrar las palabras. No quería preocuparla, pero tampoco podía mentirle.

—No sé, abuela... Me he estado sintiendo rara últimamente. A veces siento que todo está bien, pero otras veces, me siento completamente sola. Incluso con gente alrededor. Y hay cosas que... no puedo dejar de pensar.

—Como tus padres —dijo, sin rodeos.

Sentí el nudo en mi garganta crecer. Claro, ella siempre sabía. No había necesidad de decirlo en voz alta, pero ahí estaba, el tema que tanto había evitado.

—Sí, abuela. Mis padres... —Tragué con fuerza, buscando la valentía que siempre me faltaba cuando hablaba de ellos—

—Sé que es difícil, cariño. Pero sabes que tú no tienes la culpa de nada—su voz era suave, pero firme

—Lo se abuela pero no puedo evitar sentirme así—le confesé—. Pero... supongo que estoy aprendiendo a vivir con ello.

La escuché suspirar al otro lado.

—Y cuéntame, ¿cómo te va con el muchachito ese? ¿Y cómo está Sofía?—me preguntó la abuela, su tono ligero y curioso, ajeno a todo lo que había pasado.

Mi corazón dio un vuelco. Sentí cómo mis ojos se humedecieron y mi garganta se cerraba al escuchar esos nombres. Fue como una descarga de emociones que me recorrió el cuerpo, tensando cada músculo mientras las imágenes de todo lo que había vivido con ellos volvían a mi mente. No podía contarle cómo encontré a Sofía y a él, como me habían traicionado, cómo habían mantenido esa infidelidad durante tres meses, riéndose an mis espaldas. Recordé las veces que me hacía sentir pequeña, insuficiente, todas las veces que el me trataba mal, de las veces que me hacía sentir que era un bicho raro al tener ojos de diferente color, como me causó todas las inseguridades que tengo y me hacía sentir, como si yo fuera el problema, y del cómo Sofía, la que supuestamente era mi mejor amiga, me había clavado el cuchillo en la espalda.

𝑻𝒉𝒐𝒔𝒆 𝒆𝒚𝒆𝒔  ✰ 𝐘𝐨𝐮𝐧𝐠 𝐌𝐢𝐤𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora