Normas

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Narra Noah

Ethan me besaba, como aquella vez paseando en el parque. Sentía amor en su beso, no era un beso falso, ¡él aún me amaba!

Apenas podía respirar, él no parecía querer parar. Llevó su mano a mi cadera, me agarraba ansiando continuar.

Debido a la presión y tensión, acabé cayendo de espaldas en el colchón. Veía al pelinegro desde abajo.

Me sonrojé del sólo hecho de verlo así, en está perspectiva.

Nuestras respiraciones se oían por la habitación. Un beso hizo que ambos estuviéramos en éxtasis, ¿no era eso amor?

-Ya está, ha sido suficiente. Mejor vamos a dormir- dijo nervioso sin mirarme a los ojos.

-Te amo- susurré poniéndome bajo la manta.

-Yo también.... Te tengo afecto- murmuró de espaldas a mí.

Eso me fue suficiente para chillar mentalmente.

{Me ha retumbando la cabeza} oí en mi mente.

{Perdón} pensé flojito.

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Narra Ethan

La alfa y yo cargábamos y cortábamos los troncos para la noche, pasó una semana desde la estancia de ambas.

Me di cuenta de que la alfa era un tanto tradicional. Ella pensó varias veces en lo raro que era que yo cocinara. Y nunca la vi ayudar en las tareas del hogar, aunque por lo menos si ayudaba en conseguir comida y en los trabajos de fuerza.

Cuándo vió que Noah iba a cargar un tronco casi se le cae el mundo encima. Le dijo que en su estado era mejor que no lo hiciera y que fuera a preparar algo de comer.

En sus pensamientos no era la preocupación lo que hizo que lo detuviera. Era más el hecho de que se le hacía raro que ambos hiciéramos lo mismo.

Aunque soy muy protector con el rubio, no lo veo tan débil como para que no cargue un mísero tronco. Pero supongo que la educaron a la antigua.

No me preocupé, el ojiazul le dijo animadamente que cuando llevara unos cuántos troncos podríamos hacer la comida todos juntos. No tendría que meterme.

Entonces oí un golpe, al girarme vi a Noah con una mano en la mejilla la cual estaba roja. La hija de puta le pegó un bofetón.

-Si tu alfa no te educa tendré que hacerlo yo, no puedes ir contestando así. Si te digo que hagas algo bajas la cabeza y....- se detuvo al sentir que le tocaba el hombro.

Se giró y al segundo se llevó un puñetazo. La omega fue a ayudarla a levantarse.

El rubio se puso detrás de mí buscando protección de forma instintiva.

-¡Como se te ocurra volver a levantarle la mano, no dudaré en echarte después de que te lleves una paliza de mi parte! ¡Mi casa, mis normas! ¡Aquí mando yo! ¡Y en está casa está terminantemente prohibido levantarle la mano a alguien y menos a Noah!- le grité furioso.

-Pues ya has incumplido tú propia norma, listo- se recochineo limpiándose la sangre de la nariz.

-Acción, reacción. Si sigues así me dará igual infringir de nuevo la norma- le advertí.

-No lo educas, algún día se acabará restregando a un alfa que no seas tú, es más, alomejor lo que lleva dentro no es tuyo- se burló levemente.

No pasaba nada, obviamente no era así, el rubio ni siquiera estaba realmente embarazado.

El apocalipsis del poderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora