Capitulo 20

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LAGDON

La sonrisa en mi rostro se amplió mientras escuchaba la sentencia de muerte. No podrán tocarme.

—J'ai toujours su que tu étais un rebelle, Lagdon fort et déterminé (Siempre supe que eras un rebelde, Lagdon fuerte y decidido).. —dice Don Francesco, su voz llena de resignación—Depuis que j'ai découvert que tu avais tué ton père, j'ai su que tu étais né pour diriger.  Mais les règles restent les règles. (Desde que te enteré que mataste a tu padre, supe que naciste para liderar. Pero las reglas son las reglas.)

Me reí, disfrutando del momento.

—Vous êtes un garçon intelligent, mais cette fois vous vous laissez emporter par la folie qui vous a toujours caractérisé Messieurs ! (Eres inteligente muchacho, pero está vez te dejaste llevar por la locura que siempre te a carácterizado ¡Señores!) —grita a todos los hombres —. Le moment est venu. (llego la hora.)

Todos sacan sus armas y me apuntan.

Yo me paro y abro los brazos.

La sala se llenó de tensión mientras todos me apuntaban con sus armas.

—¿Creen que pueden matarme así como así? —observo a todos con una sonrisa.

Me quito el saco y muestro el dispositivo que tengo atado al pecho. Un explosivo potente, conectado a otro dispositivo de ritmo cardíaco.

—Este dispositivo —explico, mi sonrisa amplia— está conectado a mi corazón. Si deja de latir... —hago una pausa ya que todos me miran incrédulos —... los explosivos debajo de sus pies se activarán.

Miran hacia abajo, donde e colocado los explosivos. La sala estaba rodeada de ellos, listos para detonar en cualquier momento.

—No solo morire yo, todos ustedes también.

Los líderes intercambian miradas de pánico, sabiendo que estaban atrapados. Sus armas siguen apuntándome, pero ahora el arma tiembla en sus manos.

—¿Quién será el primero en disparar? —pregunto, mi sonrisa se amplia.

La sala se llenó de silencio.

—Courir! (¡Corran!) —gritó Don Francesco, mientras los líderes de la mafia corsa se levantaban de sus sillas y corrían hacia la salida.

Con todos los demás atrás de ellos. Yo solo los sigo a paso lento.

Saqué mi radio y hablé con Brett.

—Brett, ferme les portes.  Maintenant. (Brett, cierra las puertas. Ahora.)

—Compris, Paran (Entendido, Parán) —responde Brett por la radio.

Las puertas de la casona se cierran con un ruido resonante, atrapando a todos dentro. Los líderes se detienen en seco, golpeando las puertas y gritando por salir.

Me río, disfrutando del espectáculo.

—¡Montón de cobardes! —digo, mi voz llena de burla —no puedo creer que tipos de hombres lideran el consejo.. y quienes son miembros de mi organización

Los líderes se volvieron hacia mí, sus rostros llenos de ira y miedo.

—¡Estás loco, Lagdon! —gritó uno de los viejos—¡Nos matarás a todos!

Me encogí de hombros.

—Tal vez.. pero si no quieren morir van a tener que cumplir mis exigencias.

—¿Exigences? (¿Exigencias?) —dice Don Francesco rojo de la rabia —Vous l'exigerez du conseil ! (¡Tu le exigiras al consejo!)

A Tu MercedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora