Lando recordaba la primera vez que asistió a una obra de teatro. Tenía ocho años y se trataba de una adaptación de El Rey León. En su mente infantil, aquella había sido una de las mejores actuaciones que había presenciado en su vida. Aún podía evocar el impacto que le causó ver el dolor genuino en los ojos del actor que interpretaba a Simba cuando Mufasa moría.
Sin embargo, también recordaba cómo se había sentido como un crítico experimentado, cuestionando la actuación de Zazú, la cual consideró pésima y poco creíble. Aunque esa fue una de las pocas obras de teatro que el piloto había visto hasta el momento, aún se sentía con el derecho y la experiencia suficiente para juzgar lo que observaban sus ojos ahora.
Y en este momento, mientras miraba a Lysander, el novio de Checo, estaba convencido de una cosa: Lysander era todo un farsante.
Cada uno de sus movimientos, cada pequeño gesto, e incluso los besos forzados que le daba a Checo, parecían calculados, estratégicamente planeados y, quizás, previamente ensayados.
—Y espera a conocerlo en persona —seguía hablando Lysander, sin parar—. No solo es bueno en el fútbol, es una persona realmente amable y encantadora —dijo, mirando a Checo con una sonrisa que el mexicano devolvió con timidez—. Cristiano es un mentor increíble.
Lando reprimió el impulso de rodar los ojos. El futbolista llevaba casi dos horas hablando de sí mismo y, cuando no lo hacía, encontraba el modo de mencionar que había tenido la suerte de ser tutelado por el mismísimo Cristiano Ronaldo.
—¡Debe ser muy divertido ser futbolista! —dijo Charles, entusiasmado, mientras tomaba la mano de su novio, Carlos.
Carlos miró a Charles con el mismo brillo en los ojos.
—No es gran cosa, la verdad —respondió Lysander con una humildad falsa—. Supongo que debe ser igual de emocionante que ser piloto de Fórmula 1.
—Lo es —contestó Carlos con una sonrisa—. Y la paga es bastante buena.
Los presentes rieron ante el comentario del español. En ese momento, Lando notó la incomodidad en el rostro de Checo, pero no dijo nada.
—He oído que los futbolistas ganan más. ¿Es cierto, Lysander? —preguntó Charles con curiosidad genuina.
—Depende mucho de la posición en la que estés —respondió Lysander—. Si acabas de ser fichado por un equipo de primera, probablemente ganes menos que un piloto de F1.
Lando estaba a punto de levantarse e irse a su habitación del hotel, pero algo en su interior lo hizo quedarse. No quería dejar solo a Checo con Lysander. No entendía por qué sentía aquello, pero la idea de dejar al mexicano en manos del portugués le desagradaba profundamente.
—Alguien en tu posición debe ganar mucho más que nosotros —bromeó Carlos.
Lysander soltó una risa que a Lando le pareció completamente fingida.
—Bueno, no conozco sus ingresos, pero sí, puedo presumir un poco de lo que he ganado en mi deporte —dijo, una vez más con falsa modestia.
Lando no comprendía cómo nadie más se daba cuenta de que Lysander estaba montando todo un espectáculo. ¿Era tan obvio solo para él?
Mientras el futbolista contaba otra anécdota sobre cómo había sido el entretenimiento en una de las fiestas de Cristiano Ronaldo Jr., Lando no apartaba su mirada crítica del rostro de Lysander. Nadie parecía notar la intensidad de su análisis, ya que todos estaban embelesados con el portugués.
Todos, excepto Checo.
Checo llevaba un buen rato observando disimuladamente la actitud analítica de Lando, y aquello le ponía los nervios de punta. Le aterraba la idea de que el británico estuviera viendo lo que él también sabía, aunque fuera de forma mínima.
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Detest to Adore | Lando & Checo
Fanfiction¿Cómo reaccionarías si el irritante hermano menor de tu mejor amigo aparece inesperadamente en tu vida?