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Narrador omnisciente

El despertador sonó por 5° vez , y Madeline se despertó de golpe, dándose cuenta de que se había quedado dormida. Miró la hora: eran las 8:30 de la mañana. Su turno en la cafetería comenzaba en media hora, así que se levantó de un salto y se apresuró al baño.

Con movimientos veloces, se lavó la cara y se duchó rápidamente. En un instante, se vistió con un suéter oversized gris y unos jeans. Salió y rápidamente se maquilló sencillo y sin olvidar de ponerse su pupilente en el ojo azul.

Sin desayunar, salió por la puerta, sintiendo el aire fresco de la mañana.

Al llegar a la cafetería, el aroma del café recién hecho la envolvió. Su ritmo acelerado continuaba, y al entrar, se sintió un poco más tranquila. Sus compañeros la saludaron con sonrisas, y ella se esforzó por devolverlas, a pesar de la prisa.

Mientras servía un cappuccino, sus pensamientos se deslizaron hacia el encuentro en el aeropuerto. La imagen de esos ojos azules la sorprendió de nuevo. Sacudió la cabeza, tratando de concentrarse en el trabajo. Pero el destino tenía otros planes.

Con cada cliente que servía, trataba de dejar atrás los pensamientos sobre la chica del aeropuerto, pero seguía sintiendo una punzada de curiosidad.

Las horas pasaron rápidamente, y el lugar se llenó de clientes. En medio del bullicio, el tintineo de la puerta abrirse se oyó pero no le hizo caso y siguió limpiado la mesa, hasta que un compañero le llamó.

—¡Maddy, ve a atender la mesa 2 por favor! —dijo, señalando hacia un rincón donde había un grupo de personas hablando, pero le llamo la atención una persona que estaba toda tapada, le hacía recordar a alguien. 

Sin pensar en quién podría ser, Madeline se acercó con la bandeja en mano, el corazón latiéndole con fuerza.

Al llegar a la mesa y levantar la mirada, se quedó paralizada. Era 𝐄𝐋𝐋𝐀.

La misma chica del aeropuerto. La que había chocado por accidente, aquella que había logrado que el mundo se detuviera por un breve instante. Los ojos de la chica brillaban como el océano bajo el sol, y en ese momento, Madeline sintió que el tiempo volvía a detenerse.

—Buenas tardes, bienvenidos, ¿Ya saben que van a pedir? —dijo, tratando de sonar casual, pero su voz salió un poco más temblorosa de lo que había planeado.

La otra chica sonrió, su expresión iluminándose con una calidez que hizo que Madeline sintiera un pequeño nudo en el estómago.

—Hola , si, me gustaría un té de Manzanillo con un toque de miel, porfavol' — respondió con un acento que la hizo sentir aún más nerviosa.

Madeline nerviosa dirigió su mirada a las demás personas que estaban en la mesa para que le dijeran su orden.

—Yo quiero un capuchino, el quiere un latte helado, y por ultimo el quiere un frappe porfavol'—dijo otra chica con pelo corto que estaba a lado—

Madeline asintió, tratando de concentrarse mientras anotaba las órdenes en su libreta. La energía del grupo la envolvía, y aunque quería mantener la compostura, su mente se distraía con la presencia de ella, que parecía irradiar una luz especial.

— okay, en un momento se los traigo— dijo Madeline.

Cuando terminó de tomar las órdenes, se dio la vuelta rápidamente. sintiendo cómo el nerviosismo la invadía de nuevo. Mientras se dirigía hacia la barra para preparar el pedido, podía sentir una mirada penetrante en su espalda.

Mientras preparaba el pedido, su mente se llenó de dudas. Se preguntó si la chica la recordaría. Tal vez no había sido nada para ella, un simple accidente en un aeropuerto abarrotado. Y, sin embargo, algo en su interior le decía que había algo especial en este momento.

Finalmente, con la orden lista, Madeline se armó de valor y regresó a la mesa. Al poner las tazas y vasos  en la mesa, sus manos temblaban un poco.

—Aquí tienen— dijo, forzando una sonrisa.

La chica de ojos azules levantó la mirada y sus ojos brillaron con un destello de reconocimiento.

—Gracias, eres muy amable—dijo, su voz suave y confiada.

Madeline sintió que su corazón se aceleraba de nuevo, esta vez no solo por la inseguridad, sino porque había algo en la manera en que la chica la miraba que la hacía sentir vista, de una forma que rara vez experimentaba.

— No hay de que— dijo Madeline intentando sonar natural, con la mirada puesta en esos ojos azules.

Pero entonces, una risa en la mesa de al lado la hizo volver a la realidad. En ese momento, recordó las burlas, las miradas despectivas de los otros. Sintió cómo la ansiedad comenzaba a acumularse en su pecho. Tenía que salir de allí, tenía que evitar que ese instante se volviera incómodo. Así que, mientras su mente luchaba con la necesidad de huir y la esperanza de seguir conversando, se despidió rápidamente.

—Bueno, espero que disfrutes tu te y los demás de sus cafés, me habla si ocupan otra cosa—dijo, sintiéndose un poco tonta por la rapidez de sus palabras. Sin esperar respuesta, se dio la vuelta y se apresuró a regresar al mostrador.

Mientras limpiaba la máquina de café, sintió un leve mareo. La conexión, la posibilidad de algo más, se había desvanecido tan rápido como había llegado. Pero, en el fondo, algo le decía que era solo el comienzo. Aunque no sabía qué pasaría a continuación, Madeline no podía sacarse de la cabeza esa mirada, esa presencia que había entrado en su vida como un rayo de luz en medio de la oscuridad.

 Aunque no sabía qué pasaría a continuación, Madeline no podía sacarse de la cabeza esa mirada, esa presencia que había entrado en su vida como un rayo de luz en medio de la oscuridad

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Byee
𝐀𝐭𝐭: 𝐲𝐨 💗

𝑻𝒉𝒐𝒔𝒆 𝒆𝒚𝒆𝒔  ✰ 𝐘𝐨𝐮𝐧𝐠 𝐌𝐢𝐤𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora