Capitulo 18

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LAGDON

Años atrás

—La Fosa de los condenados —dice Fabio viéndome con una sonrisa —es el lugar perfecto para ti..

Yo solo lo veo y asiento.

—Si sobrevives estarás listo, una verdad máquina de matar.. —se acerca a mi y toma mi mentón con su mano —te pareces tanto a mi, algo hizo bien la idiota de tu madre de otra forma no la habría dejado vivir tanto tiempo..

Fabio y yo teníamos facciones parecidas, además del cabello negro.

—A excepción de tus ojos —dice viendo mi ojo izquierdo el cual es azul, como mi madre. —ese ojo azul es el unico rasgó que te hace parecer debil, el único recordatorio de la zorra que te dio la vida y a quien tu mismo se la quitaste.

Fabio se ríe con sadismo recordando con orgullo ese diam

Solo lo veo en silencio.

—Mañana en la mañana te irás ¿Entendido?

—Entendido.

Llegué a la Fosa una mañana de lunes. Al parecer mi padre no era el único que quería crear un monstruo, diecinueve años y mi vida era una mierda, siempre lo había sido.

Los primeros días fueron horribles más para aquellos que no estaban acostumbrados a las torturas y maltrato.

Yo por mi parte ya no sentía nada, mi espalda estaba desecha, tal cual Fabio me había azotado hasta perder la conciencia hasta que cumplí los diessiocho, además de meterme en peleas clandestinas desde los quince años La'Abattoir un lugar que olía a muerte por qué es lo único que encontrabas ahí, muerte.

Mi madre aún estaba conmigo para cuando empecé a pelar ahi, sin embargo un año después de empezar a combatir en La'Abattoir yo mismo la mate, al fin y al cabo fui creado para destruir.

Había torturas, violencia y abusos de todo tipo.

Al salir de ahí me hice de mucho enemigos pero no me preocupo en lo absoluto. Fabio Lamorte me mantenía al margen nadie sabía que era de su hijo ni tenían idea que era un maldito monstruo. No me conocían hasta que lo mate.

Su propósito hacerme un arma tal cual, su arma. Lastimosamente para el, me entreno para todo, absolutamente todo, además de tratar de manipular mi mente para su desgracia lo único que en mi mente estaba claro era su muerte, como lo mataría.

Después de la Fosa me convertí en la sombra de Fabio, su arma más letal. Cumplía sus órdenes sin cuestionar, asesinando, torturando, yendo a misiones casi suicidas. Pero nunca moría. Siempre regresaba, entero y con la misión cumplida.

Me sumí en un infierno de sangre y placer. Fabio me recompensaba con mujeres hermosas, drogas de alta calidad y alcohol sin fin.

Pero no importaba cuánto bebiera o cuántas mujeres tuviera, no podía dormir a menos que estuviera dopado. Las pesadillas siempre regresaban, recuerdos de mi pasado que me atormentaban, incluso los recuerdos que ya había olvidado volvían a mi mientras dormía.

Fue haci desde el día en que perdí a mi madre. Y precisamente la muerte de mi madre era la peor de todas.

Veía su rostro, su sonrisa, su mirada de amor. Y luego la escena cambiaba a ella desangrando se, llena de heridas, su rostro llenos de golpes, hecho por mi mano, sintiendo su vida deslizarse entre mis dedos.

Me despertaba sudando, con el corazón latiendo como si quisiera salirse.

Sabía que estaba roto, que mi alma estaba muerta.

A Tu MercedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora