Control

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Pasó un mes, otra vez estaba en el segundo día de celo de Noah.

Digamos que él se propuso en todo este tiempo demostrarme que era muy maduro. Él quería hacerme creer que estaba preparado para tener sexo (o hacer el amor cómo le dice él), ser anudado, ser marcado, estar embarazado y cuidar un bebé.

Obviamente no está preparado para ninguna de esas cosas, así que simplemente ignoré lo que hacía.

Por mala suerte el rubio era muy sensible, no le agrado que ignorase sus intentos de hacerme ver su madurez.

Se rindió en su cuarto día de celo. Era 17 de diciembre.

Al ir a dormir lo encontré llorando e inyectándose algo en el estómago.

Al ir a dormir lo encontré llorando e inyectándose algo en el estómago

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Eso no fue lo peor, él tenía inyecciones vacías en la mesita de noche. Se inyectó como 10.

Agarré su mano para detenerlo, quitándole la inyección.

-¿Que haces?- hablé preocupado.

-¡No funciona, quería quedarme estéril para así que mi celo se fuera y no molestara más, pero no funciona!- sollozaba.

Era obvio que no le afectó, pues seguía habiendo feromonas saliendo de él, además era imposible que le afectase, no podía afectarle ningún medicamento, veneno o enfermedad.

-¿Por qué querrías quedarte estéril? A tí te gusta ser un omega y la idea de tener un bebé, no deberías querer ser estéril- dije acariciando su mejilla limpiando sus lágrimas.

-Pero tú no quieres un bebé, ni a mí. Además me ignoras en mi celo, eso es que no te gusta....- lloraba. Y por mi culpa.

-Si me gusta, eres aún más cariñoso conmigo cuando estás en celo, ¿cómo no me iba a gustar? Y tus feromonas tienen un aroma precioso a vainilla, me encantan- le piropeé.

Vale, reconozco que verlo llorar era mi punto débil, sería capaz de decirle cualquier cosa con tal de hacerlo sentir mejor.

Él seguía sensible moqueando, sus ojos enrojecidos me miraron levemente.

-¿De verdad....?- murmuró pasando sus mangas por su rostro.

-Si, lo digo en serio, ¿porqué crees que duermo contigo en tu celo y no con ese desconocido?- le dije con una sonrisa

-No lo sé....- susurró.

-Duermo contigo porqué me gustas, y ver qué te sientes inseguro ante cualquier persona que se me acerca, me hace sentir mal. Quiero que tengas en cuenta que da igual a quién veamos y conozcamos, tú y yo nos amaremos siempre- hablé mimoso, demasiado.

Nunca lo vi tan sonrojado y sonriente, sus lágrimas seguían cayendo aunque obviamente eran de felicidad.

{¡Me ama, me ama, me ama!} chillaba mentalmente.

El apocalipsis del poderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora