Settings pt.2

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Los segundos pasaban, convirtiéndose en minutos. Parecía que ninguno de los dos quería hablar, aunque ambos tenían mil cosas que decirse.

Checo ya no pudo soportarlo más y fue el primero en romper el silencio.

-¿Ya no piensas hablarme?

Su voz, suave pero decidida, hizo que Lando finalmente volteara a verlo. Sin embargo, las palabras seguían atrapadas en la garganta del piloto, como si no pudiera articular lo que sentía.

-¿De verdad así va a ser de ahora en adelante? -preguntó Checo, esta vez con desaire en su tono.

Lando sentía una mezcla de vergüenza y frustración. ¿Qué se supone que le dices a la persona que más te importa cuando está sufriendo por algo que no pudiste evitar? Las heridas visibles en el rostro de Checo, las marcas en su cuello, las vendas que cubrían partes de su cuerpo... todo eso era un cruel recordatorio de que Lando no había llegado a tiempo.

-Te doy pena... -murmuró Checo con dolor en su voz.

-¿Qué? -respondió Lando, sorprendido- Sergio, no, eso no es... yo realmente no...

-No tienes que mentirme -interrumpió Checo, bajando la mirada hacia sus manos maltratadas-. Lo veo en tus ojos. La forma en que me miras es... como si te diera vergüenza, como si sintieras pena por mí.

-¡Sí, es vergüenza! -exclamó Lando con amargura, interrumpiéndolo-. Pero no de ti, Checo... de mí. Solo de mí.

Checo lo miró, confundido, procesando las palabras del británico. Pero ahora que Lando había comenzado a hablar, ya no podía detenerse.

-¿Quieres sinceridad, Checo? Pues sí, siento vergüenza. Vergüenza de no haber llegado antes, de no haber evitado que ese maldito te tocara ni un solo cabello -continuó Lando, con resentimiento en su voz, volviendo a sentir el enojo y el odio que Lysander le provocaba.

-No podías saberlo -dijo Checo con calma, su voz serena tratando de apaciguar el tumulto interno de Lando-. Pero me alegro de que hayan llegado.

Lando lo miró de nuevo, esta vez con una expresión más serena, buscando en los profundos ojos cafés de Checo algo más allá de las palabras.

Sus palabras dejaron a ambos en silencio nuevamente, pero esta vez era un silencio distinto. Más cómodo, como si ambos estuvieran dispuestos a enfrentar juntos esos pensamientos y emociones que habían mantenido encerrados por tanto tiempo.

-Nunca había visto a Lysander tan fuera de sí -dijo Checo de repente, atrayendo la atención de Lando de vuelta a la realidad-. Es decir, claro que lo había visto molesto antes, y había sido un completo idiota conmigo, pero...

Checo soltó una risa amarga, negando con la cabeza mientras revivía el último enfrentamiento con el futbolista, como si lo estuviera viendo en cámara lenta.

-Es la primera vez que vi un verdadero deseo de acabar conmigo -agregó con la mirada perdida y una pesadez en su voz que le oprimía el pecho.

Lando se tensó. Su rostro se volvió más sombrío de lo que habría querido. Las palabras de Checo lo llenaban de un dolor y rabia profundos.

-¿Sabes por qué estaba tan molesto? -preguntó Checo, su voz teñida de un humor amargo mientras dirigía una mirada sarcástica al británico-. Porque tenía celos de ti.

Lando no perdió de vista ni un solo gesto del mexicano, cada palabra parecía esconder un significado más profundo. Checo lo estaba dejando entrar en algo que lo afectaba más de lo que Lando podía entender por completo.

-El modo en que te miraba, cómo siempre te mencionaba -continuó Checo, haciendo una pausa para humedecerse los labios secos-. "Te estás acostando con él", me acusó -repitió, imitando la voz de Lysander con un toque de desprecio.

Desvió la mirada hacia las hortensias del jardín por un momento, como si necesitara apartarse de la intensidad del recuerdo, pero luego volvió a fijarse en Lando.

-Al principio, intenté negarlo todo. Traté de calmarlo, como ya estaba acostumbrado -su voz se suavizó, como si hablara más para sí mismo que para Lando-. Hasta que mencionó a mi familia... y me amenazó con hacerle daño a Carlos.

Lando sintió cómo sus propios labios se tensaban en una línea recta, el solo pensamiento de Carlos en peligro lo llenaba de una furia contenida.

-No sé si fue valentía o pura estupidez, pero le confesé que te había besado.

Lando parpadeó. Por un momento había olvidado ese beso. Que Checo lo mencionara ahora, en un momento tan frágil, lo hizo sentir algo que ni siquiera podía nombrar.

-Eso fue lo que hizo que Lysander perdiera el control por completo -terminó de relatar Checo, su voz ahora un susurro cargado de resignación.

Lando se sentía culpable. Culpable de algo que no había hecho directamente, pero que de alguna forma había causado. No se arrepentía del beso en sí, pero lamentaba profundamente lo que su mención había desencadenado para Checo.

Sin dudarlo, Lando se acercó al mexicano justo cuando este comenzó a llorar. Lo rodeó con sus brazos, sosteniendo su cuerpo maltratado con una delicadeza infinita. Sus manos trazaron suaves caricias, tratando de calmar el dolor del modelo, esperando que, aunque fuera un poco, Checo pudiera encontrar algo de consuelo en su abrazo.

-Perdón -susurró Lando cuando los sollozos de Checo comenzaron a disminuir.

-Por favor, no te disculpes -murmuró Checo, aún refugiado en el pecho del piloto.

-Me duele pensar que, por mi culpa, ese idiota te haya puesto una mano encima -dijo Lando con dificultad, sintiendo el nudo en su garganta volverse más fuerte.

Checo negó suavemente, sin alejarse del reconfortante abrazo del británico.

-No fue por ti -dijo el mexicano, su voz amortiguada por el pecho de Lando-. Él siempre fue así.

Lando tragó saliva, entendiendo que lo que había pasado con Lysander no se limitaba solo a lo ocurrido en Japón. Esa conducta había sido parte de la vida de Checo durante mucho más tiempo. Ahora, todo lo que Carlos alguna vez le había contado sobre su hermano menor cobraba un nuevo sentido.

-No va a volver a tener nada que ver contigo -prometió Lando.

Checo se aferró con más fuerza al abrazo, deseando con todas sus fuerzas creer en las palabras del británico.

El silencio que los envolvió esta vez fue diferente, más reconfortante, cargado de comprensión. Ambos sabían que las cosas aún no estaban completamente bien, pero estar juntos en ese momento les daba una pequeña esperanza, una promesa silenciosa de un futuro más brillante.

-Mi niño, Charles me mandó con esto para ti -interrumpió Carlos Jr., haciendo que el abrazo entre su hermano y su mejor amigo se deshiciera de inmediato-. Nana avisó que la comida ya está lista -añadió, entregándole un suéter azul a su hermano.

Checo se lo puso con la ayuda de Lando, que procuraba que el mexicano no hiciera ningún movimiento brusco que pudiera lastimarlo.

-Entonces, entremos a cenar -dijo Checo, sorbiendo por la nariz, mientras Lando le limpiaba delicadamente el rastro de las lágrimas en sus mejillas.

Carlos observaba la escena con un leve toque de celos. Sin embargo, aceptó, aunque a regañadientes, que la cercanía de Lando estaba siendo buena para su hermano menor.

-¿Te quedas a cenar, Lando? -preguntó el español, sin poder ocultar del todo su tono molesto mientras caminaba hacia la entrada de la casa.

Lando miró a Checo, que también ya empezaba a caminar hacia la casa.

-¿Te quedarás, London? -preguntó Checo con insistencia, notando que el británico aún no había respondido.

Lando vio los ojos del mexicano, llenos de una súplica no dicha, solo expresada a través de su mirada.

-Siempre -respondió el británico, sin apartar la vista de su pecoso.

Detest to Adore | Lando & ChecoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora