Capítulo 12

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Ultraviolence

Capítulo 12. Castigo divino

"Ahora nuestras mentes son como el humo,

Pero pronto serán como el fuego."

Halbrand estaba concentrado en su trabajo, cubierto por una ligera capa de sudor que hacía brillar sus musculosos brazos y el pecho desnudo bajo la luz del fuego. El calor de las brasas lo rodeaba, y el sonido del martillo al golpear metal resonaba por toda la sala, interrumpido solo por su respiración rítmica y profunda. La fragua lanzaba destellos anaranjados sobre su piel, delineando la tensión en su espalda y los músculos de los hombros mientras manejaba con destreza los instrumentos. Cuando detectó la presencia de la elfa, sus ojos se posaron sobre ella, y algo en él pareció detenerse. Sus movimientos se hicieron más lentos hasta que el martillo descansó a un lado, olvidado. La intensidad de su mirada fue como un relámpago atravesando el aire cargado, y en ese instante, algo en su interior se hizo más pequeño, desvaneciéndose en las sombras de sus pensamientos en los que hasta el momento había estado sumergido. Pareció alejarse de su concentración momentánea, perdido entre la sorpresa y desorientación que lo mantenían cautivo.

Por un momento, Halbrand la miró como si ella fuera una ilusión, un producto de su mente enloquecida, consumida por deseos prohibidos y oscuros secretos. Su respiración se volvió pesada, sus ojos brillaban con una mezcla de asombro y confusión, como si no pudiera creer que realmente estaba allí, delante de él, surgiendo de entre sus más fervientes pensamientos. Aquella parte de él, la más sombría y oculta, temblaba bajo la fuerza de su presencia emergiendo entre las paredes de esa forja a la que sólo él bajaba. Era su purgatorio personal, su espacio, su territorio, donde dejaba que su verdadero ser respirara, pudiendo descargar sus emociones sobre el metal al que daba forma.

—Primero, las lothwen en mi habitación, luego llamas la atención delante de todo el consejo, y después me hacéis ver deseable frente a los soldados. Estás perdiendo el juicio, y delante de toda tu gente. Cuando te des la vuelta lo único que hará el reino será hablar de nosotros, ¿se puede saber qué estás haciendo, o es que solo buscas avergonzarme? ¿Es tu forma de castigarme por tus oscuros deseos?

Aquello fue como un vómito escapando desde su esófago, algo que la había estado estrangulando por días. Halbrand la observaba desde el otro lado la mesa de la forja, con la nuez desplazándose mientras tragaba saliva, apenas mostrando una expresión en su rostro, como si le costara asimilar que Galadriel hablaba, y ella había llegado hasta allí no solo para reprocharle, sino para esclarecer todo lo que él con esfuerzo estaba enterrándose dentro. El silencio entre ellos se volvió denso, con el crepitar de las ascuas chasqueando a un lado, y él, tratando de mantener una calma casi inexistente, apartó la hoja en la que trabajaba y la hundió en las llamas.

—Estás más irritable que de costumbre, y eso ya es mucho decir.

—No juegues conmigo, Sauron —largó ella, sin preámbulos.

Él se quedó en silencio, sus manos apoyadas sobre la mesa, los músculos de sus brazos tensos, como si estuviera conteniendo algo. Su torso desnudo, ligeramente cubierto por el vello suave de color castaño, se extendía sobre sus pectorales, como si esa imagen fuera una barrera entre ellos; él, un ser salvaje y primitivo, y ella, una elfa de hielo.

—Ya sé que no me quieres cerca. Pero, Gal, no me hagas responsable de los cuchicheos de la alta sociedad. La gente habla porque necesita algo de lo que hablar —replicó él con una calma peligrosa.

—Eres un ser deleznable —le dijo con frialdad.

Halbrand se inclinó un poco más sobre la mesa, apoyándose con firmeza sobre sus manos. La tensión en su cuerpo era visible, su mirada oscura se cernía sobre ella. Galadriel sintió una chispa de temeridad subiendo por su garganta, aunque él, con su aspecto de dios oscuro de la forja, se mantenía inquebrantable.

Ultraviolence ⟡ Galadriel & SauronDonde viven las historias. Descúbrelo ahora