Checo recordaba claramente la primera vez que conoció a Lysander. En ese momento, pensó que era la persona más atractiva, carismática y gentil que había conocido. Claro, esa era la intención del portugués: crear una imagen perfecta y cuidadosamente prefabricada de sí mismo.
Era una noche de abril, durante la entrega de los premios Grammy. Ninguno de los dos pertenecía a la industria musical, pero ambos, siendo figuras públicas tan reconocidas, fueron invitados como estrellas especiales.
—Tu sonrisa es preciosa —dijo Lysander, sin soltar la mano de Checo tras la presentación.
Checo sintió un calor ascender por sus mejillas. Recibir un cumplido del afamado futbolista lo hizo sentirse halagado y, por un momento, encantado por su presencia.
—Tú eres precioso —respondió el mexicano, coqueteando sin vergüenza, como siempre lo hacía.
Desde siempre, Checo había sido alguien desinhibido. Su naturaleza confiada y coqueta, heredada de su padre, solía aflorar en los momentos más naturales, sin premeditación.
—No más que tú —respondió Lysander con una risa nerviosa.
Checo estaba por responder cuando una tercera voz interrumpió la interacción. Alice, su asistente, se acercó para recordarle que debían regresar al hotel a cambiarse para la fiesta posterior a la ceremonia.
—Fue un placer conocerte, Lysander —dijo Checo, despidiéndose con una sonrisa coqueta.
—Créeme, el placer fue todo mío, dulzura —respondió Lysander, con esa seguridad que parecía seducir a cualquiera.
Checo se iba a retirar, pero la mano del portugués aún lo sujetaba. Con intención clara, Lysander tiró suavemente de su mano, obligándolo a girarse de nuevo hacia él y acercándolo un poco más.
—¿Irás al after-party? —preguntó Lysander, con la voz suave a escasos centímetros de distancia del mexicano.
—Lo haré —respondió Checo, devolviéndole una sonrisa juguetona.
—Entonces te buscaré ahí —dijo el futbolista, bajando su mirada hacia los labios de Checo, haciendo evidente su interés.
—Suerte con eso —coqueteó el mexicano—. Soy muy escurridizo.
El futbolista sonrió con picardía, pero Checo no le dio la oportunidad de seguir hablando. Se alejó, contoneando sus caderas con intencionalidad, sabiendo muy bien que Lysander lo estaba observando. Y vaya que lo estaba.
No había sido un encuentro extraordinario para Checo, solo un episodio más en su mundo lleno de interacciones con figuras públicas. Pero, para ambos, había sido una primera impresión realmente intensa y excitante, suficiente para desear continuar viéndose. Y así fue.
[...]
Su primera cita había sido algo fuera de lo común, tan extravagante como impresionante para Checo. El mexicano no esperaba que Lysander lo invitara a una cita romántica tan pronto, pero no por ello estaba sorprendido. Después de lo poco que había conocido al futbolista, entendió rápidamente que Lysander era alguien que brillaba con su carisma, que siempre dejaba una buena impresión y no escatimaba en gastos cuando se trataba de impresionar. Así que, cuando recibió el mensaje diciéndole que su primera cita sería en Italia, no lo pensó dos veces. Empacó un par de maletas en cuestión de minutos y le respondió que estaba listo.
—Cada día me impresionas más —admitió Checo, observando de reojo al futbolista.
—¿Eso es porque no me caí al montar el caballo o por combinar esta playera azul con bermudas verdes? —bromeó Lysander con una sonrisa.
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Detest to Adore | Lando & Checo
Fiksi Penggemar¿Cómo reaccionarías si el irritante hermano menor de tu mejor amigo aparece inesperadamente en tu vida?