Capítulo 2: Me Es Indiferente

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Capítulo 2: Me Es Indiferente



Gabo...

Acabamos de terminar la primera semana de clases, lo cual es malo, al menos es lo que hemos estado discutiendo Pandora y yo, porque ella opina que la primera semana de clases es la mejor porque estás conociendo a los profes que te van a chingar por todo el semestre, vas a conocer cómo califican, vas a ver cómo es su manera de hacer exámenes y vas a conocer a tus compañeros de cada clase. Yo estoy de acuerdo con ella.

Pero ya vamos a iniciar mañana la segunda semana, la semana dónde ya comienzan a encargar tareas, porque la primera es sólo pura presentación.

Pandora es aplicada en la escuela, por eso vine a su casa para que me pasara el cronograma de las materias que tenemos juntos, porque yo no anoté nada.

Ella estaba recostada en su cama mirando al techo y yo en el suelo copiando todo a mis libretas. Por impresionante que parezca a estado muy seria, lo cual es muy raro en ella. Porque Pan nunca se calla, sólo habla, habla, habla y habla, y para acabarla, sólo dice pendejadas.

Pero desde el martes que la volvía a ver a estado muy seria, no quise preguntarle, seguramente está en sus días, cada vez que le baja se comporta diferente, tal vez ahora ella estaría seria, pero... la regla no les dura tantos días.

- Panecito, ¿No tenemos metodología juntos, verdad? – le pregunté.

- No, ésa la tengo con Rob.

Rob es un chico que conoció porque vive por aquí y va a la escuela con nosotros, sólo el viernes se sentó con nosotros a comer en el descanso, así que no lo conozco muy bien.

Pasé a revisar otra libreta de Pan y en cuanto la abrí vi muchos post-its, esos que le deja su admirador secreto. A veces le suele dejar como 3 al día, mínimo le deja uno, pero siempre tiene que hacerla sonreír con sus pocas palabras escritas.

- "Panda, ¿Te había escrito alguna vez que tus ojos son bellísimos? Creo que sí, pero no está de más repetírtelo. Chico Anónimo" – leí en voz alta en tono burlón.

- ¿Crees que él exista? – me preguntó Panda sentándose en la orilla de su cama y yo alcé la cabeza para mirarla mejor.

- ¿Cómo?

- Él, mi Chico Anónimo, ¿Crees que en serio existe?

- Pues... te deja éstas madres, ¿no? Dudo que lo haga el Espíritu Santo – bromeé.

- Me refiero a que... ¿Y si en realidad es sólo una broma pesada?

- ¿Quién te haría una broma por casi 6 meses? No mames – dije ya que me parecía absurda la idea.

- ¿No eres tú, verdad?

Yo alcé una ceja de manera incrédula y ella rió mientras se disculpaba por pensar eso.

Yo no era quién le dejaba esas notas, de hecho ni siquiera sabía quién lo hacía. En muchas ocasiones le decía a Pan que deberíamos investigarlo, pero a ella le daba mucha flojera, le gustaba la idea de que la hicieran sonreír y ya, según los motivos más profundos que ella daba era que le era indiferente, porque lo más probable es que ése wey que le deja los mensajitos quiera tener una relación amorosa con ella y a Panecito le daba mucha flojera ése tipo de cosas. Pero sinceramente yo siempre quise saber quién era ¿Y si yo conozco al wey? ¿O si es un profesor? No sé, pero sería demasiado interesante averiguarlo. En una ocasión me quedé esperando todo un día a que le dejaran el post-it en su casillero, para ver quién era, pero Pandora se dio cuenta de mi plan y me regañó, me advirtió que no debía averiguar nada del chico y que él fue más listo, porque le había dejado el post-it en el asiento de su siguiente clase. Así que él ya sabe quién soy y trata de esconderse de mí también.

Buscando Al Chico AnónimoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora