—¿Estás seguro de que no seré una molestia? —preguntó Checo, con los nervios recorriendo todo su cuerpo.
—Estás siendo una molestia ahora, Chequito —comentó Carlos con diversión.
El modelo lanzó una mirada fulminante a su hermano antes de cruzarse de brazos. Tal vez para Carlos la situación era divertida, pero Checo no se sentía completamente tranquilo.
—Es broma, hermanito —dijo Carlos, rindiéndose ante la mirada de Checo y soltando un suspiro—. Le dije a Charles que tú también vendrías, y dijo que estaba más que bien —Carlos hizo una pausa, mirando a través de la ventana hacia la majestuosa mansión de los Leclerc—. Así que no, mi niño, no hay ningún problema. Además, estoy seguro de que los padres de Charles te amarán; todos lo hacen, eres una persona maravillosa.
Checo asintió, aunque no del todo convencido, pero se relajó un poco gracias a la actitud tranquilizadora de su hermano. Carlos siempre había tenido ese poder sobre él: relajarlo con palabras sinceras y algún que otro halago.
—Muy bien, entonces, ¿qué estamos esperando?
El mexicano bajó del auto con más seguridad que hacía unos momentos, una seguridad que Carlos no estaba seguro de si era real o fingida, pero decidió no preguntar. Le gustaba la sonrisa que su hermano llevaba en el rostro, y estaba decidido a hacer que la mantuviera durante toda la noche.
—Toca el timbre, Carlitos —dijo el mexicano mientras sostenía un recipiente con pay de coco en sus manos.
Carlos, con sus manos ocupadas por un ramo de hortensias y una botella de vino caro, maniobró con habilidad para alcanzar el timbre.
—¡Esperen! —exclamó alguien a unos metros de distancia.
Ambos hermanos voltearon, viendo a Lando correr hacia ellos con una maleta en su mano derecha y un bolso de mano en la izquierda.
—¡Espérenme!
El español miraba con diversión a su compañero piloto, luchando por contener una carcajada mientras veía cómo el británico casi tropezaba un par de veces en las amplias escaleras de la mansión.
El mexicano, por su parte, observaba a Lando con algo de incredulidad. En la última carrera de Carlos, finalmente se había enterado de lo que su hermano le había dicho: Lando y Charles se unirían a sus vacaciones. Aunque Checo no estaba del todo contento con la idea, ya había dado su aprobación. Adoraba a Charles, así que no había problema con él, pero Lando aún le resultaba un poco irritante. Especialmente después de que había notado el hematoma que Lysander le había dejado. Checo había pensado que no vería a Lando hasta una semana después de la visita a los padres de Charles, pero al parecer, el británico también se quedaría en la gran mansión de los Leclerc.
—¡Landooo! —exclamó Carlos con un gracioso acento.
El británico llegó hasta donde estaban sus amigos, con una sonrisa de oreja a oreja. Dejó su bolso de mano en el suelo y saludó al español. Cuando se volvió para saludar al mexicano, Checo lo miró de pies a cabeza con una mirada analítica, antes de ignorarlo y tocar el timbre de la mansión.
Sin duda serán unas vacaciones interesantes, pensó Carlos.
[...]
—Es por ello por lo que ya no lo hago más —concluyó Checo su relato, dejando una sonrisa tímida en su rostro.
—Bueno, sin duda tuvo que haber sido muy divertido mientras duró —comentó Hervé Leclerc, esbozando una gran sonrisa antes de dar un sorbo a su copa de vino—. Siempre lo he querido intentar, pero la Sra. Leclerc siempre me da negativas.
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Detest to Adore | Lando & Checo
Fiksi Penggemar¿Cómo reaccionarías si el irritante hermano menor de tu mejor amigo aparece inesperadamente en tu vida?