Ingenuo

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Desperté con mi dulce omega al lado, se veía lindo incluso después de ser follado. Él ya despertó también, y me observaba tiernamente.

 Él ya despertó también, y me observaba tiernamente

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Él no necesitaba ni arreglarse para ser lindo.

-Te amo- dije acariciando su mejilla rosada.

-Yo también- respondió.

{Yo te amo mucho más} pensó.

-Eh, eso no es verdad, yo te amo más a tí- dije molesto, ¿se creía que iba a ganarme en quién ama más a quién?

-Mentira, yo te amo muchísimo más- habló en berrinche.

{Ethan me ama más de lo que yo lo amo a él} puse en su mente.

-Sé de sobra que ese pensamiento no es mío, tramposo- rió.

-Bueno, ¿lo damos por empate?- negocié.

-Está bien- aceptó acercándose a mí.

Puso su cabeza en mi pecho.

-Hueles a frutos del bosque, me agrada- murmuró.

-Vas a hacer que me quede en la cama todo el día- le reñí.

Me levanté, hoy tenía que revisar la zona y de paso ver si conseguía comida. Gracias al apocalipsis no me quedaba de otra que ser un alfa proveedor de la edad de piedra.

Él se levantó también, me dijo que notaba la cadera adormecida, por lo que se sostuvo en la mesita.

-¿No se supone que no puedes sentir dolor?- reflexioné extrañado.

-No siento dolor, sólo la tengo adormecida, cómo cuando se te duerme una pierna- rió.

Al ver el colchón vi sangre, al verme el pene también. Yo le había desgarrado la parte trasera.

-¡¿Estás bien?! ¡¿Te duele algo?!- hablé con pánico y nervios.

-Si, la sangre se deberá a que es mi primera vez- dijo despreocupado.

Lo agarré y lo tiré en la cama, necesitaba comprobar si lo había desgarrado o no.

Su agujero se veía bien, la sangre salía del interior. Era por la telita que tenía por el comienzo de la parte del útero.

Los omegas masculinos tienen lo que es el ano, y dentro dos orificios más, uno que lleva al intestino y otro al útero (y no tienen huevos, pues obviamente no los necesitan para nada, por eso Noah gemía de forma aguda). Obviamente cuando hicimos el amor, yo le metí el pene en la segunda, haciendo que le rompiera el "himen".

Me extrañó mucho, pues era raro que no se le hubiera roto hace años por ir en bici o algo así.

-Mi padre siempre me dijo que fuera delicado en lo que hacía, que mi valor podía irse con facilidad- explicó levemente.

El apocalipsis del poderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora