37. (Seg Temp)

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SASHA PV.

Ya era manía. Nadie me decía nada de lo que pasaba porque temían de mi reacción. No muerdo, no ladro, no enveneno, no mato. Entonces, por qué no querían decirme nada y hablaban en idiomas desconocidos para mi cabeza?

La respuesta era obvia: mamá. Llevaba cinco putos días sin salir, encerrado en casa del tío Denis y sin noticias de ella. Ni si quiera había llamado para saber cómo estaba o para avisarme dónde estaba. Tenía a todos preocupados, el ambiente tenso y casi irrespirable me lo decía sin necesidad de preguntar o ahondar más en el tema.

Emma era la única que salía y entraba cuando le daba la gana con una sonrisa lastimera porque se sentía culpable de verme acá, bajo siete llaves. No tenía mi guitarra, mis juegos de PlayStation, mi Nintendo... nada. Me lo pasaba en el computador de Emma descargando películas o juegos y viendo la televisión en busca de alguna película de terror que no haya visto.

Todos los días eran así. Me sentía enfermo y no comía mucho, producto de la preocupación. Sé que no soy el único. El tío Denis discute con la tía Elena en otro idioma y luego me miran con tristeza. Sé de lo que hablan porque es más que obvio.

Busco como acto reflejo mi teléfono móvil pero no lo tengo, está bajo las manos de mi tío. Ésta mañana llegó el tío Connor, pero no estoy de ánimo para sus juegos de palabras o sarcasmo, respondo cortante y me encierro en el cuarto de invitados con un brazo tapándome la vista. Ya dije que me sentía malditamente enfermo? Humm... ni lo recuerdo.

Golpean la puerta, llaman con mi nombre, preguntan algo no sé qué cosa, cierro los ojos y no los vuelvo a abrir. Me sumerjo en un sueño de recuerdos, colores llamativos, risas.

Tengo la sensación de que me olvido de algo, que todo lo que quiero está frente a mí pero no lo puedo notar ni ver. Es como si mis ojos se desviaran y censuraran algo que no puedo ignorar... no sé qué es, pero creo que es algo importante.

Abro los ojos en plena oscuridad. Siento mi pulso correr rápidamente y una gota deslizarse por mi sien dejando un leve picor junto a su rastro. La camiseta se pega a mi cuerpo como si fuera un imán. Mi garganta ruega por un poco de agua.

Me siento en la cama ignorando el repentino mareo, busco en mis pantalones el teléfono. Hum... cinco y treinta de la madrugada. Tengo una llamada perdida de las doce de la noche.

Mamá...

Prendo la lámpara en la mesita de noche, noto que la oscuridad se empieza a disipar en el cielo y rebusco su número dentro de la lista de contactos. Pulso llamar como lo he hecho durante todos estos días en busca de noticias. Siento la música de su celular cerca. Está aquí. En serio está aquí? No será un sueño? Abro la puerta de la habitación y vuelvo a sentir la música insistente.

Mierda, está aquí. Me pongo unos pantalones y cambio mi camiseta. No hay tiempo para zapatillas.

Corro por las escaleras con el pulso aún taladrando bajo mi piel pero ahora de la felicidad. Felicidad que se disiparía a penas hiciera las preguntas correctas y ella se cansara de mí.

Escucho voces, sólo hay una luz encendida en toda la estancia y proviene de la sala donde está la chimenea. Su celular sigue sonando, como si todos lo ignorarán hasta que el tío Denis reclama algo en otro idioma y mamá le replica.

Sí, es ella. Es ella por fin!

Cuando me aproximo hasta el marco de la puerta, veo que mamá lee la pantalla diminuta y yo corro. Esas ojeras... Dios, qué había pasado para que estuviese así? Llevaba el cabello húmedo, un gran suéter tejido, unos jeans que me sorprendió de ver en sus piernas ya que nunca usa, y unas botas con cierto aire de vaqueros.

Forever Now Donde viven las historias. Descúbrelo ahora