Carlos no podía soltar a Checo. Y definitivamente, no pretendía hacerlo.
Después de que su hermano menor le contara los horrores que había vivido durante los últimos años con ese idiota de futbolista mediocre, que aún seguía en la sala de la suite, su corazón se rompió. ¿Cómo pude haber sido tan ciego?, se preguntaba Carlos, una y otra vez. Tenía mil preguntas, pero sabía que ninguna cambiaría lo que ya había pasado.
Mientras escuchaba a Checo, muchas cosas comenzaron a tener sentido. La lejanía de su hermano, su aparente indiferencia con la familia, las videollamadas donde siempre aparecía usando suéteres o mangas largas, incluso cuando hacía 37 grados.
La sangre de Carlos hervía a medida que Checo le relataba la mitad de su historia, pero la otra mitad lo hacía sentirse el peor hermano del mundo por no haber estado ahí para él.
Todo el maltrato psicológico, las manipulaciones constantes, los golpes... y cómo, para ocultar las marcas, Checo había tenido que rechazar trabajos durante largos periodos. Las agresiones físicas, el abuso sexual... siempre con la excusa de "bajarle el estrés".
Carlos sentía unas ganas incontrolables de matar a Lysander. Golpearlo hasta que no pudiera respirar. Sería lo mínimo que se merecía por todo lo que le había hecho a su hermano.
-No quiero presentar cargos -murmuró Checo, con los sollozos aún atrapados en su pecho, acurrucado contra su hermano mayor.
Carlos tensó la mandíbula, mientras pasaba suavemente su mano por los rizos despeinados de Checo.
-Chequito, ese cabrón te ha hecho la vida un infierno. No merece tu compasión -dijo el español con una calma que apenas lograba mantener-. La cárcel es lo más piadoso que yo le daría.
Checo se apartó del cuello de su hermano, mirándolo directamente a los ojos. Esos ojos, que alguna vez habían brillado con alegría, ahora solo reflejaban cansancio y dolor.
Carlos volvió a sentir que la sangre le hervía al notar el ojo hinchado de Checo, que comenzaba a tornarse morado, su labio roto y las feas marcas de asfixia en su cuello.
-Es la primera vez que me hace algo tan visible -dijo el mexicano, bajando la mirada con vergüenza.
Carlos apretó los puños. Estaba a nada de salir corriendo de la habitación para golpear a Lysander hasta dejarlo inconsciente. Pero no iba a dejar solo a su hermano. No esta vez. No más.
-Por favor, Checo -suplicó Carlos, con la voz cargada de dolor-. Por favor, mi niño, denuncia.
-Todo será muy público, Carlos -explicó Checo, con la voz teñida de miedo-. Además, el nombre de Lysander tiene mucho peso. Estoy seguro de que contratará a los mejores abogados para protegerse.
-No me importa si Lysander es un jodido rey, vamos a pelear contra él -respondió Carlos con firmeza, cada palabra impregnada de determinación-. Nuestros padres tienen mucha influencia en México y en España. Podemos enfrentarnos a un futbolista mediocre.
Sergio levantó la mirada para observar a su hermano. El miedo lo consumía, lo paralizaba.
-No me voy a quedar callado después de todo lo que sé -dijo Carlos con una calma peligrosa-. No solo porque me volvería cómplice, sino porque, Chequito, ese cabrón allá afuera -señaló con el dedo hacia la puerta- merece pagar por todo lo que te hizo.
Las lágrimas comenzaron a rodar por las mejillas de Checo. Sus inseguridades eran más grandes que el deseo de ver a su abusador castigado.
-Seré el hazmerreír de internet -murmuró el mexicano con un nudo en la garganta-. Un modelo idiota que dejó que un futbolista guapo hiciera lo que quisiera con él. Mi carrera estaría en riesgo. Todo lo que conozco estaría en riesgo.
Carlos iba a replicar, pero Checo le puso una mano en la boca, rogándole con la mirada que guardara silencio.
-No te lo conté por vergüenza -admitió el menor-. Desde el principio, cuando vi las señales, no te dije nada porque me avergonzaba. Ahora sería peor, después de que todo el mundo se enterara.
Carlos lo abrazó con delicadeza, queriendo transmitirle un poco de la seguridad que tanto le faltaba a su hermano. Quería hacerle saber que no estaba solo y que no lo dejaría, sin importar lo que pasara.
-Sé que denunciar puede sonar muy dramático -comenzó a hablar el español, acariciando suavemente las zonas donde sabía que su hermano no estaba lastimado-. También sé que, aunque intentáramos hacerlo sin que los medios se enterarán, nombres como el de ese idiota y el tuyo serán difíciles de ocultar. Pero no vas a estar solo. No me voy a apartar de ti. Voy a estar a tu lado en cada decisión y cada paso que des.
Carlos escuchó un pequeño sollozo y, con suma delicadeza, rezando para no lastimar a su hermano, depositó un suave beso en sus rizos alborotados.
-Además -añadió con un toque de humor-, te aseguro que no seré el único que estará a tu lado en todo esto. Un par de idiotas, junto con mi precioso novio, están esperando nuestras indicaciones para saber qué hacer.
Checo se apartó del abrazo de su hermano, sintiendo vergüenza de mirarlo a los ojos. Le dolía que Carlos viera su peor versión. Sin embargo, las palabras y las acciones de su hermano le daban una pequeña dosis de seguridad, una sensación de que tal vez no estaba tan solo como pensaba.
-Lando me dijo que habían amarrado a Lysander a una silla -dijo Checo pausadamente, con el miedo aún evidente en su voz.
-No te va a hacer nada ese idiota. Tendrá que pasar sobre mi cadáver antes de acercarse a más de un kilómetro de ti -Carlos tomó las manos de su hermano con la misma delicadeza que había tenido durante toda la conversación-. Nunca más te pondrá un dedo encima, solo déjame ayudarte. Déjanos hacer algo.
Checo dudó, atrapado en la tormenta de su miedo. Sabía el poder que Lysander tenía en el mundo de la farándula, lo bien conectado que estaba con personas influyentes. Pero también sabía que no podía seguir callado, no más. Estaba agotado.
-Está bien -susurró finalmente.
Carlos asintió y se levantó de la cama, pero Checo, lleno de pánico, lo siguió de inmediato, temiendo que su hermano lo dejara solo.
El corazón de Carlos se encogió al ver a Checo tan asustado, tan vulnerable.
-Debo ver qué está pasando allá afuera y hablar con Yuki para saber qué hacer ahora -explicó Carlos con voz calmada, sujetando con firmeza ambas manos de Checo.
-No me dejes solo -rogó el mexicano.
El miedo de quedarse solo lo atormentaba, pero también le preocupaba que Carlos enfrentara a Lysander solo y terminara golpeándolo, lo que podría traerle problemas. Sabía que Carlos tenía la intención de darle su merecido, pero no quería que sufriera las consecuencias por alguien que no lo valía.
Carlos entendió la preocupación de su hermano. Sí, quería confrontar al futbolista, pero también necesitaba hablar con los demás. Aun así, no dejaría a Checo solo.
-Está bien. Solo déjame llamar a Charles -accedió Carlos, soltando una de las manos de Checo para sacar su teléfono del bolsillo.
Aunque dejó que su hermano hiciera lo necesario, Checo no se alejó. En lugar de eso, se acercó más a Carlos, buscando la seguridad que tanto necesitaba. Había intentado ser valiente desde que llegó, pero estar en la misma suite donde también se encontraba Lysander hacía que sus nervios se desmoronaran. Estar cerca de Carlos, por otro lado, le brindaba un poco de consuelo, aunque solo fuera una frágil esperanza de que todo terminara lo antes posible.
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Detest to Adore | Lando & Checo
Fanfiction¿Cómo reaccionarías si el irritante hermano menor de tu mejor amigo aparece inesperadamente en tu vida?