Capítulo 22

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Ultraviolence

Capítulo 22. El Enlace

"Nos arruinamos un poco el uno al otro, ¿no? Pusimos demasiado fuego en esto, ardimos hasta que se consumieron. Corazones quemados, almas en llamas; nada ha brillado más que eso.

Nos arruinamos el uno al otro frente a otras personas. ¿Cómo podría cualquier otro amor compararse?

*Nota autora: este capítulo quedó algo largo, son más de 12k de palabras, el más largo del fic hasta la fecha!!!!

En el corazón de Pelargir, no muy lejos del castillo, las altas torres blancas de la capilla ascendían hacia el cielo. Se había construido en los últimos años, una arquitectura que recordaba al legado de Númenor, combinada con el toque de la Tierra Media. Los vitrales dejaban pasar la luz del sol, pintando el suelo de mármol en tonos dorados. El interior estaba decorado con lirios azules y blancos, adornando cada columna y los alargados asientos de caoba. Al entrar, Galadriel irradió luz. Su vestido era blanco, con detalles plateados y delicados encajes en las transparencias de la espalda, bajo el largo velo. Sobre el pelo, cuyas ondas doradas caían sobre sus hombros y espalda, llevaba una corona élfica de un oro blanco que enlazaba la forma de finas ramas sobre su frente.

Con un paso firme y elegante, avanzó por el pasillo, su mirada buscando a Halbrand, quien esperaba al fondo de la capilla. La música de viento y cuerdas llenaba el aire, los cientos de personas presentes se pusieron en pie observando su etérea entrada. Halbrand, junto al altar, vestía un atuendo regio de un profundo negro, adornado con detalles dorados que relucían bajo la luz de las vidrieras y los candelabros. Sobre su cabeza reposaba la corona de rey de Pelargir, sencilla pero majestuosa. Tras él, Elendil y Theo, permanecían erguidos y atentos; dos figuras de confianza que representaban la unión de los dos pueblos; Númenor y las Tierras del Sur. Una señal del esfuerzo conjunto que todos habían llevado para levantar Pelargir y resurgir de las cenizas.

Al llegar al final del pasillo, Halbrand le tendió su mano a Galadriel. Ella la enlazó con suavidad, subiendo el pequeño escalón que los separaba del altar. Una ayudante, tras la elfa, ajustó con cuidado la larga cola de su vestido, asegurándose que todo estuviera en su lugar. La ceremonia dio inicio con la bendición del pontífice. La música cesó, y en ese silencio reverente, Halbrand y Galadriel se miraron por un instante, sus manos aún entrelazadas. Ella se sintió temblar por momentos, pero la mirada de él la recibió con benevolencia, y con una cálida familiaridad. Había algo en él tremendamente especial ese día; como si las llamas de su mirada se hubieran tornado doradas como las del sol. Su semblante enamorado, admirándola, adorándola, de una forma en la que solo los elfos podían reflejar en sus ojos cuando por fin partían hacia Valinor buscando su tierra prometida.

El pontífice, vestido con ricas túnicas de oro y blanco, dio un paso adelante con una espada ceremonial en sus manos. La hoja brillante capturaba la luz, mientras Galadriel, se arrodilló ante él soltando la mano del rey. La espada descendió suavemente hacia su hombro.

—Lady Galadriel, Dama de la Casa Dorada de Finarfin y comandante de los ejércitos del Norte —comenzó el pontífice—, en este día solemne te nombro Reina Consorte de las tierras de Gondor y Pelargir. ¿Juras solemnemente proteger, servir y cuidar estas tierras con tu vida y con tu corazón, anteponiendo el bienestar de este reino por encima de todo?

—Lo juro, con mi vida y con mi corazón, protegeré estas tierras hasta mi último aliento, e incluso entonces —respondió con la mirada baja y el rostro iluminado por la determinación.

Ultraviolence ⟡ Galadriel & SauronDonde viven las historias. Descúbrelo ahora