Capítulo 17: Tres Regalos

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Capítulo 17: Tres Regalos





Gabo...



Si no tomo aire fresco en 30 segundos voy a morirme de la desesperación, ya no aguanto, no más aviones, no más vuelos, no más señores gordos a mi lado robándome la comida que me dan en el avión, no más niños pateando mi asiento atrás de mí, no más azafatas coqueteándome, no más palabras en hebreo, ya no puedo, no puedo, no puedo. Me urge, en serio me urge ver a Panecito ahora, carajo.

Cuando tuve oportunidad de salir no lo dudé ni un segundo, corrí por el reducido pasillo del avión y fui el primero en salir, bajé las escaleras y me acosté para rodar un rato.

- ¡Sí, sí! ¡Al fin! ¡Piso sucio de Monterrey, al fin! – exclamaba feliz quemándome la piel en el pavimento caliente.

- Levántate, chingadamadre – me dijo un wey que trabajaba en el aeropuerto.

- ¡Sí, sí! ¡Al fin! ¡Extrañaba tanto las maldiciones! – sonreí y él me tomó de mi camiseta para obligarme a ponerme de pie.

- Vete.

Salí de la pista de aterrizaje de los aviones y entré al aeropuerto, me quedé esperando a mis maletas, cuando las localicé empujé a todo mundo (incluyendo ancianos, niños, mujeres y una mujer embarazada) para poder tomar mi maleta.

Salí corriendo de ahí, en lo que me dirigía a la salida vi a muchas personas con carteles, me detuve para ver quién me buscaba. Según Chico Anónimo iría a buscarme, entonces pensé que por fin yo conocería al wey que le dejaba notitas a Panecito, estaba impaciente. Vi a un hombre que sostenía en su libreta "Gabo", me acerqué y le dije que yo era Gabo. Me dijo que él era un taxista, él se encargaría de llevarme a la escuela. En cuánto subí al taxi le llamé a mamá y le dije que ya había llegado a Monterrey y que me dirigía a casa de un amigo a estudiar, que si Pandora llamaba le dijera que no estaba porque luego me iba a distraer y no podría estudiar para los exámenes que tenía. Ella decidió apoyarme con la mentira de la mentira que le dije, porque la verdad era que iba a estar en la escuela escondido.

Cuando llegamos al campus el taxista me dio un sobre y se fue diciéndome que Chico Anónimo ya había pagado el taxi.

Abrí el sobre y la carta decía:

"Gabriel, ahora que estás en la escuela te vas a ir al salón que nadie usa y te vas a quedar ahí, no podré dejarte la enfermería abierta, pero no te preocupes, te he dejado un colchón inflable, sábanas, almohadas y un ventilador para que duermas bien. Te dejé comida pero en la noche puedes pasarte a la cafetería a comer algo, la puerta trasera de la cafetería no funciona bien así que no tendrás dificultades para abrirla y entrar. Te vas a dormir y como para el descanso del día siguiente debes estar dentro de la caja porque Panda irá a ése salón.

Respecto a lo de tu regalo te digo que acepto, pero sin trampas, te lo advierto, si las cosas no pasan como hemos acordado Panda ya no recibirá post-its y me olvidaré por completo de ella, el regalo de ella se lo podrás dar inmediatamente después de que la veas. Por cierto, he hecho las reservaciones que pediste, serán para hoy en la tarde a las 5, están a tu nombre.

Buscando Al Chico AnónimoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora