Cambios

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Eran las 5 de la mañana cuando escuché gritos de dolor en el cuarto de las invitadas. Noah y yo nos despertamos y fuimos a ver. Picamos a la puerta.

Abrió Lilith nerviosa. De fondo vi a Crystal en la cama respirando fuerte y con cara de extremo padecimiento.

-Ahora no, estamos ocupadas- me dijo molesta.

Entendí que no le gustaba la idea de que estuviera en un momento tan vulnerable. Soy un alfa, me veía cómo una amenaza para su familia.

-Noah puede hacerle las cosas más fáciles, déjale que ayude- le propuse.

El rubio asentía dando a entender que era cierto lo que yo decía. La alfa aceptó dejándonos pasar. A mí me sentó en una esquina y me prohibió acercarme. Lo entendí.

Veía al ojiazul sanando todo lo posible a la omega mientras está daba a luz, así se desangraría y sufriría menos en el parto.

Los gritos igualmente no desaparecían, esto me ponía muy nervioso, si esa omega no se callaba nos podrían oír personas desconocidas.

Fueron 6 horas de contracciones, gritos, dolor y exasperación. Pero al final salió el bebé.

 Pero al final salió el bebé

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Cinder Turner Taylor. Recién nacida. 50 cm.

Era una niña, rubia como la omega y de ojos grises como la alfa.

Noah y yo las dejamos solas, ya habíamos ayudado lo que tocaba.

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Pasó una semana, a la bebé se le oscureció un poco el rubio.

Pasó una semana, a la bebé se le oscureció un poco el rubio

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Ahora se parecía más al rubio de la omega. Los ojos seguían siendo grises.

Cinder era una bebé tranquila por suerte, aunque eso no significaba que no tuviera algún mal día.

El ojiazul por su parte estaba 24/7 con la omega, la ayudaba a cuidar al bebé.

-Madre mía, dile a tu pareja que se relaje, él ya tendrá trabajo cuando nazca el vuestro- reía la alfa con su taza de café mañanera.

El apocalipsis del poderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora