1. Carlo's secrets

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Carlos estaba demasiado emocionado. Cualquiera que lo viera diría que era por la carrera que estaba a horas de comenzar, pero la verdadera razón de su alegría era su hermano menor, quien llegaría en cualquier momento. Estaba ansioso por ese momento.

—¡Vaya, amigo! ¿Emocionado? —preguntó Charles, acercándose con una botella de agua al español, quien estaba viendo su celular cada dos minutos mientras su mano parecía temblar.

Carlos volteó, sorprendiéndose un poco de la presencia de su compañero de escudería. Pero con una amplia sonrisa, hablo.

—¡Por supuesto que sí, mi amor! —Carlos se acercó y envolvió al monegasco con sus brazos, levantándolo unos centímetros del piso—. ¡Hoy es un muy buen día! —exclamó, soltando al piloto de sus brazos.

Charles se sonrojó. Le gustaría decir que fue por el sorpresivo abrazo de Carlos, pero internamente sabía que se debía al apodo que el español le dio.

—Es una gran carrera, ¿no es así? —continuó la conversación el pálido piloto, contagiándose del buen humor de su compañero.

—Sí, supongo que lo es —respondió con simpleza el español, sin borrar la sonrisa de su rostro.

—Espera, ¿no estás así porque saldrás desde la segunda posición en la carrera de hoy? —preguntó un confundido Charles.

—No realmente —respondió con una pequeña risa el español—. Aunque eso también es bueno.

Charles frunció el ceño, ahora confundido por la actitud de su amigo.

—Entonces, ¿por qué estás tan feliz?

—Oh, amigo mío, hoy viene a verme, después de mucho tiempo, la persona más importante de mi vida —dijo el español con una gran sonrisa.

Charles sintió un pequeño tirón en su pecho y, aunque su sonrisa tambaleó un momento, se mantuvo firme. Iba a volver a preguntar cuando una tercera voz se hizo presente.

—Se te olvidó mencionar que es la persona más inteligente, extremadamente hermosa y suficientemente capaz de aguantarte por más de cinco minutos.

—¡CHECO! —gritó el español, llamando la atención de varias miradas del paddock. Charles estaba seguro de que hasta por fuera del paddock se escuchó aquel grito.

Carlos se dio media vuelta para abrazar al intruso, pasando sus brazos por la estrecha cintura del chico, levantándolo del piso y dando vueltas mientras ambos sonreían. Estaban sujetos el uno al otro como si su vida dependiera de ello, y para ellos realmente era así. Compartían palabras en español que el monegasco no entendía, pero las sonrisas de ambos reflejaban el amor y la alegría que compartían.

Charles no podía negar un amargo sentimiento de celos al ver al español tratar así al lindo chico. Sin embargo, tampoco podía negar que la escena frente a él era tan linda que simplemente se mantuvo al margen. Cuando ambos se separaron, notó de inmediato los delicados y definidos rasgos del chico, su sonrisa deslumbrante, esos ojos cafés brillosos y las preciosas pecas que enmarcaban todo su rostro. Era simplemente perfecto, y fue cuestión de segundos que Charles lo reconoció: era Sergio Pérez, el modelo mejor pagado en la actualidad. ¿Cómo siquiera conocía a Carlos?

—Charles, permíteme presentarte al niño de mis ojos —Charles sintió un nudo en el estómago por la afirmación de su compañero—. Checo Pérez, mi hermano menor. Chequito, él es Charles Leclerc, ambos corremos juntos para Ferrari.

El color regresó al rostro de Charles. Era su hermano. Y claro que Charles sabía que Carlos tenía un hermano. Todos lo sabían, pero nadie lo conocía. Carlos siempre decía que trabajaba en América. Nunca imaginó que su hermano era el reconocido modelo Checo Pérez.

—¡Vaya, eres muy guapo! —halagó el mexicano estrechando la mano que el monegasco le extendió—. ¿Cómo es que siquiera puedes mantener las manos alejadas de este bombón, Carlos? —preguntó coqueto, pasando su mano libre por el brazo del piloto, provocando un sonrojo en su pálido rostro.

—¡Hey, hey! —Carlos alejó las manos de su hermano del cuerpo de su compañero—. Cuida esas manos, niño.

Checo soltó una carcajada, reconociendo enseguida los celos de su hermano.

—Tú también eres muy atractivo —soltó Charles, un tanto nervioso—. En las fotos te ves realmente bien, pero verte en persona...

—Puedo acercarme más, si gustas —sugirió Checo con picardía, viendo de reojo el ceño fruncido de su hermano, confirmando sus sospechas.

—Bueno, bueno, basta. Vienes a verme a mí, no a Charles —se interpuso el español entre su hermanito y el monegasco.

Checo volvió a reír. Charles también se encontraba divertido, realmente feliz por al fin conocer al hermano de uno de sus mejores amigos.

—Carlos nunca mencionó que tú eres su hermano —dijo el piloto, sintiendo su rostro completamente rojo.

—Sí, bueno... Al parecer Carlos guarda muchos secretos —dijo con voz sugerente, pasando su mirada de Charles a Carlos.

Carlos soltó una risa nerviosa. Charles quería conversar un poco más con el mexicano, quien parecía ser una persona carismática, pero su objetivo se vio interferido por gente del equipo de Ferrari, que le anunció al monegasco su participación en las entrevistas.

Cuando su compañero se alejó, Carlos volvió toda su atención a su hermano menor.

—¿Qué fue lo que sucedió? —preguntó Carlos ahora con un rostro más serio, tomando ambas manos del mexicano entre las suyas.

—¿De qué hablas? —preguntó Checo, desviando su mirada unos segundos a la pared que estaba justo a su lado.

—No te hagas el desentendido, Checo. ¿Qué fue lo que pasó? Tú no vienes así de la nada a verme —dijo con firmeza el mayor, sintiendo al mexicano removerse nerviosamente—. No me visitas desde hace un año y medio, ¿y ahora de repente me mandas un mensaje un día antes de una carrera, diciendo que vienes a verme?

El menor se sentía un poco expuesto y no quería dejar salir sus emociones, mucho menos la razón por la que venía de nuevo a Carlos. Haciendo lo que mejor sabe hacer, soltó las manos de Carlos y dio un paso hacia atrás, marcando distancia entre ambos.

—No sabía que mi presencia te iba a incomodar —dijo Checo, cruzándose de brazos—. De ser así, no hubiera venido.

—No vayas por ese camino, Checo, ya no eres un niño —dijo Carlos, retándolo con la mirada.

El mexicano lo miró ofendido. A veces se le olvidaba que Carlos lo conocía mejor que cualquier otra persona.

—Carlos, te necesitamos en las entrevistas —interrumpió su conversación un chico del staff.

—Dame cinco minutos —pidió el español sin apartar la mirada de su hermano.

El chico asintió y se alejó de los hermanos.

—Debo irme. Después de las entrevistas es la carrera. Mandaré a alguien por ti para que estés cómodo durante la carrera. Hablaremos después, ¿está bien?

Checo solo asintió, aun sintiendo un malestar al recordar el motivo de su visita. Carlos soltó un pesado suspiro y dio media vuelta para irse con su equipo, pero fue retenido por la mano de su hermano sujetando la suya.

—Suerte, Carl. Sé que lo harás muy bien —dijo con una pequeña sonrisa en su rostro.

Carlos sonrió sinceramente. Se acercó a su hermano y dejó un suave beso en su frente antes de guiñarle un ojo y dirigirse, ahora sí, a las entrevistas.

Checo soltó el aire retenido. Estaba feliz por volver a ver a Carlos después de tanto tiempo. Incluso se alegró de conocer a Charles, pues Carlos siempre insistía en hacerlo parte de su círculo social. No es que él no quisiera, era solo esa piedrita en su zapato que no lo dejaba en paz, y es por eso que ahora se encontraba ahí.

Detest to Adore | Lando & ChecoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora