22. Tomorrow

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Checo había comenzado un proceso psicológico. Su caso ya había trascendido en la opinión pública, y los comentarios estaban divididos: algunos defendían a Checo y lo llamaban "víctima", mientras que otros apoyaban a Lysander y llamaban a Checo "ingenuo". En cualquier caso, el mexicano se sentía fatal, y aunque la terapia ayudaba un poco, el peso de las opiniones públicas seguía siendo abrumador, sin mencionar el proceso de dependencia y falta de autoestima.

Su familia había sido su mayor apoyo hasta ahora. Sabía que, sin su presencia constante, se habría desmoronado hace mucho tiempo.

Su padre Antonio lo acompañaba en cada paso jurídico, en reuniones tanto presenciales como virtuales, revisiones de posibles acuerdos y en los encuentros con sus abogados. Después de todo, don Toño había sido un político activo en México durante muchos años y sabía cómo manejar estas situaciones. Por otro lado, su papá Carlos había estado con él todos los días, asegurándose de que se alimentara bien, velando sus siestas mientras leía a su lado un libro o el periódico, y motivándolo a salir a caminar al menos quince minutos al día; una de las ventajas de estar jubilado.

Carlos, sin embargo, había regresado al paddock unos días después de iniciar el juicio. El parón de verano había terminado, y aunque le doliera, debía pasar un tiempo alejado de su hermano. Al principio había pensado en pedirle a Ollie Bearman que lo sustituyera, como ya lo había hecho en alguna ocasión, pero Frederic le recordó que esa opción solo podía usarse una vez por temporada, y que sería mejor reservarla para el día del juicio. A regañadientes, Carlos accedió a seguir compitiendo. Sin embargo, eso no evitaba que las videollamadas, mensajes y hasta postales se convirtieran en el pan de cada día para Checo.

Su cuñado Charles, al igual que Carlos, se mantenía en contacto constante con él. Nunca faltaban los mensajes deseándole un buen día o una noche tranquila, y siempre encontraba temas de conversación que mantenían viva una charla durante todo el día. El modelo agradecía que el monegasco evitara preguntas sobre su estado emocional o el proceso con Lysander; sabía que para eso estaban sus padres, aunque Checo dejaba que Charles pensara que él no lo notaba.

Checo no lo admitiría frente a Carlos, pero empezaba a sentir un cariño por Charles que iba más allá de lo habitual, casi tan profundo como el que sentía por su hermano.

Y luego estaba Lando. Ah, Lando... otro tema que prefería evitar.

-Tu hermano regresa mañana, Checo -anunció su padre, sentándose a su lado frente al televisor.

-¿Tan rápido? -preguntó, más para sí mismo que para su padre.

Sentía que apenas habían pasado un par de días, no semanas, desde que Carlos había partido y ya había competido en dos Grandes Premios. Frunció el ceño, reprochándose por no haber estado al tanto de las carreras de su hermano. Si algo había ganado al darse un descanso de su trabajo, además de mejorar personalmente, era tiempo para aprender sobre el deporte de Carlos. Pero de poco servía si no veía las carreras.

-¿Cómo le fue en las carreras? -preguntó, esperando una actualización.

Su padre comenzó a relatar los últimos dos Grandes Premios, detallando los logros de Carlos y Charles. También mencionó a Lando, quien había ganado en Países Bajos y quedó en tercero en Monza.

Checo no pudo evitar sentirse feliz por el británico, pero esa felicidad pronto se transformó en culpa, al recordar cómo lo había tratado últimamente. Luego, la culpa se convirtió en temor. Con el regreso de Carlos, había una gran posibilidad de que Lando también apareciera, debía estar preparado.

[...]

-¡Fue increíble, Checo! -exclamó su cuñado con entusiasmo-. Es la casa de Ferrari; la victoria nunca había sabido tan dulce -relataba con un brillo especial en los ojos.

Detest to Adore | Lando & ChecoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora