4. Anxiety

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-Y, por último, Max Verstappen -concluyó Carlos, presentando al último de los pilotos a su hermano.

Lando se mantenía al margen, sentado en la orilla del gran sillón, observando de reojo cómo se desarrollaba la escena. Carlos no lo había mencionado en las presentaciones, lo cual era lógico, ya se conocían. Sin embargo, le sorprendió un poco descubrir que Checo ya conocía a Charles también.

-Es un placer conocerte, Max, mucho más a esos encantadores ojos azules -dijo Checo con un ligero tono pícaro en su voz, provocando una risa nerviosa en el neerlandés.

Lando rodó los ojos, enfocando su atención en la bebida que sostenía en su mano. Durante toda la presentación, Checo había mantenido ese tono seductor y esa actitud coqueta con todos los pilotos. Lando no sabía si era parte de su personalidad carismática o si lo estaba haciendo a propósito. Y si era lo último, ¿cuál era el propósito? ¿Molestar a Carlos? Porque era pareja de Carlos, ¿verdad? Pero si era su pareja, ¿por qué Carlos no le decía nada? Lando estaba seguro de que, si Checo fuera su novio, lo reprendería por coquetear con otros delante de él. Ya tenía todo un repertorio de cómo lo haría.

-No sabía que alguien tan atractivo era amigo de alguien como nuestro Chili -dijo Daniel con una sonrisa divertida, sin apartar la vista del modelo.

Y esa era otra cosa. Todos los pilotos en la sala no habían quitado los ojos de encima a Checo, lo que solo lograba irritar más a Lando. Sabía que Checo era increíblemente guapo, ¡Dios! Era sin duda alguna el ser más perfecto de la Tierra; por eso era el modelo mejor pagado del mundo en ese momento. Sabía que todos tenían derecho a admirar su belleza y estaban en su pleno derecho de hacerlo. Pero, una vez más imaginándose como novio del mexicano, si Checo fuera su novio, Lando siempre dejaría en claro que ya tenía pareja. Nunca apartaría su mano de la de él, o sujetaría su cintura para que no se separara de él.

-Bueno, y esa es otra cosa de la que quería hablarles -dijo Carlos, haciendo una pequeña pausa para beber de su botella de agua-. Checo es mi hermano menor.

La sala se llenó de sonidos de exclamación y murmullos. Algunos soltaron frases como "¡Imposible!", "Tienen un ligero parecido", o "¿Cómo es que no eres tan guapo como tu hermano, Carlos?". Todas eran reacciones comprensibles, pero luego estaba Lando, quien escupió su bebida en la cara de Charles.

-¡LANDO! -gritó el monegasco, frotándose los ojos donde le había caído gran parte del whisky del piloto.

Muchos soltaron carcajadas, incluido el mexicano, que observaba cómo el británico era auxiliado por Hamilton, quien le daba golpecitos en la espalda para ayudarlo a sobrellevar su pequeño accidente.

-¿He-hermanos? -balbuceó Norris, apenas recuperado de su ahogamiento.

[...]

-¿Cómo es que nunca me dijiste que Sergio Pérez es tu hermano? -se quejaba Lando mientras caminaban juntos hacia su motorhome.

-Te dije que tenía un hermano -respondió Carlos con diversión evidente.

-Sí, pero nunca mencionaste que es ¡El jodido Checo Pérez! -exclamó el británico, mirándolo con ojos desorbitados.

-No entiendo por qué sería relevante -dijo Carlos, restándole importancia con un encogimiento de hombros.

-¡Tú siempre supiste que tenía un crush con él! ¡Mierda! ¡Lo mencioné como en tres entrevistas! ¿Nunca te pareció importante decirme que eres hermano de mi celebrity crush?

Carlos soltó una carcajada estruendosa. Claro que sabía que a Lando le gustaba su hermano, y más de una vez se había debatido sobre si compartir ese dato con su mejor amigo. Pero no creía que fuera de mucha ayuda, considerando que Checo y él no se frecuentaban mucho desde hacía años y que, además, Checo tenía novio.

-Ya lo conoces, hombre, ¿Qué más da?

Lando lo miró con una mala cara, claramente no satisfecho con esa respuesta. Hubiera seguido quejándose si no fuera por la llamada entrante en el celular de Carlos.

-Y hablando del diablo -dijo Carlos antes de contestar-. Hola, Chequito, buenos días, ¿Cómo am...?

La pregunta de Carlos fue interrumpida por un par de gritos que Lando alcanzó a escuchar. No podía comprender lo que el mexicano le decía a su hermano, pero sin duda estaba reclamándole algo.

-¡Hey, hey, basta! Que, si sigues gritando así, no entenderé nada -Carlos hizo una pausa, dejando que su hermano hablara.

Lando reprimió el impulso de acercarse a escuchar la conversación. En cambio, sacó su propio celular del bolsillo, notando muchos mensajes de gente preguntándole si sabía algo. ¿Saber algo de qué?

-Bien, bien, cálmate, ya te escuché. Apenas voy a llegar con mi equipo e iré directo con RP para ver qué puedo hacer.

Lando se detuvo en seco, viendo lo que estaba siendo noticia en todos lados.

-Tranquilo, ¿ok? Lo resolveré, solo dame unos minutos -Carlos colgó la llamada con un suspiro pesado-. Debo ir con RP -dijo.

-¿Es por esto? -preguntó Lando, extendiéndole su celular.

Carlos pudo ver una imagen donde claramente se veía a él abrazando a Checo por la cintura y dejándole un beso en la mejilla, capturada justo en el momento en que fue a celebrar con su hermano la victoria. El encabezado decía: "Corredor de F1 y su nueva WAG".

-Los medios apestan -se quejó Carlos, devolviendo el teléfono a Lando.

-Dímelo a mí.

[...]

Carlos no comprendía por qué su hermano estaba tan alterado, pero lo estaba. Desde que llegó a casa, Checo había mostrado un nivel de estrés tan alto que parecía que se iba a arrancar hasta su hermoso cabello.

Al principio, Carlos quiso hablar con él, intentar calmarlo con palabras, pero rápidamente descartó esa opción al ver que su hermano solo se alteraba más. La respiración de Checo se volvía irregular, el temblor en su voz se intensificaba, y pequeñas lágrimas de frustración empezaban a correr por su rostro. Verlo así le partía el corazón a Carlos.

Recordó entonces un consejo que en su momento le había dado Lando, "si no sabes cómo hacer algo, solo busca un tutorial en YouTube". Aunque en su momento le había parecido una sugerencia tonta, ahora Carlos agradecía el torpe consejo de su amigo, pues le había ayudado a lidiar con el comportamiento ansioso de su hermano.

-Estoy aquí, hermano, solo sujeta mis manos y concéntrate en mi voz -le dijo Carlos con suavidad, mientras sostenía con delicadeza las manos de Checo, dándole pequeños masajes con los pulgares-. Vamos a respirar juntos, ¿está bien?

Checo solo asintió, su rostro todavía tenso.

-Muy bien, hagámoslo juntos, mi niño. Inhalamos -Carlos hizo un sonido exagerado al inhalar-. Exhalamos -repitió, soltando un sonido suave al exhalar-. Una vez más. Inhalamos... exhalamos.

Repitieron el ejercicio varias veces más hasta que Checo comenzó a relajarse por completo. Carlos podía ver que sus ojos estaban rojos, resultado del pequeño llanto que había tenido durante su crisis. A pesar de que quería saber qué era lo que tanto inquietaba a su hermano, el video que había visto recomendaba no abordar el tema que había desencadenado la crisis de ansiedad, a menos que la persona lo autorizara o fuera quien tomara la iniciativa de hablarlo.

-¿Te encuentras mejor, mi niño? -preguntó Carlos, manteniendo un tono de voz bajo y neutral.

-Lo estoy -murmuró Checo, su voz todavía temblorosa.

-¿Te gustaría hablar sobre ello?

El mexicano negó frenéticamente con la cabeza, antes de abalanzarse sobre su hermano, abrazándolo con una necesidad casi desesperada.

-Solo abrázame y quédate conmigo.

Carlos correspondió al abrazo con la misma intensidad, tratando de transmitirle a Checo que, definitivamente, no se iría de su lado. Aunque quería desesperadamente conocer la razón por la que su hermano estaba así, lo que más le importaba en ese momento era hacerle sentir que estaba seguro y que él siempre estaría allí para cuidarlo. Quería encontrar la manera de resolver cualquier cosa que lo estuviera atormentando para que Checo nunca tuviera que enfrentar una crisis como esa otra vez.

Detest to Adore | Lando & ChecoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora