Capitulo 34

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VICTORIA

Esto me está matando. Su ausencia, estar sin el está siendo un tormento, para mí, para mí corazón.

No, no la amo.

Su voz se repite una, una y otra vez en mi mente. Me tortura.

¿No me amaba? ¿Nunca me amo?

Podría jurar que si. Aunque después me lo dijo estaba demasiada segada por mi enojo como para escucharlo.

Llevo dos semanas, medio mes aquí con mi padre. Me contrato un psiquiatra.

Si un psiquiatra. Acaso ya me había vuelto loca.

De amor.

No lo se, pero para ellos supongo que si. Nadie sabe al menos fuera de esta mansión que yo estaba con el por mi voluntad, todos los socios que eran capos de Lagdon estan convencidos que me tenía a la fuerza, y es que a mi padre le convenía que eso se creyera pues haci todos lo apoyarían en la traición al Parán.

El señor Carlos solo llego y se limito a observar no dijo ninguna palabra. Entiendo que esté enojado, Lagdon torturó a Patrick ni siquiera sé si esta bien.

En cuanto a mi padre Roman, empiezo a dudar de las intenciones que tuvo. E escuchado muchas cosas ahora que me la paso sola y evitando a cualquiera. Mi padre es un hombre ambicioso eso siempre lo e sabido.

Hoy nuevamente estoy en terapia en el jardín.

—Imagina algo que te traiga paz.

Cierro los ojos tratando. Veo, esos ojos verde y azul viéndome, con un brillo tan único, su sonrisa, su mandíbula marcada, su cabello blanco. Sonrió.

—¿Sientes paz?

Siento más que eso. Siento felicidad, me siento completa, me siento en calma.

—Solo quería lo que no podía tener.

Escucho su voz de nuevo, con el mismo tono arrogante y cruel. Y muevo la cabeza.

—No siento nada. —digo abriendo los ojos —y si me permite quiero irme.

—La seción no a acabado Victoria.

—Hoy no quiero seguir. —me levanto.

Dejo a la doctor solo.

Seguramente Lagdon ya me habría echo toda una escena de celos. Sonrió. Niego con la cabeza y me desago de ese pensamiento.

Estoy en la piscina. Sola.

Mi mente me traiciona. Haciendome recordar cosas que no debería, las tardes en las que era feliz, feliz con el.

Ahora que lo recuerdo siempre había una hora como mínimo que no lo miraba, casi siempre estábamos juntos, pero siempre se iba por una hora, nunca supe y jamás pregunté a dónde.

Saco la llave de mi bolsillo. La que el me dio, cierro los ojos.

Te amo más que a mi vida.. —me dijo con su voz debil

—Ya no te creo, no puedo creerte absolutamente nada.

—Recuerdas esa habitación donde no te dejaba entrar..entra y ve por ti misma..

—No quiero saber nada Me mentiste, me manipulaste y nunca me amaste.

Abro los ojos, estoy llorando de nuevo. Veo de reojo como la puerta de la piscina se abre es un hombre de seguridad. Se pasea por la orilla de la piscina y yo agachó la mirada, no quiero que vean mis ojos llorosos y mi padre me advirtió sobre eso. Estoy por irme cuando el joven habla desde atrás.

A Tu MercedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora